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VERDI 19-02-2013 18:24

Nostalgias de un pornoadicto
 
NOSTALGIAS DE UN PORNOADICTO

Aquellos que como yo, ya tenéis una edad, seguro que recordaréis con nostalgia y cariño aquellos tiempos de nuestras masturbaciones inspiradas en las excitantes imágenes que nos brindaban unas rectangulares y negras cajas de plástico que, encerradas en estuches de vistosas e invitadoras fotos, nos esperaban formando filas en aquellos “restaurantes” de cine a la carta: los primeros video-clubs.

Yo, gran aficionado desde siempre al cine en general, empecé pronto a alquilar junto a los “platos convencionales” esos otros “platos picantes” que se ofrecían en esa sección o apartado vedada a los menores (a veces un cuartito aparte, otras los estantes más altos e inaccesibles para los niños; o también recuerdo, en uno de los últimos locales de que me hice socio, que te mostraban una carpeta de anillas tamaño folio en cuyo interior estaban las carátulas de las películas porno en fundas transparentes. Ahí seleccionabas las que te interesaban, y ellos te alquilaban las cintas en un discreto estuche con sólo el logotipo del video-club).

Empezando a alquilar con la asiduidad de un temprano porno-adicto, rápido “trababas conocimiento” con algunas de las actrices que te encontrabas con más frecuencia en varias de las pelis. Algunas te impactaban automáticamente, bien por su belleza y cuerpazo, o por lo cachondo que te ponía su salvaje y excitante forma de actuar (a menudo ambos elementos se concitaban en la misma actriz). Dos o tres pasaban entonces a tu “harén audiovisual” de favoritas, por lo que en sucesivas visitas al video-club buscabas ávidamente todas y cada una de las pelis en que aparecieran las susodichas. Conformándote con el día o par de días de alquiler concedidos, te pajeabas un par o tres de veces con tus escenas favoritas y se acabó (entonces ni te planteabas la posible compra, eran caras).

De repente, un día pasó algo maravilloso: mi padre compró un segundo video. Un mundo de infinitas posibilidades se abrió entonces para mí. Ahora podría piratear las escenas de mis actrices predilectas, y tenerlas a mi disposición en la comodidad de mi hogar en cualquier momento que mi deseo tuviera a bien reclamar sus excitantes apariciones. Me hice de inmediato con los cables necesarios para tan pícara acción.

Volvía a veces a alquilar, junto a las novedades, otras que ya había alquilado antes, de mis actrices favoritas por aquella época para poder así grabar todas las escenas posibles de ellas. Previsoramente, me hice con varias cintas vírgenes de 3 horas (las de venta más habitual entonces) con el objeto de dedicar algunas de ellas, con exclusividad, a las escenas de una determinada actriz. Así, recuerdo sobre todo a tres de las que me tenían loco por aquel entonces: la famosa y maravillosa checa Laura Ángel (mi principal musa pajeril durante mucho tiempo) y dos, seguramente más desconocidas para la mayoría: la húngara Erika Bella (una bellísima y voluptuosa pelirroja de abundantes senos y precioso pelazo ondulado), y una mulatita preciosa con un hermoso tipito, Julia Channel). Pero en fin, algunos de mi quinta de los que me leéis seguro que las conocéis también.

Estas son tres a las que recuerdo que con seguridad les dediqué cintas. En el caso de Laura Ángel, por tener una amplia filmografía, y por ser mi favorita entre favoritas, al menos tres, si no cuatro: Laura Ángel I, Laura Ángel II, Laura Ángel III…así hacía constar en los adhesivos de sus lomos (por supuesto las tenía escondidas en mi cuarto, donde mis padres no pudieran verlas). Luego, cómo no, con el pasar de los años un montón de nuevas actrices me enamoraron y el harén cada vez se hizo mayor, pero las que aquí puedo rememorar con más claridad y grato recuerdo, son las mencionadas.

Además, fetichista irredento como soy de los pies, piernas, medias y pantys (los que también lo seáis podéis echar un vistazo a mis muchos otros relatos), me gustaba recopilar cuantas escenas de mis actrices predilectas fuera posible para verlas, no sólo en todas las posiciones y situaciones imaginables, sino además, con toda la variedad de seductoras prendas interiores con que los directores hubieran tenido a bien filmarlas. Quería “tenerlas”, además de con los pies y piernas desnudos; con medias negras, color carne, blancas, de red… o pantys (más raro verlas con ellos en aquella época. Ahora ya no es inusual; es un fetichismo que se tiene muy en cuenta, junto a otro muy extendido: el de pies. Y no sólo en webs o películas especializadas en estos fetiches con, sobre todo al principio, actrices desconocidas (hoy es muy habitual ver escenas de estos fetichismos con actrices porno famosas).

En cuanto a las escenas de sexo en sí, me gustaba, y lo hacía a menudo, hacer mi propio montaje. Me explico: si un plano de, por ejemplo una salvaje cabalgada trasera o frontal de la actriz sobre el macho de turno, una “spoon” (o cuchara), o una buena mamada (con su corrida incluida a veces y la actriz jugueteando con su lengua pecadora con la leche en su boca), no duraba para mi devoradora ansia “voyeurista-onanista” lo suficiente, yo hacía un “bucle”:

Video reproductor en “play” cuando empezaba el plano y video grabador en “rec” y luego “pause” cuando acababa el plano. Video reproductor en “rew” para rebobinar otra vez hasta el comienzo del plano, y en el video grabador soltando el “pause”. Así, si por ejemplo un plano duraba escasos cinco o diez segundos, yo lo alargaba hasta un minuto y medio o incluso dos. Podía, de esta manera, retener incluso un par de veces el punto de no retorno de la paja hasta que al fin, profundamente excitado por la imagen, dejaba libre con un meneo salvaje el impulso eyaculatorio corriéndome a gusto con la mirada soldada a la pantalla, sin el peligro de que la imagen desapareciera antes de mis últimos espasmos de éxtasis, lo que habría sucedido con el, a menudo breve plano original (de escasos segundos), de “esos momentos favoritos”.

Me aseguraba así un aprovechamiento mayor de esos planos que me “hechizaban”. Podía prolongar al máximo el disfrute de ellas (las imágenes), y de ellos (los espasmos post-corrida) en perfecta conjunción. Le hacía a la cinta original el director’s cut (versión del director, como dicen ahora), en mi caso el Verdi’s cut (ja, ja ,ja).

Bueno, espero que estos recuerdos, este ejercicio de nostalgia, os hayan evocado a los más maduros otros propios similares. En cuanto a los más jóvenes… cuánto ha cambiado hoy todo con internet. El harén de actrices es infinito (para todos los gustos), así como toda la clase de oferta sexual y de fetichismos variopintos que pueden ser descargados y visitados por todo tipo de páginas y webs especializadas en ellos. De lo que también me aprovecho yo ahora, claro. Pero quería aquí y ahora, rememorar aquellos tiempos cuando la oferta era menor y las visitas a los video-clubs te embargaban de emoción, pensando: “a ver qué me encuentro hoy”. Llegabas luego a casa con tus cintas alquiladas y reproducías los vídeos lleno de expectación ante las excitantes imágenes que aguardaban en su interior para saltar a la pantalla de tu televisión. Allí estaba otra vez tu actriz favorita, esperándote para hacerte gozar junto a ella, de una nueva sesión de sexo desenfrenado e inolvidable.

FIN


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