El Tiempo es un duencedillo malo al que le encanta molestarnos y hacernos rabiar.
Utiliza los relojes que todos estamos obligados a llevar para detectar cuando queremos que pase rápido, cuando estamos deseando que llegue ese momento tan esperado.
Cuando nota que miramos con impaciencia y constancia el minutero, el Tiempo se ralentiza, se pone en modo paseo, se tumba a tomar el sol, se fuma un cigarro, se va de tiendas, se dedica a todo menos a avanzar.
Pero, ¡Ay!, cuando por fin llega nuestro momento, ese que esperamos disfrutar, paladear tranquilamente, regodeandonos en cada microsegundo, es cuando el Tiempo, con toda su mala uva, se pone las deportivas y corre como para batir el récord de los cien metros lisos y los minutos los marca el segundero y el final llega al poquito de haber comenzado... se crean dos realidades paralelas - como al viajar en el espacio - donde los de la cápsula del placer no sienten que en el resto del planeta el tiempo sigue su curso normal, para ellos una hora es un minuto.
¿Sabes, Tiempo absurdo?; aunque te empeñes en ir lento, no te está permitido pararte. Si eso fuera posible, ya hubieramos visto la forma de congelarte.
A Einstein por descifrarte - - y decir que eres relativo, ya le dieron el Nobel, pero eso no nos libra de sufrirte.*
Así que ¡joróbate, duende estúpido!, en el recuerdo guardamos tesoros atemporales y eternos. Fuera de tu alcance podemos recrearnos en ellos de manera infinita.
* Esta alusión a la relatividad no es mía, me la dijo un "compañero de viaje espacial" en una amena charla mientras nos quejábamos entre juegos de lo rápido que pasa el tiempo cuando se está agusto y es lo que me ha inspirado este Relato.
Dedicado a los que esperan, a los pacientes, a los que desesperan, a los que ya llegaron, a los que planean de nuevo, a los amantes, a los tranquilos,a los que teorizan y relativizan, a los rápidos y a los de fuego lento.
El Tiempo es un duencedillo malo al que le encanta molestarnos y hacernos rabiar.
Utiliza los relojes que todos estamos obligados a llevar para detectar cuando queremos que pase rápido, cuando estamos deseando que llegue ese momento tan esperado.
Cuando nota que miramos con impaciencia y constancia el minutero, el Tiempo se ralentiza, se pone en modo paseo, se tumba a tomar el sol, se fuma un cigarro, se va de tiendas, se dedica a todo menos a avanzar.
Pero, ¡Ay!, cuando por fin llega nuestro momento, ese que esperamos disfrutar, paladear tranquilamente, regodeandonos en cada microsegundo, es cuando el Tiempo, con toda su mala uva, se pone las deportivas y corre como para batir el récord de los cien metros lisos y los minutos los marca el segundero y el final llega al poquito de haber comenzado... se crean dos realidades paralelas - como al viajar en el espacio - donde los de la cápsula del placer no sienten que en el resto del planeta el tiempo sigue su curso normal, para ellos una hora es un minuto.
¿Sabes, Tiempo absurdo?; aunque te empeñes en ir lento, no te está permitido pararte. Si eso fuera posible, ya hubieramos visto la forma de congelarte.
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Así que ¡joróbate, duende estúpido!, en el recuerdo guardamos tesoros atemporales y eternos. Fuera de tu alcance podemos recrearnos en ellos de manera infinita.
Al tiempo hay que domarlo, cierto es que cuando llega y vivimos el momento deseado, éste pasa muy deprisa, más de lo que quisiéramos, y contra esto poco podemos hacer, salvo disfrutar el momento y concentrarnos en la intensidad del mismo; pero lo que sí que podemos hacer es no dejarnos atrapar por el "tiempo muerto", el tiempo de espera, el que creemos perdido, demasiado valioso como para perderlo, hay que sacar el máximo provecho de ese tiempo, para que no nos lo robe, pues ese es nuestro y no volverá...
