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carretan 31-10-2017 15:13

El sabor
 
Una vez, Ella, me pregunto: (sin nombres, solo son una combinación de letras que forman un sonido) ¿Por que me pagas un servicio que podría ser con francés hasta el final y nunca lo utilizas? ¿Y no me quieres ver arrodillada ante ti?
No me gusta el sabor y no quiero ver a nadie arrodillado ante mi.
¿Es que, conoces el sabor?
Si, lo conozco.
Ya va haciendo tiempo; me obsesione con ese tema y Otra (con otro nombre) a la que no paraba de pedírselo, me dijo: vale.
Cuando llego el momento, me dejo derretirme en la palma de su mano. Se acercó a mi boca, acercando la suya me dijo: Venga vamos a compartirlo mientras nos besamos, es tuyo. ¿No?
El sabor era algo metálico, correoso, áspero y que me hizo rechinar los dientes, si a mi no me agradó el sabor, menos agradaría a otra.
Pero realmente, el peor sabor, fue un poco después, pero, hace también mucho tiempo. Cuando…
Yo seguía esperando junto al arroyo detrás de la residencia de suboficiales. El sol acababa con la noche. Apareció una grúa con el corsa sedán. Estaba destrozado. El volante ensangrentado, casi tocaba el asiento. Con los ojos cargados de noche, detrás de mis gafas negras. Escuché, como el conductor de la grúa, dijo al centinela: “No toque uste na, que esto lo tiene que mirar un juez”.
El centinela pregunto: Conozco al conductor, no creo que le haya ido muy bien ¿no?
Sa salío en la curva del mirador y se lo han llevao pal hospital militar, pero creo que el chorbo ya estaba palmao.
Sin querer dejar bajar las comisuras, para esbozar una sonrisa, con una vieja satisfacción extraña. Pero jodido porque otro se adelantó cobrando al deudor. Entre descanso, sin haber terminado un trabajo y disfrutando el momento de ver, vencido al que un día fue vencedor. Volví a mi moto y cerré la maleta, después de coger los guantes y el casco para envolver las tenazas de emascular equinos, las bridas, la cinta, dos pares de guantes y el trinquete de cortar uvas. Reposte gasolina y viaje de vuelta a Madrid.
Cuando la red de redes empezó a funcionar y se publicaban los boletines oficiales del ejercito. Buscando un nombre de un recibo impagado que tenía que cobrar. Por una coincidencia de nombres y apellidos. Allí estaba, eran los suyos, había ascendido. Tenia una graduación superior y estaba destinado en la región militar… (bueno, una región).
Un revolcón interior empezó a darme vueltas en la cabeza, que se convirtió en una batidora a muchas revoluciones.
Lo tengo bien pensado, no hay otra cosa que se pueda hacer: Había visto, el fin de semana anterior a Dani, el veterinario. Como capaba un caballo (anestesiado claro, pobrecito, los animales son mejores que las personas) Agarro con aquellas tenazas el sonrosado miembro del animal que se puso blanco en la zona de presión y amoratado por la punta. Y con un bisturí, recortó una parte blanquecina con pus, de un absceso que se había infectado. Recordé, en que armarito guardó aquellas tenazas de acero brillante, de las que era imposible liberar nada que apretase tejido vivo.
El sábado siguiente, con disimulo, en una visita sorpresa, me lleve aquella herramienta para ir después a la ferretería a comprar: bridas de plástico, cinta eléctrica ancha, unos pares de guantes y un trinquete de cortar uvas.
Miguel, el ferretero, me pregunto: ¡Jooer¡¿ande vas a vendimiar en esta época? ¿Ties cepas de invernadero, o que?
No, no, es para otra cosa. Miguel.
Por seguridad y con la saña lenta de la venganza, afilé aun más aquel trinquete con una piedra de Arkansas al aceite, recreándome en el sonido del acero con cada pasada sobre la piedra, que se ponía gris al recibir las minúsculas esquirlas de acero que se desprendían con el afilado hasta conseguir que cortara un pelo en el aire.
Todo estaba preparado. El fin de semana siguiente. No di señales de hacer ningún plan y empezó el viaje.
Al llegar a la región, no me costo mucho dar con el antro más cutre en el que seguro estaría.
Entré y sentí el olor de aquel sitio, el típico de ambientador desinfectante que usan en los clubs de provincia. Un par de mujeres con ropa ajustadísima que llevaba bastante tiempo sin pasar por la lavadora. Se fueron acercando a mi, mientras cabizbajo y mirando por el espejo detrás de las botellas. Observaba a aquel bicho que estaba un par de metros a mi izquierda. ¿Me invitas a una copita? Cariño, eres muy guapo. Si, pide lo que quieras y siéntate en esa banqueta a mi izquierda, (así me cubres la cara). Con sus muchos años de bagaje, me iba preguntando lo típico. ¿No te conozco, no eres de la zona, que haces por aquí?
En una de esas, borracho como siempre, el bicho. Tiró un vaso por la barra. Y al levantar la mirada. Vi su ojo izquierdo extraviado y escuché su maldita voz ronca y gangosa, gritando a la chica de la barra para que le sirviera otra de lo mismo que había tirado. Uno de los hielos, casi llego al codo de la chica que me daba conversación. La pregunte ¿Y este? Es militar, un borracho de la base, todos los fines de semana hay que echarlo a las 6, si te vas con él: paga mal y casi ni se empalma, es un y un asqueroso, no se quiere ni duchar y le apesta el aliento. (Dimelo a mi, pensé).
