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La conocí de casualidad, ella estaba sentada en el césped del retiro...en sus manos un sandwich mixto en sus ojos una sombra e tristeza y en sus mejillas un mar de lágrimas.
€stuve contemplándola durante mucho rato, tal vez más de 20 minutos....
Al final me acerqué y vi que elevaba su mirada hacia mi sin comprender que hacía delante de ella , ahí parado, con cara de bobo.
Me presenté y enseguida le pregunté si le ocurría algo que yo pudiera hacer, que no la conocía de nada pero que su llanto me angustiaba tanto que me dolía sin saber por qué.
Élla respondió que no podía arreglar nada ya que su alma había muerto y no tenía fuerzas para seguir adelante.
No quise dejarla en su hastío y la rodeé con mis brazos, la apreté contra mi y élla posó su cabeza en mi hombro.
Me explicó como había perdido a su amo, ella era una sumisa con su pareja..hasta el punto de que no sabia respìrar si él no se lo ordenaba....
Un día él desapareció, sin una nota, sin un adiós y élla se empezó dejar morir....-eso me contaba hasta que cerró los ojos y se durmió.

Así pasaron dos largas horas, incluso oscureció...noté su mejilla fría, y pasó lo que temía...ya no despertó...su bote de pastillas vacío al lado suyo me lo desveló.
Todavía pienso cómo no se me ocurrió mirar si tenía algo con lo que hacerse daño...y ahora soy yo quien anda con el alma herida pues me enamoré de ella sin concerla y hasta el fin-