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Antiguo 23-06-2011, 19:45
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Lo imaginario, se funda en el pensar con imágenes; pensamiento que -según Freud- es el tipo de pensamiento más primario. Para el maestro vienés, la percepción deja huellas o marcas psíquicas que conforman un espacio psíquico compuesto de imágenes provenientes de todos los sentidos. Lo imaginario es entonces la dimensión en la que se desarrolla el pensar en imágenes, no sólo visuales, sino también en sentido simbólico.

He comenzado este espacio con el fin de reproducir aquí aquellas imágenes que, tras experiencias con mujeres, configuran mi imaginario y mi forma de entender el sexo. El sexo a través de las imágenes, los símbolos y la palabra. Trasladar esas imágenes a lo simbólico y de ahí a la palabra escrita.

Os pido que aportéis todo aquello que vuestra imaginación os sugiera.


Última edición por 7negro; 23-06-2011 a las 20:08
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Antiguo 23-06-2011, 19:58
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Te lo Comeré


Literalmente se lo come, te lo comes, introduciéndolo en la boca y tanto vale la expresión para ella, como para él. Comérselo; expresión que nos da la idea de nuestra voracidad sexual y la medida de nuestra insaciable oralidad. Nunca acabas de comerte lo que parece inagotable, sólo el punto límite del placer de quien es devorado pone fin al festín de quien devora.

Baño, vino y amor acaban con uno, pero son la verdadera vida, nos recuerda un proverbio de la Roma Imperial. El placer es un fluido que toma formas corporales: sudor, saliva, puede que también lagrimas, y licores sexuales que surgen de lo más profundo de los cuerpos, que se generan en el placer mismo, como los jugos destilados por los frutos de la tierra. Es la gastronomía del sexo, un manjar de jugos, un menú de sensaciones, una carta de placeres..... Te lo comería a placer.

DEVORARSE.

"Le beso el clítoris, todavía húmedo del baño;
el vello del pubis sigue empapado como algas.
El sexo le sabe a mariscos, a mariscos frescos,
salado y maravilloso. ¡Ay Mary! Mis dedos
trabajan más de prisa y ella se deja caer de
espaldas sobre la cama, ofreciéndome todo su
sexo, abierto y mojado, como una camelia,
como los pétalos de una rosa, como terciopelo
y raso.

Es rosado y fresco, como si nadie lo hubiera
tocado nunca. Parece el sexo de una jovencita.
Las piernas cuelgan a los lados de
la cama y el sexo está abierto. Puedo
morderlo, besarlo, meterle lo lengua. Mary
no se mueve. El pequeño clítoris se pone tieso
como un pezón. Metido entre sus piernas, mi
cabeza está presa en el más delicioso torno de
carne fresca y salada".

(Anaïs Nin)



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  #3  
Antiguo 27-11-2012, 13:57
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Ardo en el infierno


La próxima vez que me mires así, no respondo de mis actos....

Sé que eres consciente de lo que provocas en mí, sé que sabes que eres la protagonista de mis deseos más ocultos. Te sueño despierto y dormido. Eres la protagonista de mis pensamientos más lascivos; te desnudo y te disfruto cada vez que me apeteces…. ¡Si, eres mía cada vez que me viene en gana!

Otro cruce en el pasillo. Me miras y me sonríes, como quien mira a un niño pequeño, pero con tu cara de pilla...... Y en ese cruce de miradas y saludos, mi única obsesión es acercarme y susurrarte que no soy un niño y que podría hacerte todas las cosas que siempre has soñado, que deseo convertirme en tu esclavo y cumplir todos y cada uno de tus deseos más retorcidos...

Pero cada uno sigue su camino…. Y yo me quedo con tu olor, con tu imagen clavada a fuego en mi cabeza, con tu sonrisa maliciosa perenne en mi mente y se que no haré otra cosa que imaginarte en mi cama, comiéndote de arriba a abajo, acariciándote hasta que tu piel sea mi piel, volviéndote loca como sólo yo podría hacerlo...

La próxima vez que me encuentre con tu mirada observándome desde lejos, iré hasta ti y te pediré que me toques, que me disfrutes...

No quiero tu corazón, no quiero tus mimos, sé que le pertenecen a otro. Sólo quiero tu cuerpo, aunque sólo sea por una noche...., pero sé que pediré más, que querré más, porque siempre quiero más, porque eres una tentación realmente apetecible, una tentación demasiado cercana, manifiesta y palpable...

La próxima vez que camines por mi pasillo, con ese andar tuyo tan pausado y elegante, no me bastará con mirarte y morderme el labio, iré hasta tu boca y la besaré....

