Estrella (antes Kelly Dominicana) - 622340839

TIPO DE EXPERIENCIA : I + D



FECHA: Hace nada.

DISPONIBILIDAD: Fácil.

DEPENDENCIA JERÁRQUICA: Independiente.

TARIFA APLICADA: 150 euros una hora y media.

LUGAR: Céntricos apartamentos por horas.

RELACIÓN CALIDAD/PRECIO: Muy buena.

TIEMPO QUE DURÓ EL ENCUENTRO: Dos horas menos diez minutos.

TELEFONO MÓVIL: 605223628

HIGIENE: Fantástica.

NACIONALIDAD: Dominicana.

EDAD: 18 años.

ALTURA: Entre 155 y 160 cm.

CABELLO: Pelo largo y liso.

CARA: Rasgos latinos. Guapa. Preciosos labios. Carnosos y muy sensuales.

CUERPO: Menudo. Teen. Fantástica piel. Curvas.

CULO: Muy bonito. Firme. Propio de la edad. Una delicia tenerlo entre las manos.

TETAS: Pequeñas. Apetecibles. Pezón pequeño. Panecillos. Una delicia.

CARÁCTER: Tímida. Simpática. Educada. Un encanto.

CONVERSACIÓN: Buena. Tímida.

PEARCINGS: Sí.

TATUAJES: Sí, uno muy pequeñito que sólo pueden ver sus amigos.

BESOS: Si. De todo tipo. Besa bien. Sueño con sus labios.

FRANCÉS: En mi caso con preservativo. A petición propia. Bueno. Despacito. Una delicia.

GRIEGO: Pregunté para los interesados. No practica.

CUNNILINGUS: Gourmet.

FOLLETEO: Muy bueno. Es extremadamente manejable. Para amantes del kamasutra. Aguanta lo que le echen. Propio de la edad.

IMPLICACIÓN: Alta.

CHICA RECOMENDABLE: Por supuesto. Aunque tengo que matizar que disfrutarán más aquellos que gusten de llevar la iniciativa. Se nota que está empezando.

LO MEJOR DE ELLA: En orden de importancia: Los labios de arriba. Los labios de abajo. Su naturalidad. Su culo. Su sonrisa y sus manos.

LO PEOR DE ELLA: En orden de importancia: Puede que para algunos su inexperiencia sea un handicap. Para mi en cambio es un plus, pues me gusta llevar la iniciativa y los tiempos. En cualquier caso es algo que se corrige con el tiempo.


