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Antiguo 03-05-2017, 12:21
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2 ½ de pulgada solo 6.35 centímetros


20 de noviembre de 2014 19:20 horas. Arrastrando cansancio y ganas de nada por la M45.
Todo iba acabar, no habrá más cansancio, no habrá más insomnio, no habrá más escozor de ojos rojos resecos tras las lágrimas.
Una última visita al polígono, acabar a lo grande no sea que al otro lado no haya sexo, aunque también sea de pago, supongo que allí tampoco nadie regalara nada.
En el corazón poca actividad. En el alma, pena muy triste. En la cabeza un millón de tonterías mezcladas sin sentido. En el motor 425 caballos que rugen sin gloria, no transmitían emoción. En el maletero una pequeña banqueta y una gran decisión, con una cuerda blanca de fuerte nylon rematada en la punta con un trozo de cinta aislante negra. Probada una y otra vez corre anudada con suave facilidad. Creo que aguantara bien. Subir a la banqueta darle una patada. Supongo que son unos largos segundos con los pies colgando, patalear hasta que no consigue pasar la sangre por las yugulares externa, anterior e interna. Un mareo, se pierde el conocimiento y luego, da igual solo esperar que no llegue oxígeno al cerebro. Después que dijeran lo que quisieran. Yo ya sería libre por lo menos de esto.
El sitio estaba elegido, era solitario, no llegase algún tonto salvador y arruinara el plan. El árbol, un álamo negro también estaba solo, pero en pie, la rama fuerte, cruzada sana, sin ramas y probada con unos sacos de peso similar al mío. Después de todo eso no podía fallar, mira que si se partía y solo me hacía daño. A quien le explicas un hematoma a lo largo del cuello y por supuesto, no era un chupetón. Entonces ya llevaba tres años sin sentir los labios de una mujer que ni siquiera se acercase más arriba de la de la cintura, bueno de la barriga.
Eso sería al amanecer, después de despedirme de mi hijo, diciéndole lo gilipollas que era su padre y que estaba harto y acobardado. Paseíto a los perros y volver a tocar sus cabezas por última vez. Espero que estén los dos en el paraíso para animales, corriendo y jugando libres. Ellos, también se han ido ya. Todo lo que se me arrima, acaba yendo al Paraíso o eso creo yo, que ya estoy aquí para quedarme en el infierno.
En el polígono: ¿A quién elijo? Mucho donde escoger, pocas ganas de dar explicaciones, ni despedidas. Mejor alguna que no conozca. ¿A esta? la había visto muchas veces desde el verano. ¿Muchas veces? Una por semana. Las que iba yo por allí. Menudita, menos de cuarenta kilos, poca altura, rubia, ojos claritos muy bonitos. Taconazos (lo normal) mallas negras (ahora leggins) cazadora de piel granate, entre sus brazos cruzados por el frío de la noche callejera, suponía un pecho pequeño (suponía bien, pero muy bonito para haber sido madre) Una bufanda marrón muy abultada dejaba en el centro una carita de belleza Valaquia del norte del Danubio al Oeste del mar negro ya cerca de Bulgaria.
Movimiento del pie derecho a la izquierda, 2 ½ de pulgada solo 6.35 centímetros que separan el gas del freno. Y toque al freno. ¿Por qué lo haría?
Lo habitual, comentario de tarifas. ¡Venga vamos! Total, será la última vez.
Servicio: lo normal de un completo de polígono. Todo aséptico y polígonero.
El ritual. Al terminar, la charla de rigor mientras nos vestíamos y observaba aquel cuerpo pequeñito, pero precioso y lleno de belleza de un rubio natural sublime. Hasta entonces nunca me habían gustado las mujeres pequeñas.

“Sabes: La crisis que ha traído a este polígono”
Si, como a todos.
“No hablas mucho”
No, casi nada.
“Eso no está bien, yo hablo mucho”
Ya, lo escucho.
“Pareces cansado. ¿Una semana dura?”
Muchas semanas duras, puede que años. No estoy cansado. Solo estoy muy triste.
“¿Y eso? Eso, no está bien. No tienes que estar triste”
¿Me haces un favor?
“Depende”
Tranquila no te costara mucho. ¿Me das un abrazo? (nunca sabrás que me vas a dar el último abrazo de mujer).
“Si hombre, eso sí. Ven, acércate”
Un cuerpo pequeñito que me recordó a los abrazos que mi madre ya no me podía dar desde hacía cuatro años.
(En una buena actitud comercial) “Vamos a hacer una cosa. ¡Cuando estés triste! tú te vienes por aquí un ratito conmigo y yo te alegro un rato ¿Vale?”
“Ya sabes dónde estoy”
Adiós para siempre. (¿Si supieras donde iré antes que el sol mate la noche?)