Porque no hay nada que me apetezca más en este momento que hacerte mía, saborear tus labios, beberlos como si fuera el agua que calma mi sed, lamer tu piel como si fueras mi caramelo, tocarte y llenarte de caricias hasta que tu piel se quede pegada a mis dedos, respirar tu olor como si fuera la fragancia más sutil..., y hacerte el amor toda la noche, pausadamente pero sin descanso, furiosamente pero con ternura, locamente pero consciente, con total abandono pero con memoria ...para no olvidarlo.

La próxima vez que pases por mi lado ausente y en tu mundo, me acercaré despacio, te vendaré los ojos y te contaré un secreto..., este que cuento aquí ahora, este que te pertenece... porque desde hace tiempo ardo en el infierno...



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Última edición por 7negro; 27-11-2012 a las 14:05
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  #4  
Antiguo 03-12-2012, 12:17
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Me quema la entrepieran


Me quema la entrepierna, arde, duele un poco por la manera en que la usaste anoche, por la manera en que me la meneaste, como me la comiste.

Hoy te espero muy caliente. Llegas con el pelo suelto, con tu vestidito negro de tirantes, medias negras y te imagino con el liguero y sin braguitas, tal y como te pedí. Tacones que duran poco puestos. Enseguida cuando llegas me quitas la ropa y voy quedándome sin nada. Me has desvestido lo justo y has empezado a lamerla. Te bajas las hombreras de tu vestido y me enseñas los pechos agazapados entre el sujetador, mientras mi pene crece en tu boca sin parar.

Estas arrodillada delante de mí y te he ladeado la cabeza mirando al espejo para que te contemples, para que nos contemples. Sé que te gusta verte, te excita mirarte en el espejo mientras lo hacemos.
Me ordenas que me tumbe en la cama con un solo gesto. Me encanta ese poder que ejerces sobre mí con tu silencio. Me encanta obedecerte. La cama es baja y mis piernas llegan al suelo... con tu cuerpo arrodillado entre ellas dominas la situación.

Haces movimientos circulares, bien al fondo la sacas toda, te la metes hasta el fondo de tu garganta, la chupas y la lames con esa lengua lujuriosa y obscena que tienes. Mi polla late y casi está bailando dentro de tu boca, mientras me la comes con tu boca voraz.

No hago ni un gesto que pueda distraerte, me incorporo para verte; veo como abres tu boca y me muestras la lengua totalmente fuera a la vez que me masturbas y me miras con cara lasciva, sabes que ese gesto me enloquece. Si cariño, disfruta de mi polla, hazme sentir todo tu deseo. Estoy a punto, te sujeto la cabeza con mi polla dentro de tu boca y te digo ¡para!.... quedamos así un largo rato…, yo con los ojos cerrados, tu bien quietecita con mi polla en tu boca, dándome pequeños golpecitos con tu lengua.

Te incorporas, te levantas la falda del vestidito negro, te pones a horcajadas sobre mi boca y me pides que te lo coma. Mi cabeza está entre tus piernas, te busco, lo busco, levanto el vestidito y una tira de tu vestido hace raaasss. Se rompe, “no me importa” me dices, “puedes romperme lo que quieras, como esa vez que destrozaste mi tanga color negro de un tirón con tus manos. Total, hace tiempo que has roto mi voluntad”, me dices mientras te abres de piernas.

Te lamo, te como, te saboreo, tu sabor y tu olor me excita. Estoy fuera de mí. Juego con mi lengua en tu coño mientras agarro tus tetas que asoman por encima del sujetador y pellizco tus pezones, los retuerzo con suavidad entre mis dedos mientras amaso tus tetas con las palmas de mis manos. Ahora sé que te correrás, llevas todo el día esperándolo, en tensión. Lo sé porque lanzas un suspiro gutural, hondo, desde el vientre; agarras mi cabeza, la prietas bien contra ti, me tiras del pelo y sé que tus ojos se abren bien grandes y te muerdes los labios de placer infinito.

Te tumbas en la cama, me pongo encima de ti, has levantado las piernas y te las sujetas con las manos por detrás de las rodillas girándolas hacia afuera para ofrecérmelo bien abierto... Con tus medias y tu liguero aún puesto pareces una auténtica puta, mi puta. Casi sin tocarnos mi polla entra sin esfuerzo de tan húmeda como estás. Es el resultado de haber pensando en mí durante todo el día. Si, lo sé, se que en algún momento del día, antes de llegar a casa, te has tocado pensando en mí, lo has hecho porque te lo pedí. Te pedí que pensaras en mí, en la noche anterior, en todo lo que hicimos y lo que habíamos disfrutado juntos.

