Mis experiencias y fantasías

Dormía cuando llegastes / No es experiencia real, es relato producto de mi cachonda fantasía...

Me dormí casi sin darme cuenta... el cansancio del día hizo que
cayera en los brazos de morfeo apenas apoyé la cabeza en la almohada.
Tenía la TV sin sonido, únicamente su luz iluminaba la habitación.
Puse música en un volúmen suave y se ve que me relajó mucho...
porque perdí la consiencia esperándote en la cama.
Primero tomé un baño relajante, no de inmersión, sino de pie con la
ducha de mano.
Puse el agua bien caliente y recorrí cada sector de mi cuerpo con el
chorro de agua. El aroma a limón del jabón inundaba ese pequeño
espacio tan íntimo, como único testigo.
Localizando el chorro en las distintas partes de mi cuerpo, sintiendo
como el agua caía como en una cascada, resbalando y recorriéndome...
Me sentí un poco excitada, hubiera deseado que compartieras ese baño
conmigo y me prepararas para una jornada sexual a las que me tienes
acostumbrada.


Con la mano que me quedaba libre regulé el caudal de agua, para que
saliera tibia... y abrí mis labios superiores de mi sexo. Dirigí el
duchador allí, y me dediqué a proveerme sensaciones, pensando en
algunos momentos íntimos vividos.


Subí hasta mis pechos, provocándome cosquilleo en mis pezones...
mientras que hundía el dedo mayor en búsqueda del clítoris.
Sujetando todavía con el dedo índice y anular los labios.
Al retirar mi mano de esa cuevita tan caliente, lamí mis dedos y
comprobé que me había mojado casi inmediatamente. Giré sobre mí
misma y ahora abrí las piernas, inclinando mi torso hacia adelante.
Ahora dirigí la cascada de agua tibia a mi culito. Directo al agujero.
Ufff... como te estaba hechando de menos en esos momentos!
El agua caía, formando un hilo que pasaba por mi sexo... generándome
sensaciones de sumo placer.


Cerré el grifo, salí de la ducha ya turbada por el calentón que me
había provocado, dispuesta a terminar la tarea emprendida una vez
secada.


Luego de salir del baño, me coloqué una bata de seda estilo oriental
(mangas anchas, rosa con flores) de seda. Sólo unas gotas de perfume y
esa única prenda me cubrían.


Moví el acolchado y las sábanas, y me acomodé boca arriba...
iluminada por la luz de la TV, escuchando soul en volúmen bajo...
estaba en mi pequeño paraíso.


Abrí un poco la bata, dejando un pecho al descubierto, acariciando el
pezón... mirando como se iba erectando. Apretando un poquillo las
piernas, ya sentía mi clítoris hinchado... allí dirigí ahora mi
mano, acariciándolo suave y pausadamente.


Así, sin querer, me dormí... envuelta en esas sensaciones
placenteras.


Cuando llegaste a casa no te escuché. Te diste cuenta que yo dormía y
te quitaste la ropa en el living. Al pasar directo al baño para tomar
una ducha, en la oscuridad reinante, no te habías fijado en los
detalles. Sin embargo cuando saliste desnudo... te quedaste de pie al
lado de la cama mirándome.
Comenzaste a tocar las partes de mi cuerpo que quedaban fuera de la
bata, casi ofreciéndose a tus manos.


Yo sentía tus caricias (pues no necesito abrir los ojos para darme
cuenta que eres tu), y las recibía golosa... en esa mezcla de
soñolencia y excitación. Abrí las piernas casi instintivamente,
despertándome y sonriendo susurré un hola, que sonó más a una
invitación a que me poseyeras.


Te inclinaste sobre mí y me diste un beso húmedo y explorando con tu
lengua, comprobaste mi ávida respuesta.
- shhhhh tranquila, déjame a mi - me dijiste.


Bajaste por mi cuello.


No me tocabas. El único contacto eran unos besos suavecitos y
descendientes.


El pecho que había quedado fuera de la bata aún te esperaba. Lo
sujetaste con una mano y te apoderaste del pezón, chupando como un
bebé hambriento. Cuando lo tuviste a tu entera disposición, me
abriste el cinto de la bata y despejaste mi cuerpo de la tela de esa
prenda.


Parado, al lado mio... sujetaste mi cara y me acercaste tu polla ya
dura. La succioné con fuerza. Por momentos me la quitabas y cuando yo
balbuceaba que no me la quitaras, volvías a penetrarme por la boca.
Como te gusta follarme por allí.


Cuando casi te corrias... frenaste, decidiendo prolongar el acto.


Sujetaste mis dos pechos uniéndolos y jugaste con tu lengua
recorriéndolos y chupándolos. Yo estaba totalmente empapada y ansiosa
por sentirme penetrada.
Pero tu te estabas divirtiendo y te tomaste tu tiempo.


Te recostaste a mi lado, yo boca arriba y tu de costado... y me
dedicaste todas tus caricias. Hasta que te llenaste tres dedos de
saliva, encontraste mi sexo, hundiéndome los dedos allí y
moviéndolos acompasadamente. Enterraste dos en mi vagina y uno en mi
culo.
Yo ya estaba ardiendo. Busqué tu boca y te di besos devoradores.


Tomé tu pene con la mano y al pasar los dedos por el glande noté que
tu también estabas húmedo, pequeñas gotas de un líquido que aún no
tenía consistencia de semen se te iban escapando.
Aproveché tu lubricación natural y te pedí más saliva... y te la
unté toda en el pene. Dejándolo húmedo y tieso.


Me quitaste tus dedos. Giré quedando de espaldas y me penetraste.
Primero por mi culo. Prieto pero siempre receptivo a tu sexo.
Me semi-incorporé, quedando con los muslos más levantados para
facilitarte la penetración. Profunda y deliciosa. Mientras te movías,
me tocabas las tetas. Disfrutando de mis curvas femeninas.


Yo aprovechaba y me masturbaba por el coño mientras era poseída por
detrás. Me corrí inevitablemente.
Saliste de ese agujero y comenzaste a pasar el glande por los bordes de
mi coño. Masturbándote así, me decías bajito lo mucho que te gusta
mi coñito. Lo húmedo y calentito que es... y te corriste dejando tu
leche en el borde del agujero de mi culo... cayendo por inercia,
recorriendo mi vagina. Juntaste lo que pudiste con tus dedos,
untándomela como si se tratara de un producto de belleza.


Me derrumbé sobre la cama y tu encima mío. Y así abrazados nos
dormimos relajados y satisfechos.