La dependienta de librería de El Corte Inglés - Foro Spalumi

    
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Antiguo 13-07-2011, 17:34
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La dependienta de librería de El Corte Inglés


Allí está, en cuclillas. Colocando libros en un estante inferior del mueble, de la alta pila que descansa a su lado en el suelo. Rondará la treintena; tres decenas muy bellas y bien puestas, por cierto.

Sus preciosos muslos, que la falda azul oscuro deja ver hasta algo más de su mitad, muestran un aspecto sedoso y levemente brillante, gracias a la finísima envoltura de unas medias de verano color carne tostado. Las rodillas, que por la posición en que se encuentra, tensan especialmente el sutil tejido de la media, muestran un tono más claro.

Viste una blusa color malva, provocativamente abultada en su parte superior por un par de deliciosos senos redondos, ni pequeños ni grandes. Su luminoso y liso pelo negro, graciosamente recogido en una larga cola de caballo, se bambolea de forma deliciosa a uno y otro lado de los hombros a cada maniobra de giro de cabeza y tronco, en dirección a la torre de libros, de la cual coge uno o dos, volviéndose a continuación al estante para colocarlos. Mira un instante la portada y el lomo de éstos, con un gracioso giro de la muñeca, lo que me permite fijarme en sus preciosos y largos dedos de cuidadas uñas color rojo encendido.

Aproximándome algo más a ella por la izquierda, fijo ahora mi atención en sus divinos pies, que son visibles en su práctica totalidad, pues calzan unas ligeras sandalias de color negro, que únicamente sujetan el pie por una estrecha banda de piel negra en la zona baja del empeine.

Recreo pues, la mirada, en sus finos tobillos, sus talones de preciosa forma y en el arqueado puente del pie derecho, donde la pronunciada concavidad de éste, provoca que la media, por la tensión, no pueda seguir pegada al contorno interno del pie, formando por tanto un espacio vacío entre su sutil tejido y la profundidad de la carnal depresión.

Luego miro hacia sus hermosísimos deditos, también lacados en rojo brillante, y en la seductora, etérea textura de la media -sin puntera reforzada- que los cubre. Recorro con la vista, y hasta donde la perspectiva me lo permite desde mi posición lateral, la fina costurita interior de color beige -típica de las medias veraniegas- que ella ha procurado, en el acto de enfundárselas, que quede correctamente colocada en la parte frontal de los dedos. Aun así, me fijo en el perturbador detalle del medio centímetro de costura -aquel que queda a la altura del dedo gordo-, que asoma por encima de la uña de éste.

Me coloco a su lado, también acuclillado, fingiendo leer los títulos de los libros del estante en que se halla ocupada. Sigo lentamente, con el índice de la mano derecha, los lomos de éstos, mirando de vez en cuando; aprovechando sobre todo cuando se vuelve hacia el lado derecho a por más libros, sus bellas piernas y pies. Percatándose, no obstante –y como mujer que es-, de alguna de mis cada vez más largas, reiterativas miradas, vuelve la cabeza en mi dirección, y me pregunta frunciendo el ceño:

-¿Desea algo el caballero?

¡Dios, qué hermosa y dulce voz! ¡Me encanta cuando te dicen eso de: “ca-ba-lle-ro”! ¡Y qué mirada! Unos grandes, insultantes e hipnóticos ojos esmeralda, enmarcados por densas pestañas, y exquisito y suave maquillaje en su zona superior e inferior, taladran los míos, dejándome unos instantes sin capacidad de pronunciar palabra. ¿Se ofrece a atenderme, sin más; o se dirige a mí con segundas, molesta y con plena conciencia de mi lascivo espionaje?

-Desearía que te descalzaras y me restregaras las fosas nasales con tus gloriosos piececitos, y que me los metieras en la boca para lamértelos a través de las medias. Desearía embriagarme con la libación de toda la divina esencia de tus excitantes extremidades inferiores, recogida durante lo que llevas de jornada de trabajo, en el estremecedor y sedoso tejido de su fina envoltura. Desearía acariciarte las piernas hasta desgastártelas…

…Pero, claro; todo esto no se lo digo, tan sólo lo pienso. Tragando saliva contesto al fin, titubeante y nervioso:

-No, no. Gracias. Estoy echando un vistazo…

-Ajá –añade, y vuelve a su tarea, pero con toda seguridad está mosqueada.

La situación me excita sobremanera. Saberla conocedora de mi voyeurismo hace que el corazón se me desboque en el pecho como un potro salvaje. Pongo ahora mi atención en el delicioso perfume que desprende. Estoy avergonzado y cachondo a partes iguales, pero no puedo evitar seguir a su lado.