¡Qué caliente! ¡Qué rico!... ¡¡Uhmmm!!, ¡cuánto deseaba follarte¡ ¡cuánto deseaba joderte! te la meto hasta el fondo sin cesar. No paro, bombeando bien adentro. Con una mano tiro del sujetador y te lo bajo hasta el vientre junto a tu liguero,… tus pechos tiemblan con cada embestida y eso me enloquece. Me pides más, más y me corro. Bombeo mi leche y tú disfrutas cada disparo, te quedas quietecita como te he enseñado. Yo me quedo calladito, aunque no puedo evitar una media sonrisa mientras te miro.

Y me dices con cara de niña mala.

-“¿Soy tu perrita?”

-“Si eres mi perrita”, te digo bajito, “mi perrita cachonda, mi perrita preferida”

Me rodeas con tus piernas y me empujas hacia ti para que no me escape, quieres tenerme bien dentro. Mis manos tiemblan. Siempre tiemblo cuando me corro. Me derrumbo sobre ti, satisfecho como un cachorro…

No es una historia de nuestros momentos tiernos, es sólo una pincelada de las mil y una noches que pasamos juntos.






Dedicado a todas mis queridas lumis, sobre todo a aquellas que saben erotizarme con su ropita....

Última edición por 7negro; 05-12-2012 a las 10:57
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  #5  
Antiguo 10-12-2012, 15:17
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Comer y ser comido. Vera la vecina de mi madre.


Vera la vecina de mi madre es una chica joven y hermosa de unos 29 años con unas curvas muy femeninas. La típica rubia pija con un cuerpo aceptable que bajo su ropa de marca podía adivinarse unas tetas perfectas y una figura endemoniadamente sexy. Tiene un cuerpo sensual que mis ojos disfrutan cada vez que me cruzo con ella. Me gusta su estilo de caminar, lo hace de una forma natural a la vez que sensual, con cierto aire felino. Siempre que puedo, de forma furtiva, la miro cuando pasa cerca de mí y con disimulo me giro al verla pasar para observar su culito y el suave contoneo de su cintura. Me gusta ver ese despliegue de belleza y sensualidad, sus pasos bien coordinados y lentos, mientras su cabello rubio y lacio, que baja hasta la mitad de su espalda, se mueve al compás de su rítmico caminar. Me gustaba verla con sus tacones resonando en la acera, con su vestido ceñido hasta la mitad del muslo y aquellas piernas torneadas enfundadas en unas medias negras. En ocasiones nos cruzamos en la calle o en el portal, nos saludamos y ella me devuelve una sonrisa dulce y me regala una mirada cálida que esconde algo de malicia y picardía.

En ocasiones sueño con Vera, sueño teniéndola, quitándole uno de sus vestiditos cortos; la imagino sin nada debajo, que la desnudo, que beso por doquier su cuerpo y que disfruto del manjar que esconde entre sus piernas. Literalmente la devoro para después hacerla mía con toda la furia que llevo dentro y que ella ha despertado en mí. Después me despierto con una erección tan fuerte que no me queda otra que masturbarme pensando en su delicioso coñito.

A veces me pregunto si ella tendrá novio, amigo o amante. Para ser sincero preferiría que tuviera experiencia y que ella también me hiciera gozar de sus andanzas sexuales. En mi mente la imagino, morbosa, lujuriosa y lasciva. En el fondo deseaba que fuera una auténtica zorra en la cama. En mis pensamientos más sucios, imaginaba a Vera como una mujer que se entregaba ardientemente a los placeres del sexo y me la inventaba gimiendo de placer entre mis brazos.

En mi mente estaba dibujada su figura de pechos generosos, cintura marcada, piernas torneadas, de caderas y culo bien proporcionados. Aquel rostro que me hechizaba; sus ojos marrones, su nariz fina y una boquita de labios carnosos, sensuales, de tono cereza que lucía húmeda y tersa, esa boca que tantas veces imaginé haciéndome una deliciosa mamada. De hecho cuando mi mujer me lo hacía fantaseaba con Vera regalándome una húmeda y ardiente comida de polla. Mientras Vera me lo hacía yo me imaginaba agarrando su largo cabello rubio para ver su boca y su rostro a la vez que se metía mi polla y desaparecía entera entre sus labios.

Hace poco tiempo, digamos unas semanas quede para comer en casa de mi madre, cuando entré allí estaba Vera hablando con mi madre, la saludé sin dejar de admirar ni por un segundo su hermosa presencia. Ella me respondió con amabilidad. Esa misma tarde bajó a pedir una cosa que necesitaba, le abrí la puerta y me dijo que si podía subir un momento para ver un enchufe que tenía estropeado y que necesitaba y que no conocía a nadie que se lo pudiese solucionar, le dije que sí. Me dijo que si podía subir en media hora, que tenía que hacer algo antes de que yo subiera.

