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[Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ] | Las mujeres toman la palabra
Y las prostitutas, ¿qué opinan sobre la polémica?

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Vídeo: Zoe Rodríguez

• Abanico de opiniones:
• 'En un club tienes que dar dinero al dueño; la calle es más libre'
• 'Me gustaría que se regulase, así por lo menos cotizaría a la Seguridad Social'
• 'Antes de la crisis ganaba 400 euros al día; ahora, entre 60 y 100'

Raquel Quílez | Madrid
Actualizado jueves 10/09/2009 14:56 horas

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Son las cinco de la tarde de un martes. Jornada laboral. La prostitución en la calle a [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ] en los medios de comunicación y los foros políticos. Quien más, quien menos tiene una opinión que dar sobre el trabajo que desarrollan miles de mujeres en las calles de todas las ciudades de España -las organizaciones coinciden en la imposibilidad de cuantificarlas-. Pero, ¿y ellas?, ¿qué tienen que decir las trabajadoras del sexo acerca de su situación?
En el centro de Madrid, varias decenas de mujeres permanecen ajenas al debate. A la hora en que los trabajadores regresan a sus oficinas tras el almuerzo, ellas ofrecen una felación por 10, 12, 15 euros. Lo que el cliente quiera darles. Un completo, por 20.
Mujeres que trabajan en las calles de Madrid. | Kike Para


Ana -nombre ficticio- mira tímida con unos enormes ojos verdes mientras permanece sentada en el bordillo de un portal próximo a la Gran Vía. "Es que yo no tengo más remedio que estar aquí. Tengo que mandar dinero a mi país -procede de Rumanía, donde viven sus dos hijos pequeños- y como empleada del hogar ganaría mucho menos". ¿Cuánto obtienes en la calle? "Pues pago 300 de alquiler en un piso compartido, envío 400 ó 500 a Rumanía y yo me quedo con 100". Ahí queda su balance mensual.
Ana esboza a continuación una teoría que sostendrán después la mayoría de las mujeres a las que se pregunta en la zona Centro de Madrid: prefieren trabajar en la calle. ¿Sus motivos? "Si estás en un club tienes que dar parte del dinero al dueño y además tienes que trabajar las horas que te diga y coger los servicios porque si no, no puedes volver al día siguiente. En la calle, sin embargo, nosotras decidimos las horas que estamos y con quién nos vamos. Nos sentimos más libres". Y eso a pesar de que el precio de sus servicios cae cuando se ofrece al aire libre.
Explotación de las mafias


Esta versión no coincide con la experiencia acumulada por APRAMP (Asociación para la prevención, reinserción y atención de la mujer prostituida). En sus 30 años recorriendo las calles de Madrid para ayudar a las prostitutas han visto que la mayoría -el 90% de las que trabajan en España son inmigrantes según datos de la Guardia Civil- ha llegado engañadas por las mafias y trabaja esclavizada.

"La calle no es un lugar seguro para nadie, ni para un vendedor de cupones", dice una de las mujeres que trabaja en agencias

"Ahora nos estamos encontrando con mujeres menores de 25 años procedentes de Brasil, Nigeria y Panamá, pero trabajamos con mujeres de hasta 34 nacionalidades. Muchas ejercen la prostitución 24 horas, por la mañana en el centro, por la tarde en un polígono y de madrugada, en un club, depende de los contactos que tenga la mafia que las explota. Muchas de las nigerianas deben hasta 40.000 euros y algunas de las rumanas nunca terminan de pagar su deuda porque las venden una y otra vez". Éste es el perfil que establece Rocío Mora, presidenta de la Asociación.
Para Mora, la solución no pasa por regular, sino por erradicar la prostitución. "No nos dicen que estén bien y que reivindiquemos sus derechos laborales, sino todo lo contrario, que las ayudemos a salir. Si se regulariza será peor. Estarán en clubs o en pisos y ni siquiera podremos llegar a ellas".
Sexo en plena calle

Las prostitutas han saltado al centro del debate público después de las denuncias por las prácticas en plena calle en Barcelona. La mayoría de las preguntadas en Madrid ni siquiera conoce la polémica. "Pero, ¿cómo en la calle? ¿En mitad de la gente, con todos pasando?, pregunta sorprendida Laura -nombre ficticio-. Ronda los 50, es española y viste un llamativo mono de leopardo. Está sentada en un taburete en una esquina de la calle Ballesta, el sitio que ocupa desde hace ya varios años.
Miles de mujeres ofrecen sus servicios en pisos y locales. | Iñaki Andrés


"Eso aquí no pasa. Contactamos con los clientes en la calle pero luego nos vamos a pisos alquilados o a los hostales, donde pagamos cinco euros por la habitación". También ella reivindica el trabajo en la calle. "Yo prefiero estar aquí, me siento más segura", repite, como sus compañeras. Pero irte con un desconocido a un hostal no es muy seguro... "Ya, pero en los hostales hay personas que trabajan para protegernos", contesta. ¿Quién contrata a esas personas? Silencio. Laura tiene cuatro hijos y un nieto a los que mantener porque nadie más trabaja en su familia.
La de las mafias y la persecución policial -en Barcelona se ha confiado en la Guardia Urbana para que las mujeres no vuelvan a los alrededores del Mercado de la Boquería- es un tema complejo.