Vuelta a recorrer esas 2 ½ de pulgada solo 6.35 centímetros, pero de izquierda a derecha esta vez. Soltar freno y presionar el gas.
Salir de aquel polígono viendo el resplador de las hogueras, calentando la piel de aquellas mujeres, el olor a humo con resina de la madera de pino de tablas de pallet, entre los tangas y sujetadores de color blanco, rojo y negro, sobre tacones de vértigo. Al pasar bajo las luces de las farolas, sentía la claridad, antes de llegar a la siguiente, la oscuridad. Así, una tras otra farola, antes de la penúltima rotonda. Claro, oscuro, claro, oscuro, oscuro, oscuro… como mi vida. La M 31 a oscuras también, habían robado el cable de cobre. En cada farola apagada una gaviota posada sobre la tulipa. Debían tener tanto frío como mi alma.
Los kilómetros pasaron, pero una y otra vez retumbaba en mi cabeza:
“¡Cuando estés triste! tú te vienes por aquí un ratito conmigo”
“¡Cuando estés triste! tú te vienes por aquí un ratito conmigo”.
Al llegar lo pensé. Mientras retumbaba aquel: “¡Cuando estés triste! tú te vienes por aquí un ratito conmigo”.
Cogí la cuerda, la saque del coche y todavía hoy está en al armario de resina de la terraza, nunca se sabe cuándo puede volver hacer falta.
Después, como la guerra de la Galaxias contada al revés: “Así se acabó”
¿Un final feliz? No, si mi pie no hubiera recorrido aquellos 2 ½ pulgadas solo 6.35 centímetros…

¿Para qué me salvaste aquella noche la vida?

Puede que ahora llevara casi dos años y medio de descanso.

Última edición por carretan; 03-05-2017 a las 23:57
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  #2  
Antiguo 23-03-2018, 09:01
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Saludos


Buenos noches estkmado Carretan,

Es la primera vez que leo vuestro relato, si en esta ocasión no llego a tutearle no deje de hacerlo conmigo, es decir que puede tutearme todo lo que desee porque le distingo y siento respeto en sus palabras.

Su relato es impresionante, y con matices apocalípticos.

Si alguna vez le ha dado la impresión de sentirnos identificados en nuestros relatos, recuerde lo que dijo una vez un Jorge Luis Borges: "Un hombre son todo los hombres y una mujer son todas las mujeres".

Usted dice que no sintío la emoción en la potencia de su coche cuando lo hizo rugir, y si me permite le confieso que llevo mucho tiempo que no siento el placer que se siente al desgustar los alimentos. Sepa que me encantaba comer y me refiero a desgustar y saborear los alimentos y en cada momento...