Al poco, nervioso subí para ver si estaba y que necesitaba, eran las cinco de la tarde, llamé al timbre y me abrió vestida con una bata de estar por casa anudada a la cintura que apenas le llegaba a las rodillas, dejando ver su piernas envueltas en sus medias negras, el pelo suelto, su pechos turgentes insinuándose debajo de la bata y aquella mirada que tanto me fascinaba. Me llevó hasta la cocina, me enseñó el enchufe y me dijo que iba al salón y que si necesitaba algo se lo dijera. No era nada y se lo arreglé sin problemas. Ella estaba en el salón y casi gritando le dije desde la cocina “bueno esto ya está”. Ella me respondió desde el salón y me invitó a tomar algo.

Cuando entré en el salón estaba sentada en sofá, me encontré con una mujer vestida con un babydoll de gasa negra semitransparente, medias negras, tanga y tacón de aguja, con el pelo cayendo sobre su pecho, los brazos extendidos a lo largo del respaldo del sofá dejando entrever sus magníficos pechos entre la gasa negra de su ropa y su pelo, una mirada felina y sonrisa algo tímida. Me quedé paralizado en la puerta, reconozco que me sorprendió y que me sentí cortado ante su presencia. Nos quedamos callados unos segundos que me parecieron una eternidad. Yo sin reaccionar y ella me mirandome con una mirada picara pero con cierto nerviosismo, mientras yo la observaba dudando si su presencia era real o y si era uno de esos sueños que tantas veces había tenido.

“No sé si esto está bien”, le dije yo casi tartamudeando, “me gustas y hace mucho que tengo fantasias contigo, pero no sé si esto es lo correcto”. Ella me respondió que deseaba hacerlo conmigo desde hacía tiempo, que yo la excitaba, que sabía que la miraba cuando me cruzaba con ella. Y con cierta vanidad me dijo: “No necesito pedirte nada, se que gusto a los hombre. Sé que a muchos le gustaría tirarse a una pija como yo. Si, me gusta ser pija y me gusta que los hombres me miren. Si quiero sexo, puedo tenerlo cuando quiera, sólo tengo que ponerme una faldita corta ir a un garito para tirarme a un tío bueno esa noche ” me dijo con total franqueza y cierto desparpajo, “Se que en el trabajo hay más de uno que desearía hacerlo conmigo, pero no me interesan. Hoy me apetece hacerlo contigo, hace tiempo que lo deseo, tu decides”. Me miró directamente a los ojos con una mirada desafiante, provocadora y llena de lujuria, era una mujer decidida y jugaba fuerte.

Aquella mirada me encendió, deseaba comerle esa sensual boquita. Me acerqué a ella con cierto temor, se levantó del sofá y pude admirar en su totalidad aquel cuerpo que tanto desee, aquel pedazo de hembra. Tomé su cara por la barbilla, con lo tacones era un poquito más alta que yo, la miré a los ojos y besé sus labios. Eran unos labios suaves como el terciopelo, una boca cálida y húmeda que sabia besar con habilidad.

La agarré por la cintura y la pegué contra mi cuerpo sintiendo sus tetas sobre mi pecho. Aproveche para acariciar su hermoso cuerpo por encima de su ropa, el suave roce de la gasa y la redondez de su culo y sus tetas me excitó, mi polla ya estaba totalmente tiesa y la restregué suavemente contra su vientre. Cuando toqué sus pechos pude sentir como sus pezones se erguían bajo el toque ansioso de mis dedos. Ella respiraba agitadamente mientras que nuestras bocas se besaban con ardor y nuestras lenguas se entrelazaban en una erótica batalla.