Era él. No había duda. Pagué las consumiciones y salí de aquel antro, no sin el enfado de aquella mujer. Qué no dejaba de preguntar: ¿es que no te gusto? Sube un ratito conmigo que la pasaremos muy bien, mi amor, yo hecho unos polvos barbaros, esta noche no es para andar por ahí solo.
Al salir, en el aparcamiento, busqué los coches uno a uno y vi un Opel corsa azul, el mas sucio y destartalado que había, con colgajos en el espejo interior y emblemas con banderas, no había duda, tenía que ser el suyo.
En el frío de la noche, espere pacientemente, pero el calor de la venganza no me dejo notar la helada que caía esa noche. El resto de clientes se fueron marchando. Puntual a las seis, salió un tío enorme. Que le empujo hasta su coche y cerro las puertas de hierro.
Le costo atinar con la llave. Se monto en el corsa y consiguió salir a la carretera dando bandazos. Le seguí a una distancia prudencial, mientras recorríamos una sinuosa carretera con un par de curvas terroríficas en las que casi se salió, dejando a la izquierda un mirador que de día tenía que ser impresionante.
Llego hasta un edificio, que rodeo para aparcar detrás, al costado de la carretera, había un soldado que montaba guardia y que le saludo cuando pasaba.
Me fui a descansar al hotel donde me había alojado y sin poder dormir mientras urdía el plan para el siguiente día.
Era sábado y el volvería a salir para emborracharse con el sabor de su bebida favorita por “ultima vez”.
Muy temprano, volví al edificio y al pasar lentamente, pude leer: Residencia de Oficiales.
Con un par de vueltas alcancé una calle que daba al aparcamiento trasero donde estaba su coche. El aparcamiento, estaba separado por un arroyo casi seco, conectaba por un sendero por el que podía pasar.
Lo tuve claro. En la madrugada del domingo, cuando llegase después de las seis, tras cerrar el club. Ya con los guantes puestos, sin dejarle salir del coche, controlando sus manos por si estaba armado. Lo amordazaría con cinta adhesiva, lo inmovilizaría con bridas de plástico, le bajaría el pantalón, agarraría su colgajo con las tenazas y de un solo tirón con el trinquete de vendimiar. Me las pagaría todas juntas.
Sin parar de fumar, casi sin comer en todo el día y bebiendo lo justo, repasaba uno a uno los movimientos que tendría que hacer para conseguir saborear aquel sabor de venganza.
Ya muy entrada la noche, pase por la puerta del club y allí estaba aparcado su coche, solo tenía que volver a mi puesto de acecho y esperar pacientemente hasta que volviera después de las seis.
Pasaban muchos minutos de las seis y con ellos varias ambulancias y coches de la guardia de trafico y policía militar, subían hacia la carretera de las curvas.
Con el sabor del cigarro que pensaba, sería el de antes de la intervención. Volví a recordar el frío de la noche desértica y aquel sabor, igual al de muchos años atrás. Cuando aquel mal nacido, que siempre me la tuvo jurada, en una sucia tienda parque, en mitad del desierto montada al aire como campamento de la misión en oriente. Después de darle novedades. Me miraba con odio desde sus ojos extraviados. Diciendo con su voz gangosa y trabada por el alcohol: “No te vayas”, mientras bajaba y anudaba la cuerda de la lona que hacía de puerta. Desenfundo su pistola y tirando del cerrojo con la mano izquierda la monto y puso la primera bala en la recamara. Con la pistola pegada a su cara, apuntando hacia arriba, se acerco y sintiendo su fétido aliento me dijo: “, te crees que eres muy alto y muy fuerte, ponte de rodillas” Solo pude decir: pero, que dice, Mi …
Sentía la forma redonda del tubo del cañón sobre mi sien izquierda y con la sensación de los veinte años que no se quieren perder. Me arrodille mientras el frío del tubo de acero, me dañaba la piel de la frente, pero lo que me dañaba era el alma, que se abrasaba aguantando lo doloroso del momento sin poder defenderme y sabiendo que a un mierda como él, sin un arma en la mano, lo podía exterminar solo con mis manos. Hasta el dolor que traspasaba del suelo a mis rodillas dolía menos. Nunca recuerdo, si, hubo alguna lagrima. Con la mano izquierda y sin despegar el arma de mi cabeza, soltó el ceñidor que cayo al suelo con la funda de la pistola vacía y rápidamente desabrochó los cuatro botones de aquellos pantalones, mientras acercaba su cuerpo a mi cara, sentía su olor de fétida suciedad mezclado con orina sobre ropa muy sucia. “Y ahora, me la vas a chupar, gordo seboso”. Tras muchos empujones, no se cuantos, sentí el horrible fluido dentro de mi boca, dejando aquel sabor, algo metálico, correoso, áspero y que me ha hecho rechinar los dientes desde entonces.

