12000 años

Una tarde hace 12000 años atrás, llego a una calle conocida donde lavaba o limpiaban coches y pido que limpien el mio. En el momento que me ofrecen un banco para sentarme me dan un periódico o diario urbano de la zona.
Ojeando un poco por encima para hacer tiempo, llego a la última página donde se ven fotos de mujeres en lencería, y un apartado anunciando servicios de acompañante sexual con total discreción. Aunque parezca extraño me asombre muchísimo por que era la primera vez que llegaba un material así a mi mano, confieso que había habido una ruptura o separación familia y ya estaba empezando a dejar de ser un niño, pero confieso que aún sigo conservando a ese niño dentro de mi, que aparece en momentos cuando no es capaz de comprender, o cuando sufro y en otras ocasiones cuando me cuesta soportar el abuso y negligencia de los demás.

Continuando con el relato, después de que me habían entregado el coche estreche la mano al hombre, dando las gracias y pagando por sus servicios. El hombre me dejo llevar el periódico a casa, con lo cual tuve una dura lucha interna entre llamar y no llamar porque era un mundo nuevo para mi y no había con quien hablar de estos temas.

Pues cogí el camino a la universidad y entre clases de Cálculo, Inglés y Electrotecnia no paraba de pensar en el anuncio del periódico, después de clases quede con los compañeros para jugar al fútbol en donde me desahogue muchísimo de la inquietud de llamar al anuncio del periódico que llevaba en el coche.

Con mis 22 años aún era virgen, por que quería llegar de esa manera al matrimonio y ofrecerme totalmente puro a la mujer que llegue amar y darme en juramento a su amor, mi fidelidad a la suya.

Llegó la noche y estando en casa después de haber hecho las tareas, paseado a los perros, cenado y ver el noticiero, sentí una inmensa soledad que me agobiaba. Me inquietaba y me dolía, extrañaba a mis hermanos y padres que estaban muy muy muy lejos de mi.

Después de la nostalgia del recuerdo de mi familia, y la conciencia de mi estado de soledad tanto física como psicológica en una casa medianamente grande, me levante de la cama en plena madrugada y fui a por el periódico y llame al anuncio. Contesto una dama y me dio las indicaciones para vernos, cogí el coche y en 15 minutos de viaje llegué cerca al lugar que me había citado y nervioso con las manos sudorosas, con pánico y tenso, aparqué el coche a 3 manzanas continué caminando hacia la esquina que me había citado, al llegar espere y espere y seguí esperando y no dejaba de temblar por dentro, porque era mi primera vez en citarme con una desconocida, en un lugar peligroso y de madrugada, no sabía lo que iba a decir, no sabía lo que iba a pasar, no sabía que hacer, y al instante en que vi a una mujer vestida elegantemente bajar de un coche se acercaba hacia mi y me pregunto si esperaba a alguien, en lo que enseguida respondí al nombre que me había dado por teléfono. Confieso que en ese momento cambie el chip y decidí transformarme en una persona segura, volviendo a contestarla con una voz firme y una sonrisa, ofreciendo mi brazo para llevarla y me guió a un hotel que quedaba cerca de ahí.

En cuestión el hotel me dio la impresión de la entrada al castillo del terror por sus luces semi-difusas, una canción de fondo de corta-venas, y así fue mi primera vez, en la entrada de ese lugar me había entregado al destino de ese instante dejando a un lado todos mis planes, totalmente desnudo y abandonándome a una suerte ajena, a mis anhelos y promesas. Pensé que ya no tendría derecho anhelar absolutamente nada, y que desde lo que vaya a pasar en ese momento ya no volvería a ser el mismo y nada sería igual.

Dicho y hecho después de ese día, donde la dama no creyó que fuese mi primera vez porque decía que me veía muy seguro y no parecía asustado (seguramente había aprendido a esconder mis sentimientos e impulsos), termino diciendo que el putero jamás deja de ser putero en la vida aunque estuviese casado.

Han pasado 12000 años, y sin llegar a conocer una pareja o novia. Nada ha cambiado sin importar el país o el lugar donde me encuentre, vuelvo a ser presa de la soledad, y agobiado o alterado vuelvo a llamar nuevamente a alguna desconocida de pago. Vuelvo a estar solo, rogando que esto se acabase alguna vez, y como en los cuentos de Disney espero que llegue algún mi princesa azul o rosa y me rescate de pozo sin fondo.

Creo pensar o sentir que la he encontrado, pero hay un gran muro que nos separa (sus decisiones, gustos, manera de pensar o el mundo que nos rodea), y ante ello es mejor aceptarlo.

Un saludo.