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Ella está ahí. Grita de placer. Se retuerce. Se contonea. Y nos estamos volviendo locos. Nerviosos. Alterados. Ansiosos. Calientes. Esperando el momento oportuno...

“Hijo mío, busca el momento oportuno”. Ni antes, ni después... “el momento oportuno...”, “el momento oportuno...”, martillea mi cabeza..., “el momento oportuno...”

Por fin llegó ese momento tan esperado. Por fin llegó esa posibilidad de éxtasis. Por fin el objetivo de mi vida. Y vuelve a mi mente la hazaña del abuelo que mi padre me contaba orgulloso hasta quedarme dormido en mi infancia. “Él lo logró”, “el momento oportuno...”, “fue uno entre millones”..., “solo uno lo logra...”, “el más fuerte, el más preparado, el más listo, el más equilibrado...”

Ella lubrica perfectamente y es el momento. Quiero tocar el cielo. Quiero ver a Dios. Dejar atrás esta oscuridad. Sentir. Quiero sentir. Me encuentro pletórico. Es el momento de demostrar lo aprendido. Es el momento de demostrar lo entrenado mil veces. Voy a demostrar a mis hermanos que soy el mejor. Y viviré eternamente...

Todo tiembla. Aprovecho la sacudida y me coloco con ventaja. Somos muchos millones pero solo uno el elegido. Voy a ser yo, lo sé. No aguanto más. Voy a salir. Ya sé que otros lo intentaron y murieron por su precipitación. Pero intuyo que es el momento. Voy... voy... veo su sexo. Es... precioso!!!!

Empujones, pisotones, trampas, todo vale. Lo siento hermanos, voy a ser yo. Y voy el primero... siiiiiiii!!!!!!! Voy a ser yo... veo el camino, veo la forma, siiiiiii!!!

Mieeeerdaaaaaaaaaa!!!. Me he estrellado contra el depósito de un condón. El primero, si, pero fue peor. Millones de hermanos que venían detrás me han aplastado contra el puto látex. Una vez de cada 30 polvos y me toca a mí el puto preservativo. Joder. Soy un fracasado. Y estoy muerto. Muerto. Muero suicidado... no hay salida. No hay salida. Alguien hace un nudo en el otro extremo del condón, en el momento oportuno... y termino suicidado dentro del depósito de un plástico, en la papelera de cualquier hotel, de cualquier ciudad. En el momento oportuno. En el momento oportuno en que millones de hermanos colean enloquecidos en busca de algo que no van a encontrar, enloquecidos, rabiosos, desesperados. No fue culpa mía. ¿Cómo iba yo a saber...?. ¡Dejadme morir en paz, plastas!, ¡dejadme llorar tranquilo por no haber sabido encontrar “el momento oportuno”!.

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