Quijoblanco 31-10-2017 19:35

Muy buen relato si señor. Muy bien estructurado y manteniendo la intriga hasta ese inseperado final.
Felicidades, sigue con tus magnificas aportaciones.Un saludo.

RaquelPelirrojaMadrid 01-11-2017 23:29

Felicidades. Un buen relato y muy entretenido. Escribiendo así de bien me da la sensación de que debes ser alguien muy interesante.
Mil besos.

carretan 06-11-2017 14:22

Perdón por el orden. Las Damas primero.
Gracias, RaquelPelirrojaMadrid, ¡Ojalá!, alguien más pensara, por lo menos, pensara, que debo ser alguien interesante. Y gracias por esos Mil besos, solo uno, me lo tengo que comprar periódicamente, pero esto es lo que toca.
Quijoblanco, es un honor, que alguien que escribe como Tú, (devoro los capítulos de “Ante todo, una mujer”) diga que no lo hago mal. Aunque escuche Heavy Metal. Siempre pienso que como he leído muy poco. Lo confieso. Y soy de ciencias puras. Siempre me explico un poco mal, las comas y separación de frases, no son lo mío, las hago como cuando hablo. Es decir, casi no hablo y por falta de costumbre cada vez hablo más bajo.
Me alegro, os haya gustado, a algunos. Y que, desde la tristeza de mi distímico desamor, sea capaz de expresarme bien.

Quijoblanco 13-11-2017 14:23

Cita:

Iniciado por carretan (Mensaje 1946715)
Perdón por el orden. Las Damas primero.
Gracias, RaquelPelirrojaMadrid, ¡Ojalá!, alguien más pensara, por lo menos, pensara, que debo ser alguien interesante. Y gracias por esos Mil besos, solo uno, me lo tengo que comprar periódicamente, pero esto es lo que toca.
Quijoblanco, es un honor, que alguien que escribe como Tú, (devoro los capítulos de “Ante todo, una mujer”) diga que no lo hago mal. Aunque escuche Heavy Metal. Siempre pienso que como he leído muy poco. Lo confieso. Y soy de ciencias puras. Siempre me explico un poco mal, las comas y separación de frases, no son lo mío, las hago como cuando hablo. Es decir, casi no hablo y por falta de costumbre cada vez hablo más bajo.
Me alegro, os haya gustado, a algunos. Y que, desde la tristeza de mi distímico desamor, sea capaz de expresarme bien.

Tranquilo amigo, escribes perfectamente, todos aprendemos a medida que lo hacemos, si ponemos el alma y la sencillez aderezado con algo de sentimiento lo demás lo pondrá el lector, o al menos removeremos su interior, y entonces sabremos que estamos en el camino correcto.
Tu sabes llegar al corazón, sólo debes creer más en ti y saber que no todo el mundo te comprenderá, pero merece la pena sacar tus sentimientos aunque sólo puedas emocionar a una sola persona, y sea solo a ti mismo.
Animo, un abrazo.

silviamarnarvaez 13-11-2017 16:06

Enhorabuena
 
Muy bueno , te felicito por la cruda realidad con la que relatas algunos pasajes. Aunque lo que cuentas es duro , muy duro , lo has revestido de sensibilidad muy bien descrita. Enhorabuena. Besos!

Carlatx 13-11-2017 17:01

Precioso relato, me ha encantado. Genial final.


El huso horario es GMT +2. La hora actual es: 13:47.

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