ELLA en el país de las maravillas
 

ELLA estaba aburrida. Hastiada de todo. A pesar de encontrarse en plena naturaleza, al sol reconfortante, aquel libro sin ilustraciones ni diálogos la hacían bostezar. Tenía que haber algo más. Algo más…

Ante su estupor y sorpresa, un conejo gigante paso a su lado corriendo. Se quedó perpleja y atraída. Aún más cuando le oyó decir “Llego tarde” mirando un reloj de bolsillo. ¿Conejos de mi tamaño que hablan?. Y era blanco. Y era precioso.

ELLA le siguió medio hipnotizada, introduciéndose en una enorme madriguera donde finalmente cayó deslizándose durante un buen rato. Al final del túnel, ni rastro del conejo, pero observó una botellita con la inscripción “Bébeme”. Ni corta ni perezosa se la bebió de un trago. Y empezó a disminuir. Disminuir. Disminuir. ¿Pero… que estoy haciendo?. Hasta yo misma me sorprendo… que osadía. Pero parecía divertida…

Ante ELLA, una puerta de su actual tamaño. Intentó abrirla. Estaba cerrada con llave. Miró por la cerradura. Ohhhhhhhhh!!!!. Un precioso jardín. Algo así como el paraíso y un deseo irrefrenable de entrar se apoderó de ELLA. Entonces vio la llave. Estaba encima de una mesa pero con su actual tamaño le era imposible alcanzarla. Fue entonces cuando vio aquel pastel. Un pastel con la inscripción “Cómeme”. Estaba dispuesta a hacerlo. Lo haría. Su curiosidad era enorme. Sus ganas de entrar a ese jardín le hicieron olvidar cualquier otra cosa y decidió no pensar en nada. Solo dejarse llevar por sus impulsos.

Justo cuando se proponía comérselo de un solo bocado para no arrepentirse, apareció un gato enorme. Bueno, más bien, los ojos de lo que parecía un gato ya que todo lo demás a su alrededor se tornaba oscuro. Negro. Sus bigotes y esos enormes ojos blancos es lo único que podía distinguir.

- ¿Qué haces, niña?, no lo hagas, no, no, el proceso es irreversible. Vuelve a tu casa…

Pero no le hizo caso. Parecía simpático y con buena fe, pero su atracción a esa puerta era demasiado grande. Y comió…

Comenzó a crecer. Crecer. Crecer. Y se hizo gigante. Y se dio con el techo y se hizo daño. Pudo coger la llave pero… pero ahora la puerta era demasiado pequeña para poder atravesarla… y no dejaba de crecer…

Entonces comenzó a llorar. Llorar. Llorar.

Apareció nuevamente el conejo. Y se le cayó un abanico. ELLA lo tomó. Su inscripción: “ahora eres ELLO”. Y se abanicó con él. Y volvió a disminuir, disminuir, disminuir.

Imposible acceder a la puerta porque sus anteriores lágrimas ahora eran como un mar para ELLO con el tamaño adquirido. Estuvo apunto de ahogarse. Por suerte, pudo sujetarse de un pelo del bigote del gato. La seguía mirando con aquellos ojos que ahora le dieron miedo. No dijo nada. La llevó hasta una orilla y cerró los ojos. Ya no podía verle. Pero le sentía. Le sentía cerca y eso la calmó.

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Pasaron muchos días y muchas cosas. Todas extrañas. Algunas muy divertidas pero otras parecieron una pesadilla…

Ahora estaba allí. En un juicio sin saber por qué. ELLA/O no había hecho nada malo. Las pruebas en contra eran absurdas. Aún así, el jurado popular no tomaba una decisión y los asistentes pedían justicia. Ante todo esto, a la reina solo le quedó una opción. “Que la corten la cabeza”.

Cuando las cartas saltaron para cumplir la orden, ELLO se subleva y toma conciencia. Este no es mi mundo. No lo es. Su corazón palpitaba frenéticamente.

Entonces despertó. Debajo de aquel árbol. Con el solecito reconfortante. Con el aburrido libro entre sus manos. Miró a su alrededor y se vio agarrada de los bigotes de aquel gato. Aquel gato de ojos súper blancos…

El conejo volvió a pasar. “Llego tarde”, volvió a decir. Pero esta vez no atrajo su atención. Más tarde, en su casa, en su habitación, mirándose al espejo, se preguntó quien sería ELLA. La del espejo!!!. La del reflejo!!!. Y lo cruzó. Y no se rompió si no que entró en un fantástico mundo por explorar. ¿Un mundo más feliz?. Esta vez el gato se quedó en su alcoba. ELLA iba sola. “Antes morir que perder la vida”, se dijo. Y continuó caminando hacia lo desconocido con confianza y aplomo.


...

Como siempre, Enhorabuena
 

Como siempre Virtu, me encanta leerte, es mas te digo mi método;

Cuando publicas un relato, cojo y me lo imprimo, salgo al salón, me enciendo un cigarrito, me siento en el sillón y me lo leo tan tranquilamente, agusto y lo disfruto. No se, lo disfruto mucho mas que sentado en la silla del ordenador leyendolo de la pantalla, no tiene nada que ver.

Un abrazo, eres grande.

Penta