Sigo mirándola mientras realiza su trabajo próximo a finalizar, pues sólo quedan tres libros en el suelo, y aunque lo hago con mayor disimulo, creo que se da cuenta una vez más: ese cliente no está ahí a su lado para mirar libros, o al menos, no sólo para eso, sino también para comérsela con la mirada.

Finalizada su labor colocadora, se incorpora, y ya desde su posición en pie, que observo de reojo, vuelve a dirigirse a mí desde las alturas. En un tono quizá algo más serio que antes, insiste de nuevo:

-Caballero ¿Puedo ayudarle? –desplaza hacia atrás el pie izquierdo fuera de la tira de piel del empeine y juguetea con los deditos sobre la zona media de la sandalia flexionándolos varias veces. Veo las arruguitas de la media que adquieren un color beige más oscuro a medida que se forman y a continuación su desaparición casi instantánea, a capricho de sus juguetonas flexiones.
¿Me está ofreciendo un espectáculo fetichista gratis, o es mi calenturienta imaginación?

-No…, sí. Bueno… -digo descolocado, mirándola desde abajo-. Estaba buscando novedades de novela negra en bolsillo. -Improviso sin pensar mucho en mis palabras.

-Pero aquí están las románticas -me dice con una sonrisa ligeramente burlona, pero también muy seductora-. Haga el favor de acompañarme señor -concluye con un delicioso gesto de la mano.

Creo que está jugando conmigo, disfrutando de su consciente poder de seducción sobre mí. La sigo por el pasillo formado por otro par de muebles perpendiculares a aquel que acabamos de abandonar.

El exquisito cincelado de sus preciosas pantorrillas y talones, realzado por el leve brillo de sus finísimas medias veraniegas, me enloquece. Observo las plantas de los pies y sus divinos arcos interiores, en los fugaces instantes en que desplaza los talones hacia arriba cada vez que da un paso, antes de que las sandalias me las oculten al elevarse acompañadas de un ligero y delicioso chasquido.

-Bien –dice volviéndose sonriente hacia mí, y desplazando el dorso de los dedos por los lomos de los libros de los tres estantes superiores del mueble-. Aquí los tiene, clasificados por autores. Si necesita algo más, estaré por aquí cerca. Me llamo Consolación.

La que me podrías dar si tú quisieras, pienso. Y sé de sobra como se llama, ya he leído antes la chapita metálica prendida algo por encima de su seno izquierdo donde, en efecto, aparece ese nombre seguido de su apellido: Martínez.

-Vale, gracias…- le digo, muy amable (“follable”, pienso para mí).

Simulando consultar los libros que tengo delante de mí, le echo una mirada de reojo a la preciosa dependienta mientras se aleja. Enseguida vuelve y ahora se dedica a confirmar la correcta ubicación de unos libros de un mueble cercano al que me encuentro, comparando sus títulos con los de un listado impreso que tiene en la mano.

Se vuelve a alejar unos segundos; ahora vuelve sosteniendo en una mano un pequeño taburete de madera oscura, y en la otra el listado de libros. Coloca el taburete cerca del mueble y, subiéndose a él, sigue comprobando los títulos de los lomos situados en un estante superior. Esto es demasiado. No aguanto la tentación, tengo que acercarme y disfrutar de la nueva perspectiva que se me ofrece. Ya me da igual que se mosquee…

…Llego a su derecha, y me acuclillo fingiendo mirar los libros situados en el estante inferior. Más a la derecha del mueble, bastante alejada de mi posición, una señora mayor está mirando unos libros. Nadie más para interrumpir mi ejercicio de voyeurismo. La dependienta dedicada a lo suyo, no parece percibir mi presencia. Miro su precioso pie derecho a través del excitante velado de la transparente media color carne oscura, ahora veo un detalle que antes me pasa desapercibido y que me encanta: un pequeño anillito plateado mate que lleva en el dedo medio. Observo con detenimiento el brillante esmalte rojo sangre de sus hermosas y cuidadas uñas.

No puedo soportar la excitación del momento, volviendo a mirar a mi derecha, me aseguro de que la única clienta cercana a mí sigue concentrada en los libros, y de que, para mi fortuna, incluso parece haberse alejado algo más. Inclino el tronco hacia la izquierda, donde se halla Consolación, y me asomo a atisbar bajo las interioridades de la falda sus ignotos misterios…

…La visión de un rotundo y redondo culamen enfundado en pantis y unas braguitas cacheteras de lo que parece rosa pálido debajo de estos (no puedo asegurarlo por la oscuridad que proporciona la sombra de la falda), aceleran mi corazón a 200. ¡Diooos! ¡Qué buenísima está! Tras unos segundos de recreación en sus bellas posaderas, decido volver a mi posición anterior, no vaya a ser pillado por alguien o por…

…Glubs… ¡Ella misma! ¡Joder! Ha vuelto la cabeza y me observa por encima del listado de libros, veo sus grandes ojos esmeralda que me miran fijamente; su expresión ahora es seria se han acabado las cumplidas sonrisas. Aunque me estaba retirando, se ha debido dar perfecta cuenta de a lo que me dedicaba aprovechando su situación.

