Confesiones de un aprendiz de gigoló. 2ª La preparación
Confesiones de un aprendiz de gigoló.
2ª La preparación.
¿Por qué no puedo se gigoló? A ver, ¿Por qué no puedo serlo?
¡Que manía! Cuando se lo conté a mis tres amigos íntimos, hicieron cualquier cosa menos animarme.
Mi amigo Antonio es un triste. Es muy buen chaval, pero triste.
Siempre lo fue. Cuando éramos chavales también lo era. Rubito, ojos claros y cantaba muy bien, pero era triste y no se comía una rosca. Hizo la carrera de derecho sin darse cuenta ni él ni el resto de sus compañeros. Lo peor fue que tampoco se enteraron que estuvo en la facultad ninguna de las chicas de su promoción. Al terminar la carrera siguió con lo que mejor se le daba, estudiar y aprobó las oposiciones para abogado del estado. ¡Ahí es nada!
Pero… Seguía siendo triste.
Cuando creímos que se iba a quedar soltero, hace unos diez años, nos informó solemnemente que se casaba con una chica quince años mas joven que él. Tener quince años menos, desde luego, que no la hacía ser una jovencita, que Antonio (y yo ¡Ay madre!) ya tenemos una edad. Pero bueno se caso más feliz que una perdiz, en el supuesto caso que las perdices sean felices.
El problema es que se casó hace unos diez años y lleva tres separado.
La chica, una gordita, separada, de cara agradable y muy simpática y dicharachera, resulto ser un poco nerviosa de cintura para abajo. Eso no mejoró el carácter melancólico de mi amigo y un día que volvió pronto a casa, se encontró con su mujer dando alaridos desde su habitación, un casco de motorista y unos calzoncillos que no eran de su talla en una silla del salón. No recordaba haber comprado una moto, por lo que, hombre comedido, se fue de casa sin hacer ruido y comenzó los trámites de separación.
La gorda se fue con el motorista y mi amigo Antonio con un psiquiatra para tratar su ya más que evidente depresión.
Pues bien fue hacerle participe de mi voluntad de iniciarme en el noble trabajo de hacer felices a las féminas e insistió en darme la dirección de su psiquiatra, empeñado en que lo mío era una clara depresión post separación.
Traté de explicarle que yo no estaba deprimido, tal vez un poco asustado, pero deprimido no. Que el deprimido era él, que no había podido olvidar a su ex, que por otro lado era más casquivana que yo mismo, ¡que ya es decir! Es más, le dije que mi intención era llamar a su ex mujer para ofrecerle mis servicios como gigoló, ya que en alguna situación anterior se me había insinuado.
No se por qué, se cogió un cabreo del copón. Se puso colorado como un tomate, se le ingurgitaron las venas del cuello, me cogió por la solapa y si no llegan a estar mis otros amigos sabe Dios que habría pasado.
Bueno, pues resulta que no me habla desde entonces.
Mi amigo Luis del que ya he hablado en algún otro relato de él, solo se me quedó mirando, tras un buen rato de descojonarse y me auguró: “Tu no duras dos gordas. O es que acaso crees que te va a llamar Charlize Theron”.
No me hizo más comentarios, eso sí, se ha comprometido a mediar con Antonio para que hagamos las paces. No me gustaría perder una amistad de tantos años por un quítame allá a esa gorda.
El único que mostró interés tras la fase de carcajadas, fue mi amigo Juan.
Es lógico tiene una pequeña empresa de publicidad y le pedí ayuda.
Juan anda últimamente un poco de capa caída. Su mejor cliente se le ha ido. Era una empresa catalana de alimentación: “Rius y Ripoll” conservas.
En realidad, según me contó Juan, procedía de un tal Andrés Rios Vazquez que tenia una plantación de tomates en Murcia y de su socio Ceferino Couceiro Gomez que la tenia de patatas cerca de Fonsagrada en Lugo. Ambos coincidieron en los sesenta del pasado siglo en Barcelona en donde montaron una empresa de importación- exportación de productos agrícolas, sobre todo patatas y tomates, TOMAPAT S.L. Con el tiempo fueron ampliando a industria conservera y su producto estrella era el tomate frito.
El cambio de nombre se debió en los noventa a adecuarlo más a los tiempos que corrían y aprovechando que el bueno de Ceferino se casó con una catalana apellidada Ripoll y que Rios catalanizó su apellido a Rius
Contrataron a mi amigo Juan cuando hace un año, viéndolas venir, trasladaron la sede de la empresa a Madrid y queriendo hacer una publicidad más del gusto madrileño.
Mi amigo Juan diseño una campaña con buzoneo y con cortos en los cines y con una cuña radiofónica que venia a decir acompañada de una musiquilla estúpida:”¡ TOMATE RIUS, TOMATE RIUS, ADORNE A SUS CENAS CON TOMATE RIUS
SI LA SALCHICHA DE SU MARIDO ESTÁ TRISTE ECHELE RIUS Y VERA COMO SE ÁNIMA!
