Club 501 - Calvarrasa de Abajo

Después de varios años sin “salir” por Salamanca, ayer me dio por ir a ese club situado en Calvarrasa de Abajo, Nacional 501 hacia Ávila. Había 8 ó 10 chicas (serían las 19:30) de distintos niveles físicos (algunos orcos), y ningún cliente (toas pá mí!!!). Destacaban 3 sentadas en una mesa alta, en especial una chica mona (sin más) que me entró por el ojo. Ceñida en un vestidín amarillo bien escotado y cortito, pelo negro liso hasta los hombros, ni gorda ni flaca. No pude evitar desnudarla con la mirada, de lo que no tardó mucho en enterarse. Se hace llamar Elisa, es dominicana de piel blanca, veintitantos años, 160/165 cm.

Se me arrimó en la barra - ¿Cómo te llamas?, tal y cual, besitos, blablabla... y me propone ir a hacer “cositas”. 43 euretes media hora - ¿Y si nos quedamos una hora? - 86 - ¡No vale!, la sábana desechable sirve igual para 30 minutos que para 60 (más de cachondeo que otra cosa) - De acuerdo, por ser tú... 83. Nos fuimos a su habitación, que tiene baño propio y estaba bien calentita.

Una vez desnuda pierde parte de su encanto, es que se notan las maternidades: tetas blanditas y algo estriadas, algunas marcas de embarazo también en las caderas y el vientre, pero bueno... en conjunto no está mal y a mí no me importa siempre que la actitud sea buena. Tiene un coño muy rico que parece de mulata. Hace un francés muy suave (tal vez demasiado) y muy mojado, sin manos, llegando a mover la cabeza con una rapidez tal que parece que se va a marear... Una vez tumbados, ella arrodillada delante de mí, me agarró de los muslos y arrastró mi culo encima de sus piernas, agachándose para hacerme una corbata francesa y luego jugar con mi ano (la paré cuando quiso meter el dedo más adentro) a la vez que me la estaba chupando.

La tumbé al lado mío, besándola y chupándole las tetas (tiene los pezones pequeñitos y areolas de buen tamaño). Se me ocurrió masajearle la entrepierna, sin tocar su clítoris, y entonces se echó aceite, dirigió mi mano como para enseñarme lo que quería que hiciera, y estuve deslizando mis dedos del ano al monte de Venus, una y otra vez, aumentando la presión poco a poco, sin meter dedos, hasta que se retorció y tuvo espasmos que parecían un terremoto de nivel 8 en la escala de Richter, todo ello en silencio, los ojos cerrados y sin gemidos. Lo mismo acabó sucediendo cuando le estaba comiendo el coño en 69, y soltó mi papito mientras estaba siendo sacudida por una réplica de igual intensidad.

Me enfundó y se colocó encima. Lo peor fue cuando se puso de cuclillas: yo ya estaba a punto de caramelo pero no quería acabar como un quinceañero. Entonces me incorporé abrazándola y besándola, sin sacarla. Estuvo un rato buscando la forma de colocarse para seguir bombeándome, ambos sentados, agarrada de mi cuello, y vaya si la encontró… De nuevo necesitaba tomar el control y la tumbé totalmente delante de mí, también sin sacarla, y otra vez buscó la mejor posición para que la pudiera penetrar de forma cómoda, sentado entre sus piernas. Daba gusto ver esa expresión de disfrute en su cara.

Se acabó poniendo en 4 y otro tanto de lo mismo, yo al mando con total dominio de mi cuerpo. Más tarde le pedí que se tumbara boca arriba para seguir en misionero. Así estuvimos un buen rato, a mi ritmo, hasta que doblé sus piernas sobre mi pecho, fui empujando cada vez más fuerte, con breves pausas en lo más profundo de su sexo, y finalmente sucedió… lo exquisitamente irremediable.

Me gustó mucho, no se conformó con dejarse follar, sino que ella también estuvo follando con ganas. La pena es que no sea más comunicativa y sonriente, pero no se puede pedir todo.

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