-¡Pero bueno, Caballero! ¡Qué se ha creído! Ahora mismo me va a acompañar a seguridad…

-Yo…-digo nervioso mientras me incorporo, y sin saber que añadir en mi defensa: ¿Qué pasa?

-¿Se cree que soy tonta?

-Pero porqué…Yo…sólo estaba mirando unos libros…

-¿Debajo de mi falda? ¿Qué buscaba, la sección erótica? Es usted un pervertido, y va a hacer el favor de acompañarme ahora mismo –me coge fuerte del brazo mientras me arrastra fuera de la sección de librería.

Un encargado de seguridad trajeado de rojo, que ha debido oír las palabras de enfado de la dependienta, viene en nuestra dirección con lo que parece un walkie en la mano. Pregunta a mi acompañante: ¿Algún problema Conso?

-Yo me encargo de esto. No te preocupes. –le contesta mientras pasamos veloces a su lado.

-Okey…Como quieras.

Me conduce hacia unos ascensores situados en un lateral de la planta. No hay nadie, y me hace entrar en el primero, que se abre enseguida tras su llamada. Entramos, se saca un llavero de un bolsillito alojado en la cinturilla de la falda y cuando encuentra una pequeña llave de forma redondeada introduce ésta en su alojamiento, situado en una esquina, bajo los botones de las diferentes plantas. Le da un cuarto de giro a la derecha a la llave, y cuando se ilumina una pequeña luz roja que a continuación empieza a parpadear, la extrae. Entonces me mira fijamente con sus preciosos ojos y, la incertidumbre ante lo que va a pasar ahora, se apodera de mi persona con una curiosa mezcla de nerviosismo y excitación. Siento que el ascensor baja, aunque no hay indicación alguna en el panel del ascensor de hacia dónde vamos. Muy seria me dice:

-Caballero ¿Le parece bonito lo que estaba haciendo? Mirarme las piernas con descaro mientras trabajo es una cosa, pero ponerse a otear bajo mi falda aprovechándose de la situación ya es el colmo. ¿Qué esperaba? ¿Que no me diera cuenta? Además ya le tengo yo visto a usted hace tiempo. Viene mucho por aquí, ¿verdad? Mira y remira, pero rara vez compra. Más bien nos observa a nosotras, las dependientas. ¿No es así?

-No…Sí…Lo siento, lo siento… –digo avergonzado, y me lanzo sin pensar en las consecuencias-: es que unas preciosas piernas…y pies como los tuyos me vuelven loco y… ¡Y eres…tan hermosa! ¡Y encima con esas medias de verano, tan finas y transparentes…que me excitan tanto…!

-Ya lo suponía caballero, es usted uno de esos fetichistas pervertidos que siempre están mirando los bajos de las féminas. Todo el día como perrillos falderos con la lengua fuera. Seguro que luego se masturba en casa evocando las, para un enfermizo como usted, perturbadoras visiones que atesora a lo largo del día ¿Me equivoco?

-Yo…yo…-digo mirando hacia el suelo, incapaz de enfrentar su taladrante mirada, pero al mismo tiempo excitado y asombrado de sus palabras (y de las mías). No esperaba semejante conversación entre nosotros.

-Yooo…yooo… -me imita burlonamente. Me siento como un colegial pillado en una falta y reprendido por una profesora severa.

Del llavero que sigue colgando en su mano, selecciona nuevamente la misma llavecita de antes y, girándola de nuevo en su alojamiento, esta vez en sentido contrario al anterior, detiene el ascensor. No me puedo creer lo que me está sucediendo.

-Bueno. Aquí me tiene -dice abriendo los brazos en cruz, como ofreciéndoseme por entero- ¿Le gusto? Pues venga, a ver qué sabe hacer…caballero.

