Giselle, de GirlsMadrid - 663473079

Nunca he escrito una experiencia tal y como lo hacéis muchos. Nunca me ha gustado mucho, la verdad. Pero creo que va siendo hora que lo haga, así que ya me contareis que os parece este mi primer post completo, no-vago.

Nombre: Giselle.
Nacionalidad: Española
Edad: 25, pero quizá raye los 30
Estatura: casi tan alta como yo, aprox. 1,67 cm. (sin tacones)
Complexión: delgada, muy bien proporcionada.
Carácter: amable; simpática, pero no en exceso (sabe medirse); sabe estar, así que es una chica ideal para ir a cenar o para asistir a algún evento.
Servicios: siento mucho no poder muchos datos aquí; francés: yo siempre lo pido “con”; griego: en su anuncio dice que lo hace, pero yo no lo solicité.
Teléfono: 663473079
Web: [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ]
Fecha del encuentro: principios de abril de 2012

La cita: tuvo lugar por teléfono. Hablamos dos veces antes de concertarla definitivamente en la tercera llamada. Yo viajaba a Madrid por trabajo y he de esperar siempre a que me den primero el “planning” que voy a tener.
El encuentro. Tuvo lugar en el Starbucks que hay en la Plaza Canovas del Castillo (escogí ese sitio porque está muy cerca de mi hotel, el [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ])
Fue muy puntual (tan sólo se retrasó apenas 5 minutos, lo que para mí no es tardanza, sino deliciosa “coquetería femenina”) Vestía un precioso vestido de coctel negro que le sentaba de maravilla, y que ayudaba a insinuar unas curvas que horas más tardes se revelarían como gloriosas. Los tacones la elevaban varios centímetros por encima de mí, lo que ayudaba a realzar una figura imponente de mujer bella y deseable. Sinceramente, en ese momento me sentí orgulloso de que una mujer como esa estuviera a mi lado (aunque fuera pagando).
Tomamos un par de cafés y empezamos a hablar. Nunca se muy bien como iniciar una conversión en estos momentos, pero ella me hizo sentir muy cómodo desde el primer momento, como si fuéramos un par de amigos que se reencuentran después de mucho tiempo sin verse.
La cena. Como ya habíamos acordado, fuimos a cenar a [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ], en la calle Felix Boix. Éste es un sitio que me gusta especialmente (no se muy bien por qué, la verdad; en Madrid hay sitios mejores para ir a cenar) y al que procuro ir siempre bien acompañado. Ambos pedimos lo mismo; no teníamos muchas ganas de comer y nos conformamos con lo que se podría llamar un “medio menú”. Ninguno de los dos probó el alcohol durante la comida, y ninguno renunció a un café al final.
Durante la cena, ante dos platos de huevos rotos con lascas de jamón, hablamos mucho. No voy a desvelar aquí nada de lo que ella me contó, pero sí que mostró mucho interés por mí: a qué me dedicaba, qué me traía por Madrid, cuántas veces venía, etc. No tuve inconveniente en aclararle todas sus dudas; me gusta siempre que haya confianza entre mi pareja y yo, que no quede ningún resquemor; además, yo no tengo nada que ocultar.
La cena terminó apenas una hora después de haber empezado.
El regreso al hotel. La vuelta al hotel en taxi (con rodeo por Bravo Murillo incluido) se me hizo eterno. Lo realizamos en silencio, con alguna mirada cómplice entre nosotros…y una sonrisa irónica de ella que le llevo a cogerme la mano y decirme: “Tranquilo, ya estamos llegando”.
El servicio: en la habitación Giselle. se porto conmigo tal y como yo se lo había solicitado: fue tierna y cariñosa, sin prisas, y sin desbordadas pasiones (tan fingidas para ella como insatisfactorias para ambos).
Giselle beso y se dejo besar, acarició y se dejo acariciar, hizo y se dejo hacer. Ambos nos estremecimos (no es broma, nos estremecimos) y ella se ruborizó en varias ocasiones, y al menos en par se le puso la piel de gallina.
En las dos horas largas que estuvimos juntos en la habitación, ambos nos saciamos el uno del otro varias veces... (Yo 3, para los más morbosos)
También hubo tiempo para las risas (más bien carcajadas), a cuenta de las toallas de ducha y del eficiente y oportuno servicio de habitaciones del hotel.
Los servicios prestados ya lo especifiqué al principio.
El pago. No quiso cobrar al inicio de la cita porque dijo que no sabía aun cuánto tiempo íbamos a estar juntos. Al final fueron casi 5 horas (desde el café que tomamos a las 20 h., hasta que ella salió de mi habitación a eso de la 1). Según su tarifa eso serian unos 1.000 eu., pero tuvo la gentileza de no ser estricta conmigo; al final fue algo menos…
La despedida: se despidió de mi con un dulce y tierno beso en la boca a la puerta de mi habitación, no sin que antes me hiciera prometerle que la llamaría la próxima vez que estuviera por Madrid (“Podemos quedar y tomar un café…” me dijo con sonrisa pícara). La acompañé hasta el “hall” y sólo subí cuando la vi alejarse en el taxi que minutos antes habíamos pedido.

Ya me contaréis que os parece este relato de mi experiencia con Giselle, no la primera que tengo pero si la primera que posteo.
Espero que esto que acabo de escribir sea de utilidad a alguno de vosotros.