Dos orejas y rabo

R.M. · #1 02-03-2006, 20:18

Dedicado a todos los amantes de la Fiesta taurina.
A los que la odiais, espero que no me lo tomeís a mal.

Dos orejas y rabo

Quedan solo 3 minutos para que empiece. Todo el mundo esta ya preparado. Mi tramo de Postas con Real es muy rápido, por lo que conviene calentar bien durante un buen rato. Como mucho te da tiempo a correr 200 metros, y es casi todo al sprint. Me gusta llevar pantalón y manga larga, por si me caigo o me tengo que tirar no me haga muchos rasponazos.
2 minutos y se notan ya los nervios. Casi todos estamos dando saltitos y trotando para no quedarnos fríos. Hay algunos que no dejan de hablar hasta el último momento. Somos mas o menos los de siempre, con algunas caras nuevas, dependiendo del día. Si es fin de semana hay mas gente, lo que supone mas peligro de caerte. Hoy es jueves.
1 minuto. Ya me invade ese miedo particular de esta situación, esa sensación que hace que al día siguiente vuelvas a correr. En ese momento ya te olvidas de todo lo demás y solo esperas el petardo. Esperas que suene ya, y a la vez que no suene. Pero suena
¡Pum! Inmediatamente después se oye el barullo de los que están mirando. En donde estamos nosotros no hay talanquera, empieza en la Calle Real. Los mas veteranos animan a todos los demás. ¡Esperar! ¡ No os mováis!. Es difícil estarse parado sabiendo que 6 Miuras vienen corriendo hacia ti. Pero para correr bien este tramo hay que esperar a que doblen la esquina de Real Vieja con Postas para empezar a correr. Desde aquí es lo que se ve, la esquina dichosa.
Empiezan a doblar algunos corredores, luego el grupo grande, y luego....la manada. Se chocan contra la talanquera. ¡Ahora, chicos, nos toca! Empiezo a correr hacia Real, miro para atrás pero no veo bien la manada. Como los toros son mas bajos que la gente, hasta que no están cerca es difícil verlos. Alguien grita que viene uno adelantado, así que todos aceleramos. Justo cuando doblo la esquina miro atrás y veo al morlaco derrapando y chocándose contra la tabla de la frutería. Joder, lo tenia a dos metros. Por eso salimos desde la mitad de la Calle Postas, porque cuando te alcanza el toro tu doblas la esquina y ellos derrapan, y te da tiempo a separarte.
Sigo corriendo pero me aparto a la derecha porque el adelantado va por la izquierda a toda leche. Luego me centro y corro unos metros delante de otros dos bichos. Luego me aparto a la valla porque ya no puedo aguantar.
Bueno, ha sido un buen encierro, típico de Sanse. A medio día iré a la Plaza de la Fuente a ver si me veo en las fotos. Me despido de algunos corredores y me dispongo a ir a mi casa, cuando desde una talanquera me llama alguien. Miro y veo a Raquel. Divina como siempre. Junto a ella esta su marido.
-Que tal has corrido Jorge?
-Pues bien, no se ha dado mal.
-Que peligro, no se como te atreves.
-Cualquiera se atrevería.
-Mentira, este no.- Mirando a su hombre.
-Bueno, será que no le dejas. Me marcho , que tengo que ir a trabajar.
-Luego tengo que llamarte para que vengas a arreglar el ordenador, que no funciona.
-Vale, luego hablamos.

Raquel era una tía de unos 33, la edad de Cristo, casada con uno de los jerifantes del pueblo, esos que siempre han sido ganaderos, y que se han encontrado que donde tenían las vacas ahora hay edificios de oficinas. Son ricos, claro. Este tipo en cuestión tendrá cerca de sesenta tacos. Sino como iba un hombre así a casarse con una tía de ese nivel. Era alta, morenaza donde las haya, y con un cuerpazo.
El caso que a media mañana me llama, para lo del ordenador.
-A que hora vendrás
-Cuando me digas tu, como siempre.
-Pues ven a las 5 , que mi marido estará con los de la peña de fiesta.

