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Es bien sabido que a los hombres les trae de cabeza un mal, bien conocido por todos, denominado disfunción eréctil, es decir, la imposibilidad de mantener una erección o mantener rígido el miembro viril de manera que nos permita tener una relación sexual.
Este problema, ocultado por muchos hombres, es motivo de miles de consultas diarias en foros de sexualidad existentes en Internet, y es que el tema preocupa y mucho. Os vamos a explicar en este post una solución definitiva a este problema y que ha pasado desapercibida hasta ahora.
La disfunción eréctil es causada principalmente por dos factores bien diferenciados: un factor de tipo físico y otro, no menos importante y el más común de los dos, de tipo psicológico. Ante un caso de disfunción eréctil, conviene mucho conocer el tipo de anomalia a la que nos enfrentamos. Una forma de diferenciar cuál es el factor que nos produce esta anomalía es:
Si la impotencia es de carácter psicológico, existen erecciones al masturbarse, por las mañanas al levantarse, al excitarse con películas, revistas, etc. El factor psicológico afecta a la autoestima, provoca ansiedad y depresión y esto hace que el problema se agrave aún más. La existencia de estos factores de tipo psicológico hace que el cerebro no reaccione y no mande los impulsos necesarios ocasionando flacidez e impotencia. Este es el motivo por el cuál debemos observar muy atentamente nuestras reacciones.
En el caso de una disfunción de carácter físico, no hay erecciones bajo ninguna circunstancia y es necesario ponerse en manos de profesionales médicos para encontrar una solución.
Según un grupo de expertos norteamericanos sobre sexualidad y disfunción eréctil, frente a casos de disfunción eréctil de carácter psicológico, es fundamental disminuir la presión psicológica, favoreciendo al cerebro en la emisión de estímulos que produzcan la ansiada erección. Para ello se recomienda: