Santas nodrizas
"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella", decía Oscar Wilde, compositor de adagios, misóginos algunos, cínicos todos. Pues bien, hago pública confesión de hallarme al borde del abismo sin más barrera que la del vil metal. Cuarenta días y, sobre todo, cuarenta noches en el "desierto" es tiempo más que suficiente para que el ángel del Señor (sí, él es también un ángel del Señor) quiera salvarme.
–¿Quién será mi putativa madre? –le pregunto.
–Llora y lo sabrás –me responde, y desaparece.
En el momento no entendí (de todos son conocidos los renglones torcidos, ilegibles, de los mensajes del Padre); pero lloré, como un recién nacido. Ahora bien, ¿cómo calma su llanto un neonato? En efecto, mediante el encuentro con las generosas ubres de maternal hembra.
Sea mi llanto pues como un ruego para los supremos sabios, doctores de la Iglesia de María Magdalena, para que en su casi infalible sabiduría (plena condición que solo un Sumo Pontífice tendría) me revelen, nos revelen, el nombre o los nombres de las más santas nodrizas del Reino de Magdala, con el fin de convertirnos en súbditos siempre fieles y no en escarmentados visitantes de un día.
Saludos a todos (en especial, a todas).
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