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Pícara
Pícara se anuncia desde el 13 de junio, san Antonio de Padua, en la sección de profesionales de esta santa casa.
Me convenció en seguida el culo portentoso de la primera instancia y, por supuesto, aunque en una de las imágenes aparecen unas manos con las uñas pintadas en colores diferentes, algo que muchos asocian con cierto tipo de disfunciones cerebrales, me convenció también lo que se muestra en el resto de las fotografías: un pecho a todas luces de mentira, pero maravilloso, y unas piernas sin parangón. Pícara, que se daba a conocer como novatilla con un no sé qué lúdico que quise constatar en las distancias cortas, contestó a mi mensaje a la mayor brevedad, dejando por su parte en mi correo electrónico tres o cuatro líneas envueltas en una sintaxis propia que desatendían por completo a lo más básico del sistema de puntuación. Al final, además, había un número de móvil. La voz de Pícara es dulce y sensual y, porque se mostró desconfiada y medrosa por teléfono, creí yo ser verdad lo que ella decía de ser nueva en el mundillo. Fue en una habitación aseada de un edificio de uno de los barrios más céntricos de la capital. Pícara llegó con veinte minutos de retraso y alegó en su defensa un tráfico imposible, cosa que, a buen seguro, hundía su raíz en la realidad: un viernes en Madrid es un viernes en Madrid. La chica es un bombón, bajo mi punto de vista. Tiene los labios finos de la voluntad firme y una mirada que pretende indagar, ávida y curiosa. El pecho, que, en efecto, es de mentira, es, en efecto, maravilloso, y las piernas, duras y suaves, terminan en unos pies anchos y agradables que a ella le gusta cuidar. El culo es, en una palabra, colosal. No conseguimos progresar Pícara y yo. Su tarifa mínima (100 euros) es ya muy elevada y sólo comprende, o comprendía, un masaje relajante con la cacareada terminación feliz. Quise combatir y mercadear, ofrecí más de lo que tenía pensado dar y, tras saborear ansioso las mieles de su triunfo con delectación, ella izó su puente levadizo y me dejó con ganas de más. Estoy convencido de que si rebaja sus pretensiones y cuida más a los clientes de lo que me cuidó a mí Pícara se hará un nombre. El físico le acompaña y, a pesar de que yo sólo lo pude intuir, tiene que ser una auténtica tigresa. Soy de la anecdótica opinión de que mejorarían las prestaciones de sus manos si rebajase algo el tamaño de las uñas, que aquella mañana estaban esmaltadas en un color rojo sangre, y pienso con sinceridad que debería olvidar un poco sus necesidades cotidianas y centrarse en las de los que van a levantar su negocio a la hora de alternar. A mediados de julio, unas semanas después de nuestra cita, Pícara me envió un mail emplazándome a visitar con ella unos apartamentos que, con algún afortunado, había descubierto. Y trataba de venderlos, convincente, como si las estancias fuesen suyas. Imaginé entonces que ella habría entrado en la fabulosa espiral de las comisiones y que, por desgracia, seguiría siendo la pasta gansa el orto y el ocaso exagerados de todos sus días. Pero confieso que a veces me asaltan las ganas de ponerme en contacto con ella y volver a combatir y a mercadear. Y las de intentar encontrar en ella a esa tigresa que con toda certeza la muy pícara lleva dentro. Nos vemos en los bares. |
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Nos falta la forma de contacto.
Saludos |
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El siguiente Usuario da las gracias a Piwy por este Post: | ||
GRUPI (04-09-2011) |
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Y una ligera descripción del servicio prestado, además de la de las uñas, tampoco estaría mal... . |
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Cita:
Afotos de la moza: |
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Ya que hay teléfono vamos a ponerlo para las busquedas
606585823 Saludos, Piwy. |
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picara |
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