En Sanse, la semana de fiestas para los de las peñas es una juerga constante. Así que a las cinco allí estaba, en la puerta de su chalet. Me abre la sirvienta y me dice que suba a la habitación, donde esta el “ordenador”. Allá que voy con mi maletín, entro y allí estaba la computadora. En este caso llevaba un liguero y un salto de cama de lo mas mono. Me acerco a ella y me agarra de la corbata para tirar de mi hacia su boca. Ni siquiera me ha saludado, pero ya me esta metiendo la lengua hasta la campanilla. Con sus labios carnosos y su lengua ágil me da un morreo que me dan ganas de morderla la boca. Lleva el pelo alisado, y muy largo, casi por la cintura. Negro azabache. Me tira encima de la cama y me arranca la camisa literalmente. Me coge las manos y se las lleva a las tetas, se las aprieto fuerte y ella se aprieta mas. Se arranca el sujetador y las deja al aire. Madre mía que dos pitones, bien armados, pezones astifinos mirando al cielo. No puedo evitar tirarme a ellos y chuparlos con avaricia. Sus pechos son firmes y duros, con un pezón esponjoso y dulcísimo. Ella jadea mientras la babeo, tiene ganas de embestir.
Cojo el capote y me tiro a los medios, de la cama. Ella se abre de piernas y hago a un lado el tanga para ver su raja rasurada, deliciosa. Empiezo con las verónicas, ajustadas. Lametones y besos en su clítoris, primero arremetiendo, luego mas despacio, cuando se calma su embestida. Lo chupo y meto mis dedos en ella, que esta mojadísima. Su pipita se hincha por momentos, se muestra a mi para que la bese, para que la muerda. Dos dedos, tres dedos, mi lengua dando pases a su clítoris. Se corre en 5 minutos. Este toro humilla! Después de la primera tanda de capotazos, me lanzo a lamer su otro agujerito, pequeñito, limpísimo, falsamente virgen. Ella se estremece, le gusta que la chupe allí. Meto mi lengua un poquito, y ella grita como una loca. Remate con la media y mi dedito dentro de su culito. Que Trapío!
Sin esperar mucho sale el picador. Me quito el pantalón y después de arrancarle el tanga, se la meto a la primera de un empujón. Puyazo en todo lo alto. Ella grita pero me agarra y me pide que la de mas fuerte. Como el buen toro se crece en el castigo. La bombeo fuerte mientras sujeto sus piernas hacia arriba. Ella se agarra las tetas y me grita que mas deprisa, mas deprisa!. Le doy la vuelta y la embisto de nuevo. Segundo puyazo, en el mismo sitio. Casi no hace falta que me mueva porque ella se la clava desde su postura a cuatro patas. Yo la agarro los pitones con una mano, y con otra el pelo, para poder decirla al oído lo puta que es. Me pide que se lo diga mas, y se vuelve a correr a grito limpio. Casi sin descansar me tumba en la cama y se sube encima, tercer puyazo. Mete los riñones y empuja fuerte, hacia los medios. Solo de ver esas tetas moviéndose y mis dedos en su boca se me va la vida. Ella ve que me voy a correr y se arrodilla, lo quiere en sus pitones. La lleno el pecho de blanco, y ella se lo restriega. ¡Vaya tercio de varas!
Mientras descanso un instante, el utillero me da el par de banderillas. Los saca de su cajón, uno negro y otro rosa, consoladores, claro. Cojo el negro que es el mas grande y se lo empiezo a restregar por su vagina imberbe. La rozo el clítoris, y poco a poco se lo introduzco entero en su coño. Ella jadea , pero no se duele. Primer par en lo alto. Se da la vuelta y se pone al estilo perrito. Empiezo a lamer sus agujeritos, mientras con la banderilla negra vuelvo a rondar su coño, que esta chorreando. Mientras le hago un bonito beso negro, en su rajita pongo el segundo par al quiebro. Le encanta, y me tiene así varios minutos. De tanto chuparlo, su agujerito se ha dilatado un poquito, y me pide guerra. Con una banderilla utilizada, cojo la rosa y la empiezo a meter. Despacio, con suavidad, pero al final entra casi entera. Ella no aguanta mas, y ante su embestida pongo el tercer par al violín. Se corre otra vez gritando mucho, como le gusta. La sirvienta debe estar acojonada.
Hay que darle un poco de aire al astado, pero no lo necesita. Saco la muleta y me voy a los medios. Al primer envite acude a la carrera, comienzan los muletazos. La agarra con la derecha, y empieza a lamerla despacio, desde la punta. La besa y la chupetea de arriba abajo. Su lengua es una maquina de dar placer, suave y dura a la vez. No solo juguetea con mi pene, también con mis testículos. Llega a todos sitios. Poco a poco se la empieza a meter en la boca, sin dejar de mover la lengua y acariciarme con ella. Un primera tanda de derechazos genial. Que casta tiene esta hembra, que nobleza!
Me pondo de píe ella se arrodilla delante, la muleta a la mano izquierda. Me chupa las ingles, los huevos, y me besa la polla mientras me acaricia las piernas con sus manos. A todo esto, sus ojos están fijos en los míos. Sin usar las manos se la mete en la boca y me la chupa como una diosa. Le cabe entera, garganta profunda, hasta me chupa los huevos con ella dentro. Los naturales son antológicos! Mientras me la chupa me masajea los testículos, y se hace un dedo con la otra mano. No solo se penetra por delante, también se los mete por el culito. Yo estoy a punto de explotar, pero ella casi lo está más. La plaza puesta en píe, me voy a por la espada de verdad.
Cuando estoy dando la última tanda de naturales, es momento de los muletazos de desprecio, mirando al tendido. Luego hay que entrar a matar. Le doy la vuelta y le digo que se agache, los dos de pie. Con mucho cuidado cojo la distancia y cuadro a la bella. Despacio se la meto por su culito, que se abre para mi. La saco y la vuelvo a meter, primero despacio, y luego mas rápido progresivamente. La sensación es espectacular. En un mar de jadeos y gritos nos corremos los dos a la vez. Estocada hasta la bola. El animal cae rodado, sin puntilla. Los dos nos desplomamos en la cama, exhaustos.
DOS OREJAS Y RABO.

