Creo que no se dice la verdad cuando se habla de este tema. Si reconociéramos claramente que con las prostitutas follamos mejor que con nuestra pareja (son más jóvenes y están más buenas, la chupan mejor, tienen más habilidades y recursos, se preocupan por nuestra satisfacción...) muchos hombres tendrían que enfrentarse a la cuestión de que no existe ningún motivo de peso por el cual mantener una relación de pareja más allá del hecho de: a) verse en la obligación de contribuir a criar a unos hijos que, en el fondo, ellos no querían, o al menos no tanto como ellas, o b) de cumplir con las conveniencias sociales, familiares ("nos casamos por nuestros padres"... ), etc.

Yo tengo claro que, por mucho que digan algunos aquí, el mero hecho de pagar por sexo la cantidad que sea ya es reconocer de manera implícita que preferimos follar con las profesionales antes que con nuestra pareja y es por ello por lo que estamos dispuestos a soltar la mosca. En caso contrario, nos conformaríamos con los tres o cuatro polvos mensuales de rigor con la parienta y el resto de la semana, alguna pajilla que otra para sobrellevar la rutina diaria...

En cuanto a lo que dicen algunos del sexo "con sentimiento"... Mira que lo he intentado, eh, pero la verdad es que cuando he tenido a mis parejas a cuatro patas, conmigo zumbándolas a todo trapo, o chupándoles las tetas mientras las perforo en la postura del misionero, no he conseguido sentir ningún tipo de "amor", "ternura", "sentimiento" o "cariño" de ninguna clase, sino sólo primitiva y básica lujuria, deseo sexual y ganas de eyacular como un coloso. Sinceramente, y no me lo toméis a mal, pero eso de follar "con sentimiento" que decís algunos a mí me parece el colmo del autoengaño y de la cursilería ridícula de adolescente anémica. Y más cuando a los dos días estamos soltando 100€ para darle por el culo a la lumi de turno.

Una cosa es mantener esta ficción con nuestras parejas, por las cuestiones que cada uno considere, y otra es que, aquí, entre puteros, sigamos alimentando lo que no es más que un cuento infantil, conveniente en otros ámbitos pero en el fondo falso de toda falsedad e incluso un poco ridículo dada la naturaleza de nuestra común afición.