RELATO DE LA EXPERIENCIA


Me digo: voy a navegar por Slumi a ver qué me encuentro. Error: ¿qué voy a encontrar?, algo que me gusta. El anuncio reza: dominicana, 18 años. Lo acompañan dos fotografías muy sugerentes: lencería negra y unas bonitas manos. Me digo: cuánto mal hizo en mi persona la mezcla de la lectura de Nabokov y el visionado continuo de las mamachicho. Compruebo que no hay noticias sobre ella, ninguna referencia. Nada. Y la intuición, ya sabéis a lo que me refiero, me dice: llámala. Lo hago. Me gusta su voz. Quedo con ella para el día siguiente. A petición suya quedamos en la calle. LLega puntual a la cita. Vaqueros. Jersecito. Manoletinas. Un bolso donde lleva los apuntes: viene de clase. El pelo recogido en una coleta. Gafitas de niña aplicada. Sin duda tiene la edad que todos quisiéramos tener. En lo primero que me fijo es en sus labios. Carnosos. Apetecibles. Me hubiese gustado haberla besado en ese instante pero me reprimo. Es pequeñita y se le adivina un cuerpo bonito. no sé porqué pienso en un huevo de Fabergé: hermoso, frágil, delicado. Llegamos a la recepción de los apartamentos y cogemos las llaves. Subimos en el ascensor y ya no me reprimo. Comienza la fiesta. Como José Tomás en sus mejores tiempos me lanzo al ruedo: morreo majestuoso que ella recibe con dulzura y devuelve con maestría. Noto la erección y creo que ella también. Me sonríe. Entramos en el apartamento y mientras yo me entretengo en chorradas: subir persianas, acomodar la cama, etc... ella aparece desnuda en el quicio de la puerta. Buf! qué cuerpecito! ¿Nos duchamos? me dice. Me desvisto en cero coma mientras ella entona el agua. La enjabono su pequeño cuerpo. Piel suave. Creo que la diferencia de edad la intimida un poco. Se la ve inexperta, pero eso me gusta. Le digo que da igual cual sea la edad de los hombres, que todos nos regimos por un mecanismo muy simple: le cojo la mano y le entrego mi polla. Le digo que lo único que hay que hacer es mover la manivela. Se ríe. Se suelta. Nos besamos mientras yo exploro su sexo. Besa bien, muy bien. Comienzo a masturbarla con el agua caliente aplicada a su clítoris. Gime. Le gusta. Me besa con más pasión. Gime bajito. Parece una gatita. Decido que ya es hora de ir a la cama. Se tumba en ella y empieza el festín. Nunca había tenido ante mi un cuerpo tan delicado y tan bello a la vez. Ahora me fijo en sus otros labios. Coño perfecto. El origen del mundo. La abro. Qué fácil. Una pluma. La beso el sexo con delicadeza. Hundo mi lengua en su clítoris. Me viene el recuerdo de los años felices de la infancia: subido en una higuera comiendo el fruto bajo la canícula del verano. La misma sensación: el placer. Está muy húmeda. Gime bajito. Comienzo a masturbarla. Alterno besos en los labios de arriba y los de abajo. Está a cien y yo también. Adopto una de las posturas que más me gusta: ella me hace un francés mientras yo la masturbo. Oírla gemir y ver cómo su boca devora mi miembro es un espectáculo. No puedo más. Quiero correrme. Le hago el amor despacio mientras nos besamos. Acabo. Acabamos. No sé muy bien porqué pero los dos nos reímos. Supongo que es la felicidad. Intermedio. Hablamos. Le digo que las fotos de su anuncio no le hacen justicia. Le propongo hacerle algunas para sustituirlas y en eso nos entretenemos un rato (finalmente me hizo caso y podéis ver ese cuerpecito en Slumi). La de los visillos me encanta. Buen culo. Después de semejante visión me viene el momento fetichista. Para tal efecto traigo lo necesario: un cepillo de pelo y dos coleteros. Le digo que se siente enfrente de mi, dándome la espalda. La peino mientras le beso el cuello, ella me da mordisquitos en los labios. La piel erizada. Nueva erección contra su espalda. Le hago dos coletas y le digo que se ponga las gafitas. Se ríe. No dice que no a nada. Es un encanto. Se da la vuelta y comienza un francés lento mientras coge mis huevos con su mano. Le cojo de las coletas y le follo un poquito la boca. Despacio. Poco profundo. Después, y sin decir palabra se da la vuelta y se pone a cuatro ofreciéndome su sexo. Juraría que ronroneaba. Ahora sí entro a matar: estoy más de cinco minutos dándole fuerte. Se corre. Lo noto. Se da la vuelta y se pone encima de mi. Se mueve acorde a su juventud. Yo no aguanto más. Placer. Se queda tumbada sobre mi durante unos minutos. Noto los latidos de su corazón sobre mi pecho. Delicioso. No olvidaré ese momento. Nos besamos. Termina la fiesta. Nueva ducha juntos. Besos mimosos. Salimos a la calle. La dejo en el metro. Adiós. Dos besos. Cuando me marcho, y aún ahora, cuando estoy escribiendo esto, recuerdo su sexo en mi boca, y pienso en las palabras del poeta: mujer, te doy las gracias por haberme permitido chupar la realidad.