Después de unas caricias y los consabidos besos, me dispongo a vestirme, mientras ella me mira desnuda desde la cama. Estoy cogiendo la ropa cuando me invade el mismo miedo que en el encierro de la mañana. Miro atrás pero no veo al morlaco, pero lo siento. Me pongo el calzón rápidamente y ella me mira extrañada. Entonces suena el chupinazo, Pum!, Se abre la puerta de la habitación y aparece el Victorino, negro bragao meano. El marido ricachón. Visto desde la barrera, parecía poca cosa, pero delante de uno y con esos ojos de loco, impone que no veas. Total que el bicho se arranca directo a mi. Con tanta fuerza viene que le hago un recorte y se va contra la pared. Mientras se levanta salgo pitando de la habitación, en gallumbos, bajo la escalera, le digo un adiós fugaz a la sirvienta y me voy corriendo calle abajo. El bicho viene detrás, pero le he cogido unos metros, los justos para entrar al coche y salir pitando. Ufffff, estuvo cerca la cornada, pero me libré. El caso es que me pasa ahora como con el encierro, tener el peligro cerca hace que me enganche, y creo que tendré que repetir la Corrida de hoy........

R.M.

gatillazo · #2 27-01-2008, 03:29

No recordaba haber leido este relato en el momento de su publicación.
Es de lo mejor que he leido en tiempo.
Ya quisieran muchos profesionales escribir así.

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