Sus pechos turgentes y esféricos oprimen la blusa deliciosamente. Se pasa la lengua por los labios y luego frunce éstos de forma provocativa con un lascivo mohín. ¡Esto es absolutamente increíble! Pero ya no soy dueño de mí, ni trato de entender esta situación que ya semeja un fantástico sueño erótico hecho realidad. Me lanzo al suelo colocándome boca arriba y, agarrando su tobillo izquierdo, la hago descalzar el pie de la sandalia. Me llevo la planta del pie con las dos manos hacia la cara y me embriago de su, como imaginaba, delicioso olor. Saco la lengua y libo su maravillosa esencia, a través de la fina media.

-Vamos, perrillo. –invita entonces mi preciosa vendedora-, lame, lame a tu dependienta favorita sus cansados piececitos. -Se descalza entonces del otro pie y, equilibrándose con las dos manos en la barandilla metálica, que a la altura de la cintura discurre por los cuatro lados del ascensor, lo lleva también hacia mi cara y lo restriega a lo largo de mis ansiosas fosas nasales y de mi ávida boca. ¡Dios! Si esto es un sueño…no quiero despertar todavía. ¡Pero es demasiado real! Me enloquece sentir el peso de su cuerpecito encima de mi, sobre los únicos dos puntos de apoyo de sus exquisitos pies, que mueve aquí y allá sobre mi cara aparentemente tanto para mi disfrute, como para buscar no caerse del precario pedestal que constituye mi cabeza.

Tras unos segundos envuelto en esa deliciosa sensación, retira los pies de mi cara y, subiéndose la falda hasta la cintura, apoya ahora su hermoso culo sobre mi boca y nariz. Pero de repente se eleva unos centímetros y, metiendo una mano por debajo de la cinturilla de los pantis, retira hacia un lado la zona de la entrepierna de sus braguitas rosa pálido y deja a la vista los pequeños y también sonrosados labios externos de un precioso y rasurado chochito, saca la mano de debajo de los pantis y me invita con sus siguientes palabras:

-Vamos, cachorrillo, pásale a tu dependienta favorita tu pervertida lengua por el conejito. A ver si te gusta su sabor.

Aferro sus hermosos muslos, palpando el estremecedor tacto de la media que los cubre y saco mi lengua caliente y ávida buscando el divino néctar de su coñito. La lengua empapa el tejido de los pantis y a continuación los labios invitadores que se encuentran bajo estos. Su aroma y sabor son deliciosos. En un momento dado, Consolación se escapa lo justo de mi lengua para, contorsionando las caderas, restregar su rotundo culo sobre mis narices. La sensación de semiasfíxia proporcionada por su culamen enfundado en la fina seda de su envoltura me excita de manera inigualable.

Noto a continuación que echa el tronco hacia delante, y que sus manos empiezan a trastear mi entrepierna. Destraba el botón de mis pantalones, y a continuación, abre con enloquecedora lentitud, la cremallera de la entrepierna. Mi abultado miembro salta hacia arriba tensando de manera brutal el slip. Introduce un par de dedos (puedo sentir la ligera y excitante clavada de dos de sus exquisitas uñas mientras realiza la operación) por un lado del slip, y liberando mi tremenda erección me agarra con fuerza la base del pene con la mano derecha, y me pajea con unas sacudidas fuertes y secas que me vuelven loco.

Ahora vuelve a incorporar el tronco y, pocos segundos después, mientras sigo recorriendo de forma salvaje con mi lengua su hermoso chocho, la deliciosa sensación de los arqueados puentes de sus enfundados pies alrededor de mi polla. Da principio entonces a una masturbación lenta y firme, cuya velocidad incrementa de forma gradual. Mi húmeda operación bajo su entrepierna parece estar surtiendo efecto: unos leves gemidos por encima de mí, allá en las alturas, así lo anuncian. Yo también empiezo a proferir aullidos de placer, excitado a mi vez por sus pequeños gemidos y por el estremecedor “footjob” que me está realizando.

Siento que un calambrazo me recorre por entero. Estremecido por el delicioso latigazo que convulsiona todo mi ser, siento crecer unos brutales estertores de placer que se concentran sobre sí mismos como el rayo de la estrella de la muerte dispuesto a hacer estallar Alderaan. Lo que explota en lugar de un planeta es mi pene. Un surtidor imparable de cálido semen brota en salvajes y largas pulsaciones, empapando mi pubis y huevos y, de seguro, buena parte de las extremidades inferiores de mi amada dependienta. Una enorme cantidad de leche se debe haber derramado por sus lindos piececitos y pantorrillas afanadas en su operación masturbadora (que ahora tras la brutal corrida empieza a decelerar), empapando de mi pegajosa esencia de placer, sus finas y delicadas medias…

-¡Javi, Javi! Venga levántate, que tienes que ir a comprar el regalo para Pili y preparar todo para la hora de comer.

