SEXO ANAL, LA ÚLTIMA FRONTERA:
"¿Me dolerá?", le pregunté mientras yacía boca abajo a Daniel. Ni siquiera contestó. No podía: era tal la excitación que se adivinaba en su mirada, ante la perspectiva de darle por el culo a una mujer por vez primera en su vida, que el mundo se reducía en ese momento a su rígido miembro y a mi ano.
Debo confesar que yo fui la promotora de ese encuentro. Daniel, el chico que me desfloró con apenas trece años recién cumplidos, era más bien una marioneta en mis manos, un muñeco hinchable viviente o un consolador animado, como prefiráis visualizarle. El caso es que me serví de él para iniciarme en
prácticas sexuales avanzadas, una vez agotadas las posibilidades que ofrece la masturbación. A esa edad, si no dispones de alguien experto a tu lado, se avanza mucho más lentamente, cometiendo errores que te impiden gozar a lo grande (...)