"La mayoría de las redes de trata de blancas se mueven en la clandestinidad y mantienen a las mujeres recluidas para que no tengan contacto con el exterior, pocas están en la calle", defiende Cristina Garaizabal, presidenta de Hetaira, otras de las asociaciones centrada en asistir a estas mujeres.

"Algunas nunca terminan de pagar su deuda porque las venden una y otra vez", Rocío Mora

Garaizabal considera que las medidas encaminadas a prohibir la prostitución en la calle producen el efecto contrario. "Los pasos que se han ido dando desde el Ayuntamiento de Madrid sólo han empeorado las condiciones de trabajo. En 2004, Ana Botella -entonces concejala de Asuntos Sociales- presentó el Plan contra la esclavitud social y se estableció una persecución porque se partía de la idea de que todas las mujeres que estaban en la calle eran víctimas de trata de blancas. Les ofrecían la reinserción sí o sí, incluso había coacción policial para que no volviesen. Fue entonces cuando empezaron a aparecer los 'protectores' que les avisaban cuando llegaba la policía, etc., y sospechamos que esas sí son organizaciones mafiosillas, en muchos casos de sus compatriotas".
¿Su solución? "Llegar a acuerdos entre autoridades, vecinos y prostitutas para establecer zonas en las que puedan trabajar en buenas condiciones de seguridad, iluminación, higiene...".
Y es que hoy en España el ejercicio de la prostitución no es un delito. Tampoco contratar servicios sexuales o practicar sexo en la calle. Sólo el proxenetismo está penado. Sin embargo, cada vez son más las ciudades que aprueban ordenanzas municipales que sancionan tanto a los clientes como a las prostitutas. Es el caso de Barcelona -no de Madrid-, cuya ordenanza entró en vigor en enero de 2006; con poco éxito, a juzgar por las imágenes que han salido a la luz estos días.
El lujo de las agencias de contactos

A dos calles de Laura trabaja María -una vez más el nombre es ficticio. Celosas de su intimidad, todas se niegan a que se publiquen sus datos o se las fotografíe-. Tiene 28 años, habla un inglés perfecto y cursó hasta 3º de Comercio Exterior en su país natal, Rumanía, del que llegó hace tres años. Ha probado todo lo que tenía a su alcance para salir adelante. Ha sido empleada del hogar y camarera, con la mala suerte de caer en casas y locales en los que después se negaron a pagarle. También se ha prostituido en clubs y al final ha optado por echarse a la calle. "Es en el único sitio en el que sólo dependo de mí", dice.
Una de las unidades móviles que presta asistencia a las mujeres en la calle. | Carlos Barajas


María está sobradamente cualificada, pero se ve obligada a trabajar con su cuerpo. Ella sí reclama que se regularice la situación. "Por lo menos podría tener seguridad social y no ahora que llevo tres años trabajando y no ha servido para nada", dice. En el último mes, María vuelve a casa con entre 60 y 100 euros en el bolso. "Se nota la crisis -cuenta- antes podía ganar hasta 400 al día. Los mejores son los turistas ingleses".
Lo cierto es que la situación de estas mujeres oscila sin control entre el blanco y el negro. Frente a las que reclaman seguir en la calle, estarían las que trabajan en polígonos o zonas alejadas de la población y por tanto, más vulnerables a clientes y mafias. También las de los locales y pisos clandestinos, a las que ni siquiera las asociaciones de ayuda tienen acceso.
En el extremo contrario aparecen las que ofrecen sus servicios desde las páginas de contacto de los periódicos o agencias de alto estanding. Elena, nombre ficticio, trabaja a través de una de esas "agencias" junto a otras 50 compañeras. Tiene 32 años y cobra 150 euros por hora. Su lugar de trabajo: "chalet lujoso, hoteles y domicilios".
"Lo ideal sería que se regulase y que tengamos los mismo derechos que cualquier otro trabajador. Creo que la calle no es un lugar seguro para nadie, ni para un vendedor de cupones". "Nosotras trabajamos porque queremos, pero creemos que las redadas no conducen a nada, si no están allí se irán a otros sitios. No hay que perseguir a nadie, ni a la prostituta, ni al cliente, todos deberían tener derecho a hacerlo en libertad", sentencia

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Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir.