La crisis. Puñetera palabra que como si fuera un mantra tibetano nos golpea tímpanos y cerebro día tras día y a cualquier hora. No es mi intención minimizar el alcance y la profundidad del pésimo momento económico mundial, sin embargo no deja de fastidiar lo bien que le ha venido a algunos la susodicha recesión. Sueldos más bajos, miedo en el trabajo, incertidumbre laboral… A veces parezco el niño de ‘El sexto sentido’ y veo muertos, pero todo es francamente sospechoso. Total, que el nivel de acojone en general es tal que nos hemos quitado de encima muchos gastos y, los que pueden, ahorran que es un portento. Restauración y ropa son las dos partidas más afectadas por las ansias de la muerte que todos llevamos a cuestas. La industria del sexo, como era de esperar, también se ha visto afectada por esta epidemia ahorrativa en la que estamos inmersos. Los prostíbulos han sufrido una caída del 30 % en sus ingresos desde que se inició esta crisis. A situaciones difíciles, soluciones imaginativas. Esto es lo que deben haber pensado los responsables de algunos burdeles alemanes que han empezado a ofrecer todo tipo de descuentos y promociones, no exentos de polémica.
El primer caso lo encontramos en la ciudad de Colonia, en el que está considerado como el prostíbulo más grande de Europa. Se llama ‘Pascha’ y ofrece descuentos a todos los clientes que lleven tatuado el nombre del local en su brazo. Una forma moderna del clásico hombre-anuncio, pero más extrema, por lo perpetuo del asunto y porque de esta manera todo el mundo se entera de lo putero que es el tatuado. Incluso su familia. Pero bueno, a los pocos días del inicio de esta singular acción comercial ya se habían presentado 40 individuos con el tatuaje de marras, por lo que está claro que hay gente para todo.
El dueño de otro prostíbulo, en Berlín, ha decidido ‘premiar’ a los clientes que lleguen al local en bicicleta o demostrando que han usado el transporte público. Muy ecológico y sostenible todo. El descuento consiste en una rebaja de 5 € en la tarifa básica de 70 €, que es lo que se paga por una sesión de 45 minutos . Otros locales ‘hacen precio’ a jubilados e incluso a basureros el día 15 de cada mes. Se da la circunstancia que los trabajadores de este sector, en Alemania, cobran ese día. O sea, que todo está más que pensado.
Sin embargo, la oferta que ha creado más polémica y debate en la sociedad alemana es una especie de tarifa plana muy parecida a la que usan algunos restaurantes o self-services. El clásico ‘come lo que quieras’, también conocido de manera más prosaica por ‘come hasta reventar’, también se puede aplicar al mundo de la prostitución. En este caso el cliente paga 70 € y tiene derecho a ‘consumir’ los servicios de las chicas tantas veces como quiera o su cuerpo tolere. Para muchas autoridades, este tipo de iniciativas suponen un ultraje a la dignidad de las trabajadoras, aunque el hecho que la prostitución sea legal en el país germano no facilita demasiado las cosas a la hora de tomar medidas restrictivas en contra de estas singulares ‘ofertas’.
Con el tema de la prostitución siempre sucede lo mismo. Todos la condenamos, a todos nos parece un horror… pero siempre ha existido y existirá por los siglos de los siglos. No comparto la actitud paternalista que siempre considera ‘víctima’ a la prostituta ni tampoco la que minimiza sus aspectos más sórdidos. En mis años de facultad solía visitar un bar en el barrio chino barcelonés (los botellines de cerveza sólo costaban 15 pesetas) y todavía recuerdo el espectáculo triste y lamentable de ver a señoras de 70 años tomándose un café con leche a las tres de la madrugada para entrar en calor y volver a la calle. Vamos, que mi admiración hacia las samaritanas del amor, como las llamaba ese pedazo de poeta como José Luis Perales, por lo que tienen que ver y aguantar, es inquebrantable. Sin embargo, considero que no estaría de más, y de una vez por todas, plantear este debate de una manera real e intentar que estas mujeres puedan tener una cobertura laboral y sanitaria igual que cualquier otro trabajador. Aunque los que trabajamos en cosas más ‘decentes’ a veces tenemos la misma sensación que ellas, la verdad sea dicha…
Termino. Las fotos que ilustran este ‘post’ son del fotógrafo Patrick Fouad, que hizo un reportaje sobre el interior de prostíbulos alemanes y su decoración delirante. Muy fuerte.
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