No sé si es cierto lo que dicen por ahí, pero andar jugando con el tiempo de forma libidinosa acaba produciendo temblores de rodillas, ¿es cierto eso?. El mismo Einstein acabó con la lengua fuera, era muy teórico.
San Virila es un personaje histórico. Fue Abad del monasterio de San Salvador de Leyre y, además, es protagonista de una leyenda que también se repite en otros entornos, con otros personajes y que, más o menos, dice así:
El Santo Abad estaba preocupado porque imaginaba la eternidad celestial como algo necesariamente aburrido y monótono. Estos pensamientos le atormentaban, porque le parecían heréticos, y le sumían en profundas reflexiones.
Un día, en uno de sus habituales paseos por el monte, se detuvo para admirar a un pajarillo que le distrajo durante unos instantes con sus trinos. Cuando regresaba, se sorprendió porque no reconocía las trochas por las que acababa de pasar. Encontró el monasterio transformado; no conocía a los monjes, ni ellos a él. Por fin, el monje archivero le explicó que, según se podía consultar en la crónica monacal, el Abad Virila salió a pasear trescientos años atrás y, al no regresar, se creyó que había sido devorado por las fieras.
¡Joder, cómo pasa el tiempo! Por eso yo siempre contrato, como mínimo, una hora. ;)
Aprecio mucho el valioso tiempo que habéis dedicado a leer mi ¿relato? y a escribir vuestras reflexiones más el que lleva pensar sobre algo.
Un placer compartir momentos virtuales con vosotros.
Cita:
Iniciado por Lug
Al tiempo hay que domarlo, cierto es que cuando llega y vivimos el momento deseado, éste pasa muy deprisa, más de lo que quisiéramos, y contra esto poco podemos hacer, salvo disfrutar el momento y concentrarnos en la intensidad del mismo; pero lo que sí que podemos hacer es no dejarnos atrapar por el "tiempo muerto", el tiempo de espera, el que creemos perdido, demasiado valioso como para perderlo, hay que sacar el máximo provecho de ese tiempo, para que no nos lo robe, pues ese es nuestro y no volverá...
Cierto, se puede llenar también de forma productiva esos tiempos de "espera", por ejemplo, yo escribo o disfruto de la música.
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Cita:
Iniciado por Perillán
No sé si es cierto lo que dicen por ahí, pero andar jugando con el tiempo de forma libidinosa acaba produciendo temblores de rodillas, ¿es cierto eso?.
Sí, totalmente cierto, sobre todos si corres para llegar a su encuentro
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Cita:
Iniciado por PACUMBRAL
San Virila es un personaje histórico. Fue Abad del monasterio de San Salvador de Leyre y, además, es protagonista de una leyenda que también se repite en otros entornos, con otros personajes y que, más o menos, dice así:
El Santo Abad estaba preocupado porque imaginaba la eternidad celestial como algo necesariamente aburrido y monótono. Estos pensamientos le atormentaban, porque le parecían heréticos, y le sumían en profundas reflexiones.
Un día, en uno de sus habituales paseos por el monte, se detuvo para admirar a un pajarillo que le distrajo durante unos instantes con sus trinos. Cuando regresaba, se sorprendió porque no reconocía las trochas por las que acababa de pasar. Encontró el monasterio transformado; no conocía a los monjes, ni ellos a él. Por fin, el monje archivero le explicó que, según se podía consultar en la crónica monacal, el Abad Virila salió a pasear trescientos años atrás y, al no regresar, se creyó que había sido devorado por las fieras.
¡Joder, cómo pasa el tiempo! Por eso yo siempre contrato, como mínimo, una hora. ;)
Quizá pasarán más de mil años, muchos más, y aún recordaras el "sabor" de esa hora
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Y esta canción que quizá sea muy profunda, incluso fuera de este foro pero a mí siempre me pone los pelos de punta. Además hoy tengo alma de bolero
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