No diré yo que fuese una campaña ejemplar, pero inmediatamente protestó la Asociación de Feministas, Lesbianas, Transexuales, Bisexuales, Gays y no se cuantas cosas más, aduciendo que se trataba de sugerir un símbolo fálico de manera clara con un mensaje machista y con pretensiones de dominación hetropatriarcal. Yo desde luego podría estar de acuerdo en todo menos en lo de heteropatriarcal porque no tengo repajolera idea de lo que es.
El caso es que mi amigo respondió presentando otra cuña, esta vez en forma epigramática que decía:
SI A LA SALCHICHA, ES PECADO
CEBARLA CON TOMATINA
ECHESELA A LA ALMEJA
Y VERÁ QUE ES COSA FINA
Ni que decir tiene que dicha cuña no vio la luz y mi amigo perdió a uno de sus mejores clientes.
Pero bueno, como casi siempre me pongo a divagar. Pido perdón.
Juan es el único que respondió a mi pregunta del principio.
-Pues no puedes ser gigoló porque no. Vamos a ver, ¿tu has mirado tu posible competencia?.
¿Te has percatado de cómo eres? Con los debidos respetos, querido amigo, estas estupendo para tu edad. Pero eso…para tu edad.
Es decir venía a llamarme feo y viejo. El caso es que quedé en revisar en Internet todo lo que pudiese de prostitución masculina y el se comprometía que si yo seguía en mis trece me echaría una mano con la campaña de marketing.
Partamos de una base: yo soy casi guapo.
Vamos a ver, el arquetipo de la belleza masculina es, si no me equivoco un tipo alto, moreno de ojos verdes. Por lo menos es así para casi todas las señoras con las que hablo.
A mí en la mili (Soy de los que hicieron la mili) me tallaron en un metro ochenta y cinco centímetros. Bien es verdad que me midieron con los zapatos puestos. Hecho por el que llamé la atención al cabo que me estaba tallando. Me contesto que daba lo mismo, que si iba a ir a la guerra procurarían que fuese con las botas puestas. Insistí en explicar que estaba convencido que las estadísticas de altura a nivel nacional se realizaban con el tallaje de la mili y que iban a salir sesgadas. Se me acercó el sargento que estaba controlando todo aquello y amablemente me dijo: “Mira chaval, están volando unas hostias y tu tienes cara de aeropuerto”.
Ante este argumento esgrimido por alguien con aspecto de cumplir con lo que decía, opté por callarme y me quedé con el metro ochenta y cinco.
He de decir que no llego. Posiblemente ando por el metro ochenta y dos o así. Pero vamos, no soy lo que hoy en día se consideraría alto pero me acerco.
Así que soy casi alto
Moreno, no soy. Soy castaño, con alguna cana, pocas y con suficiente pelo aunque se me clarea el cartón, pero vamos creo que nadie se referiría a mí como ese señor calvo.
Los ojos son castaños verdosos, no se si eso vale. Por lo demás delgado, apenas llego a los 75 kg, y desde hace años deportista
Bueno en definitiva creo que eso, que soy casi guapo. Así que físicamente creo que tendría mi público.
Pues nada lleno de esperanza a mirar la competencia.
¡La leche! Todos los anuncios que he mirado son tíos jóvenes y cachas. Fibrados como se anuncian. No tengo una clara idea de que es eso de fibrado, pues como adjetivo no aparece en ningún sitio. Sería en todo caso el participio del verbo fibrar si dicho verbo existiera en castellano, que no existe.
Pero las fotos son bastante explicitas y fibrado se debe referir a la tablita de chocolate que muestran todos ellos. La mía hace algún tiempo que se derritió y está algo desdibujada.
Y encima tienen el mal gusto de fotografiar unos pollones. En eso ni me quejo ni he recibido excesivas quejas pero vamos mis medidas son estándar
Total, que primer acercamiento y veo el panorama un poco sombrío.
Lo he hablado con Juan y él, sin embargo, tras su primera impresión negativa, la idea le ha ido divirtiendo cada vez más y estaba más participativo.
Opina que mi nicho de mercado era mujeres con déficit afectivo, de mediana edad, con medios económicos suficientes y que no se atreven a buscarse pareja por los medios habituales.
Para un tipo como yo que he tenido que mirar en Google que coño es eso de nicho de mercado, en principio no me parece ni bien ni mal, que lo que yo pretendo, Dios mediante, es echar de vez en cuando algún polvito y que me lo paguen.
Primero me ha explicado que tendría que definir mi ámbito de trabajo, pues al parecer lo correcto es buscar un ambiente estable.
¡Tócate el muslo! Además de nichos hay ambientes estables y supongo que los habrá inestables
También he quedado en que tenemos que definir el portafolio de servicios y diseñar una estrategia de marketing. Supongo que se referirá a que le diga lo que estoy dispuesto a hacer y a los anuncios.
Pero eso os lo cuento otro día
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La ironía es un arma de la inteligencia. Si hay que explicarla, la hemos cagado
Quod natura non dat, Salmantica non praestat
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