-¿Eh? –me llevo la mano a la empapada entrepierna, cuya densa humedad ha atravesado incluso las sabanas. Entonces…sí que era un sueño… ¡Y con corrida como extra!

-Ya voy pesada –le digo a mi hermana que se dirige hacia la puerta de casa, para ir a su trabajo. Cómo se aprovecha de mí desde que estoy en el paro. Sí, ya me acuerdo. Tengo que comprar un regalo para el cumpleaños de su amiga Pili, que es hoy, y montar todo el tinglado en casa para darle una sorpresa junto a sus demás amigas.

-Ya sabes que le gusta mucho leer… -dice desde la lejanía antes de salir. Un par de libros estará bien… ¿Por qué no vas al Corte Inglés? ¿No dices siempre que hay una dependienta muy guapa en la sección de librería, que te mola cantidad?...

FIN
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  #2  
Antiguo 18-07-2011, 16:40
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Felicitaciones amigo Verdi, simplemente sensacional.
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  #3  
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Felicitaciones amigo Verdi, simplemente sensacional.
Muchas gracias por tus alentadoras palabras Jersey. Me alegro de que te haya gustado.

Un saludo
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  #4  
Antiguo 18-07-2011, 17:10
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Buenisimo enhorabuena campeón.
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  #5  
Antiguo 18-07-2011, 17:26
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Buenisimo enhorabuena campeón.
Muchas gracias también a tí, perdo127. Vuestras palabras me animan a seguir mejorando y trabajando, en el mágico acto de escribir. De crear ese fantástico mundo encerrado en unos párrafos, y haceros cómplices partícipes de ello.

¡GRACIAS!
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  #6  
Antiguo 18-07-2011, 17:40
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Gracias, Verdi. Ha estado muy bien. Ya nos gustaría a todos encontrarnos en una de esas.

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  #7  
Antiguo 18-07-2011, 17:56
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Gracias, Verdi. Ha estado muy bien. Ya nos gustaría a todos encontrarnos en una de esas.


Ya te digo. Envidio a mi protagonista (aunque en realidad fuera un sueño, muy vívido eso sí).

¡Ay! Esas dependientas de El Corte Inglés...¡Mamma mía!


Muchas gracias Phooey, majo.
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  #8  
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¡Ay! Esas dependientas de El Corte Inglés...¡Mamma mía!

Mejor no entres en Zara o H&M.
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  #9  
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Cachisssss


Has cortado en lo mejor... si dura un poco más... acabo jajaja.

El relato tiene MUCHÍSIMO erotismo, me ha gustado especialmente el detalle fetichista, aunque yo no lo sea, pero me ha gustado, y mucho.

Lo dicho, si lo del ascensor dura un poco más... mancho la pantalla.

Te puedes animar todas las veces que quieras a escribir algo así.
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  #10  
Antiguo 31-03-2012, 19:43
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Iniciado por Sencillo Ver Mensaje
Has cortado en lo mejor... si dura un poco más... acabo jajaja.

El relato tiene MUCHÍSIMO erotismo, me ha gustado especialmente el detalle fetichista, aunque yo no lo sea, pero me ha gustado, y mucho.

Lo dicho, si lo del ascensor dura un poco más... mancho la pantalla.

Te puedes animar todas las veces que quieras a escribir algo así.
MUCHAS GRACIAS, Sencillo. Todo un halago tu post.

La verdad es que animado con esto llevo ya tiempo.Puedes echar un vistazo por las páginas. Tengo ya bastantes relatos colgados y todos del mismo o similar corte (soy un fetichista incurable de pies, piernas, medias y pantys).

Me alegro que te guste ese aspecto, a pesar de que como dices, tú no lo seas.

GRACIAS OTRA VEZ. UN SALUDO.
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  #11  
Antiguo 28-02-2013, 11:50
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Hola amigo Verdi, Sensacional, de verdad


Hola amigo Verdi, Sensacional, de verdad que tenias que dedicarte a escribir profesionalmente. ¡¡¡Y que sean relatos eroticos!!! Mi mas sincera enhorabuena.

Recuerdo que una vez encontré en El Corte Inglés a una joven dependienta hermosísima que era sencillamente un ángel hecho carne de mujer y a la que no podía quitar los ojos de encima. Y ella naturalmente se dio cuenta de mi admiración, así que me quedé cortadísimo y me alejé turbado, aunque todavía tengo fresca su imagen en mi memoria. ¡¡¡Fue un autentico flechazo!!!

De verdad que envidio la facilidad que tienes para escribir. Un abrazo
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La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella... (Oscar Wilde)
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El buen sexo empieza a partir de los 50. Ya ni te cuento de 100 a 150 (Matusalén)



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