Reciba un cordial saludo, de parte de este personaje invisible.
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  #3  
Antiguo 16-07-2018, 15:46
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Las vacaciones, es lo que tienen. Las va tomando la gente y estás solo, supliendo y haciendo sus trabajos. Otra vez se hizo tarde para terminar las tareas añadidas para suplir a otros.
La eterna incógnita. En el portal hay varios grados de temperatura menos que al subir a casa. ¿Cómo es posible? Ni idea. Al salir del ascensor he notado algo raro en todo el cuerpo. Sera el calor. Voy a poner el aire, esto está todo sucio, desordenado, vacío, nadie espera a nadie hay que esperar.
La ducha parece que alivia un calor bajo el chorro de aire fresco. Vuelvo a notar algo raro, ya sé lo que es. Hace dos días que no cómo nada sólido. Miento otra vez, dos y medio. El fin de semana mi hermana se apiado de mí. Debía tener un aspecto lamentable y me preparo una comida caliente. Voy a la dieta líquida de cinco estrellas otra vez. ¡Para! me digo; has notado algo raro dos veces. Una triste lata de conservas y biscotes de pan envueltos en plástico tienen que parar estos mareos.
La televisión encendida parece que acompaña, solo anuncian repelentes de mosquitos y productos de higiene intima femenina, después un tío se quita los pelos del pecho y parece tan contento. Estoy por salir a comprar esa crema. ¡No! no salgo. Creo que eso tampoco eliminará la persistencia de mi fijación melancólica en este hastío vital.
Las noticias: ¿Qué es esto? un cumulo de datos, pero solo eso, datos acumulados:
¿Por qué coño se ocupan ahora de esto?
En este país, en 2016, 3.569 personas acabaron con su vida, 2.662 eran hombres y 907, mujeres. Lo intentan entre 30.000 y 90.000 personas al año.
Se suicidaron diez personas al día, lo que supone el doble de las muertes que se producen en accidentes de tráfico. Es la principal causa de muerte entre los que no padecen enfermedades crónicas.
Recuerdo la canción de la Cabra mecánica, “Mata más gente el tabaco que los aviones”.
Siguen diciendo que es la primera causa de muerte violenta. Extrapolando datos. En total un millón de personas al año en el mundo toman una decisión drástica.
Dicen que no estás solo, que alguien te puede ayudar. Al oírlo miro a mi alrededor, es verdad el aire esta puesto y la tele encendida.
Pero no se dan cuenta que el no sufrir es una solución a una crisis, inversamente proporcional al sufrimiento soportado en esos momentos de: “a veces nacer, a veces ganas de acabar con todo.” Déjame con mis devastadoras ideas.
No es una enfermedad, no estoy en un túnel. Parecen no comprender que solo uno mismo sabe, en ese momento, en el que no merece la penas sufrir más. Solo el interesado sabe por lo que está pasando. Unas circunstancias vitales negativas, que solo ellas saben lo que tengo dentro.
Que sabe nadie de mí, que sabe nadie lo que, a mí, me merece la pena o ¿no? Que sabe nadie las penas que yo voluntariamente silencio. Lo que yo, desesperadamente he madurado en un fuego lento dentro de mí. Esas penas, ni de forma silente ni histriónica salen de mí al exterior.
Acaso alguien sabe: ¿en qué punto estoy? ¿Quién quiere decidir sobre mi vida? ¿Quién coño conoce mis vacíos internos?
No me pueden juzgar, ni decirme tonterías, sobre decisiones que se toman en un instante, que es totalmente diferente al anterior. ¿Sabe alguien lo que deseaba yo aquel día en aquel momento?
Intentan entrar en los dilucidados y distorsionados nexos afectivos que ha creado una soledad suficientemente anónima.
Cuando reconoces, que vales más muerto, que estas estorbando perdido en tu soledad, que es un dolor suficientemente intenso para negar una evidencia que te hace más útil muerto.

Son solo estudios prospectivos que quieren sondear en las profundidades de mis recónditos y desconocidos recovecos. ¿Alguien podría llegar hasta mi fondo?
Al parecer un reconocido experto, acaba dando una última recomendación: Hablar, hablar y hablar. Los demás detestan el mutismo. ¿Quién quiere hablar con el que no hace gracias, con el que no es gracioso, con quien no dice cosas buenas, con el calificado como negativo o tóxico, con el que no aporta nada?
Al final, solo quiere hablar contigo a cambio de dinero, una mujer por comprar su cuerpo por momentos. Pero también la acabas cansando y se une al carro de tu influencia negativa. Y ella tampoco me conoce. Parece que acaba, como con las peores adicciones, cada vez las dosis deben ser mayores.
Solo eres un tío que se debe mantener cabreado todo el día, no expresar ninguna emoción no permitida. Es lo único que se espera de ti.
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  #4  
Antiguo 24-07-2018, 13:54
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Buenas tardes estimado compañero,

En primer lugar permítame indicarle que sus relatos son profundos, y muchas veces Me identifico tal y como describe cada uno. Quizás se diga que seamos almas gemelas, pero espero que no sea así. Con lo cual me permito con todo respeto acercarse en pensar en lo siguiente:
-Vaya a por todas y si es posible robe, mienta, mate, brinde. Pero si va a robar que sea un beso de Amor, si miente que sea a la muerte, si va a matar que sea al aburrimiento, y si va a brindar que sea por esos maravillosos momentos que nos quitan el aliento. Por que porque en la guerra y el Amor todo se vale.

-O recoja todo lo que le queda de fuerzas y esperanzas o fé viaje muy muy muy lejos, intenté volver a empezar a ver nuevos cielos, perderse en la lectura y si ya la ha hecho vuelva a intentarlo y a intentarlo y seguir intentando nuevas cosas o hábitos.

Hay una bonita historia sobre un hombre llamado Sinclair que despierta un día y nadie le reconoce, enfadado y frustrado después de un largo día de dificultades en donde sus amistades servidumbre y demás conocidos le trataban como si no le conocían, regreso a su casa y durmió profundamente, con lo cual despertó al día siguiente y todo volvió a ser como antes.

Si es capaz de encontrar está historia, que segurísimo podrá, le aseguró que le gustará mucho y pueda comprender el mensaje de la historia de acuerdo a su persona.

No es el único y no está solo, la diferencia que personas como yo acabamos siendo hipócritas y no volvemos abrirnos a los demás por miedo y rechazos continuos.

Pero por favor, no haré de esto una autocompasión. Porque la vida es así, y toca vivir así en algunas ocasiones sin hacerse ilusiones falsas.

Ánimo estimado Carretan, a seguir jugando e intentándolo tomando todo lo que se pueda para volver a empezar y sacar una reflexión positiva o negativa.

Le deseo que siempre siempre y siempre pueda alcanzar la reflexión positiva.

Reciba un cordial saludo, y hasta siempre...

Última edición por Dannybello; 24-07-2018 a las 14:00
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  #5  
Antiguo 26-07-2018, 11:21
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Estimado Dannybello, no pretendo acabar convirtiendo esto en un chat. Pero, no puedo evitar que venga a mi mente esta cita de una canción de los suaves, “El ultimo pecado” (Lo admito soy rockero, no saben que el rock, se escucha con él corazón.)

“Pero ahora resulta que los viajes se hacen en casa sentados entre dos luces
todo el mundo enviando mensajes pensando que van a llegar a su destino
o golpeando esas teclas sucias y grises
que lloran y gritan cada vez que cada uno
intercambia mentiras, amor y risas
con sus amantes de cristal
mientras que justo a tu lado
en tu barrio, ese bosque de antenas, ventanas y ruido
un pobre loco escondido
te espera cada día de la noche a la mañana
solo para ver el amanecer de tu mirada
y si no puede ser, saber de qué color es tu vestido.”

Si, conocía el cuento de Jorge Bucay ¿Quién eres? Relatando la terrible experiencia de Sinclair. Y que concluye con la moraleja mensajera:
“Todo había vuelto a la normalidad…
Salvo él, por suerte, él, que nunca más tendría que rogarle a otro que lo mirara para poder saberse, él que nunca más tendría que pedirle a otra persona que lo definiera, él que nunca más sentiría miedo al rechazo…
Todo era igual, salvo que ese hombre nunca más se olvidaría de quién era.”

Me admiran, los que parecen tenerlo todo tan claro. Y en parte, reflejó mi reflexión sobre la noticia que fue provocada por algo así. Como la ligereza con la que juzgamos, clasificamos e igualamos todos los casos, para globalizar un estándar, más sencillo de entender. Todos distintos, aunque parezcan iguales. Me asombran, los que piensan que he sido malo porque nunca fui muy bueno. Piensan que ando escapado, pero solo es que me tengo miedo.

Quien puede saber, como me sentía yo aquel mes de noviembre y como: un movimiento del pie, de solo, 6,35 centímetros con una frase comercial de mujer, evitó que acabase colgando de una cuerda: “¡Cuando estés triste! tú te vienes por aquí un ratito conmigo y yo te alegro un rato, ¿Vale?”

Se agradecen siempre los ánimos. Yo tampoco pretendo caer en la autocomplacencia y mucho menos tener un alma gemela si tiene que padecer lo que yo, no lo deseo para nadie.
Y si, hace varios meses decidí: no comerme la vida a bocados, no robar, no mentir (solo por dinero), no matar (para eso ya está la guerra), no brindar (no busco con quien), no viajar para volver a empezar, ni culparme por lo que siento. Solo vestir de negro como mi negra suerte. Blindando mi corazón y mi vida con siete cerrojos y mil forjas soldadas. Y me he cerrado a cualquier tipo de relación personal.

A veces, pienso que tengo centenares de contactos en el móvil, pero seguro que no podría llamarlos y poder conseguir, solo tomar un café, con uno solo, con quien simplemente poder charlar. Solo lo hago con mujeres profesionales del sexo a cambio de dinero, escogiendo compañía para cada momento.

Dentro de mi cerrazón, solo me queda que todo fluya y:
Mi cabeza es un obús. Más viejo y más engañado, con más penas y menos salud, soy un burro cansado.
“Naces solo, mueres solo, no te engañes, solo vas viviendo días divididos en malos y peores”
La Felicidad o la muerte pueden esperar a la vuelta de la siguiente esquina.

Estimado Dannybello, en algo si se parecerán nuestras vivencias, ya que, dentro de los ánimos infundidos, siempre deja la posibilidad de lo negativo. Y no las habituales que tan a fuego, nos han inculcado a que todo sea maravillosamente positivo (a veces perder otras no ganar) para el mentiroso triunfador que no lo es tanto.

Respondiendo su cordial saludo, hasta siempre.

Última edición por carretan; 26-07-2018 a las 11:46
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  #6  
Antiguo 14-11-2018, 15:58
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¡Lo siento!


Domingo por la mañana. Calles cortadas, tristes caras para ser festivo, pero todas sin nombre. Un guardia me desvía en mi camino al cementerio. Para hablar con una fría piedra, por lo menos ella, es tan dura que parece escuchar mis silenciosos lamentos, lanzados hacia lo que quede, de los que están bajo ella. Sigo rogando, que por lo menos Mamá, no se entere de los malos miedos que me llevan, casi todos los domingos allí (si no tengo obligaciones paternales), para hablar con Ella.
¡Qué cachondos! Hacen una carrera en Madrid para prevenir el suicidio. ¿Carrera a dónde?… A un agujero negro, del que todo el mundo habla, un agujero del que ninguno conocemos que fondo tiene, ni si se puede escapar de él.
Cuatro mil quinientos muertos al año provocados a causa del suicidio en España. Una docena por día, se liberan de “todo”. Mas que en accidentes de tráfico, siendo la primera causa de muerte violenta no natural.
¡Y vengan datos y más datos! Otra vez, “los mismos clavos, la misma cruz, los mismos clavos el mismo ataúd”. El 10% de la población tiene ideas suicidas. Y un 0,6% lo intenta. Se nota que soy de ciencias y como me atraen los números, y que, aun siendo fechas casi nunca olvido.
Dicen, que: ¡Hablar de esta conducta, evita el suicidio! Pero es que no os dais cuenta, que en este mundo de falsos triunfadores. Nadie quiere hablar con el que va de la derrota al fracaso. Unas veces perder otras nunca ganar.
La ideación de un intenso cansancio provocado por una intención que subyace y en la que nadie quiere creer.
La desesperanza del sufrimiento de una soledad sin sentido ha provocado, una continua quiebra afectiva alimentada por el miedo al rechazo. Un rechazo encadenado a los acompasadamente armónicos trallazos del látigo de un incierto destino.
Casi siempre, lo único que queda, son las ganas de acabar con “todo”.
Te dicen. ¡Busca ayuda! ¿qué ayuda, la que te da pastillas para atenuar ...? ¿Qué van a atenuar? Lo mismo que atenúa una fría botella y un caliente cigarrillo, después de comprar: unos minutos de falso ardor con una bella mujer. Soledad por compañía, un millón de mentiras por una verdad. ¿Quieres conocer al demonio? Cómprate un espejo, asómate: es tu reflejo.
Al final siempre, me falta ese último punto de valentía. Ese movimiento que, quizá tan solo, sea de 2 ½ de pulgada solo 6.35 centímetros. Que me lleva, una y otra vez a volver a pagar por compañía que, durante unos minutos, me engaña con su dulce hipocresía. Sin mover el dedo acusador, comandado por una mente perversamente perturbada, que no termina de apretar el metálico gatillo, ensamblado al frío tubo encarado a quema ropa sobre la sien.

¡Ojalá¡, pudiera contarle a alguien, como me siento.
Al menos, a un desconocido explicarle, que es lo que siento.
No escribiendo en un teclado, que no percibe, que siento.
Oculto en mi silenciosa soledad del rechazo.
Este maldito sentir que hace no sentir nada.
Otro trago de lágrimas de la más dura tuica.
Solo Tú, sabes qué no puedo hacerlo.
Sé, que todo es culpa mía y... ¡Lo siento!
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