Había visto fotos suyas y me parecía muy atractiva. Aprovechando que estaba en Valencia la llamé una mañana de octubre de 2016. Era media mañana y me dijo que tenía que resolver unos asuntos y en ese momento no podía. Por la tarde volví a llamarla y me dijo que cobraba 100 € la hora y que podía ir en veinte minutos. Le dije que iría. Cuando estaba a punto de salir por la puerta de casa para reunirme con ella se me ocurre preguntarle si tenía medias y tacones para ponérselos. La pregunta le sorprendió mucho, muchísimo. Tanto que le cambió el tono de voz. Me gritó: “Pues claro. ¿Cómo se te ocurre hacer una pregunta así? ¡Pensar que una transexual profesional no tiene eso es de ser un estúpido!”. Y me colgó el teléfono, ahorrándome el trayecto, el dinero y el probable mal rollo. Por ironías de la vida encontré esta errata en un anuncio suyo el otro día:
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Desde luego, a mí me fallaste bastante, diosa.
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