Nos sentamos en el sofá y continué explorando sus tetas redondas de pezones rosáceos y generosos. Degusté esos pezones erguidos con mi lengua hasta hacerla estremecer. Gocé y saboree sus tetas con esmero por unos segundos más y después deje que mi mano se deslizara por su cuerpo hasta sus piernas. Comencé a acariciar sus suaves muslos y ella lo permitió gustosamente abriéndose de piernas. Mientra lamía sus pechos la castigue durante unos segundos jugueteando con el elástico de su tanguita y ella respondía gimiendo con más intensidad así mis dedos llegaron hasta su destino acariciando su sexo por encima de su ropa interior. Para mi sorpresa llevaba un tanga abierto a la altura de su coño, cuando por fin lo toqué con mis dedos, noté que estaba totalmente mojada, tan húmeda que parecía que su coño se deshacía entre mis dedos. Yo la miré con cara de sorpresa y ella me dijo “te gusta mi tanguita, me lo he puesto para que puedas disfrutar de mi coñito”, yo le respondí “me encanta que estés tan mojada”, “¿qué quieres después de comerme la tetas como lo has hecho?” respondió ella. "Hace tiempo que deseaba hacer esto contigo", continuó, "me gusta tu forma de mirarme cuando paso a tu lado, qué crees ¿que no me doy cuenta que me miras por detras cuando me cruzo contigo? ¿qué piensa, que no sé que me miras el culo cuando paso a tu lado?", dijo con una mirada burlona. "Eso me pone cachonda" concluyó.

Me pidió que me pusiera de pié frente a ella. Sentada en el sofá me desabrochó los pantalones y me los bajó junto a los calzoncillos de un tirón... Mi polla estaba tiesa y húmeda. “Tu tampoco estás mal” me dijo mientras acariciaba mi polla y sentía mi humedad. Me miró con cara de vicio y empezó a dar toquecitos con la lengua en la punta de mi polla, preparándome mientras seguía mirándome desde abajo con cada toquecito hasta que se la metió despacito entera en su boquita…. Umm!! Me regaló un francés húmedo, salivado y profundo con frecuentes cambios de ritmo. De ves en cuando se la sacaba de la boca y me miraba nuevamente a los ojos con todo el vicio de que era capaz, para luego hacerla desaparecer enteramente en su boca mientras yo sentía la humedad de su saliva resbalando por mi polla dura como una piedra.

"Es mi turno, ahora me toca comer a mí", dije yo; estaba deseando probar su jugoso coño. Me arrodille delante de ella, Vera abrió sus piernas y con sus dedos entreabrió su coñito, “¿Te gusta?”, me pregunto, “me encanta que me coman el coño” “¿Qué tal lo haces?” me dijo con voz provocadora. “Me encanta lamer un coño bien húmedo y calentito” le dije yo “estoy deseando hacértelo, ¿sabes que he soñado mil veces hacer esto contigo?”, ella respondió “¿Si, de verdad?, eres un guarro, y a mí me gustan los guarros como tú?”. Estaba muy sexi con sus medias negras, el tanguita negro abierto mostrando su rajita y sus tacones de ahuja.

Comencé a lamer sus muslos por encima de las medias hasta acercarme a su rajita. Su chocho, que sobresalía entre las finas tiras del tanga, estaba totalmente rasurado, era sonrosado y brillaba de tan húmedo que estaba, al ver toda su flor abierta mi boca querían probarla, saborearla, así que tomé sus caderas acercando su coñito a mi cara, pegué mi boca a su húmedo sexo y comencé a chuparlo suavemente, probando con mi lengua el sabor de su coñito como tantas veces lo imaginé. Sus labios vaginales eran carnosos y jugosos. Su clítoris se había puesto duro y estaba bien lubricada. Comencé a acariciar con mi lengua la entrada de su vagina, lo hacía en forma circular por todo su borde hasta volverla loca del gusto. De vez en cuando paraba y con los dedos de una mano acariciaba su coño y con la otra mano acariciaba y pellizcaba suavemente sus pechos y sus pezones, mientras yo la observaba y la miraba con deseo. Ella tomó la mano con la que la masturbaba y me dijo que le metiera el dedo mientras se lo comía y lo hice despacio sintiendo que mi dedo corazón se abría paso entre los pétalos de su flor; mientras saboreaba su delicioso clítoris me la follaba con el dedo. Notaba como su rico coñito se hacía agua en mi boca.

Entonces me deshice se su tanguita, quería su rajita en su plenitud, se lo quité suavemente, colocándome luego entre sus muslos, ella abrió con suavidad sus hermosas y torneadas piernas, exponiendo su flor totalmente para mí. Me llevé su tanguita a la nariz, lo olisquee como un perro en celo, lo lamí mientras la miraba con ojos de lujuria. “Mastúrbate para mi” me dijo; mientras lamía su tanguita, me la meneaba y ella me miraba con cara lasciva, aquello la excitaba, “cómeme el coño y masturbarte a la vez, quiero pensar como te la meneas mientras me lo comes”.

Ella gritaba levemente diciendo que era muy rico y que siguiera. Vibraba por entera mientras yo no cesaba de mover mi lengua en todas las direcciones para asegurarme de darle el placer más intenso de su vida. Alargué lo más que pude mi lengua y la metí en su hoyito hundiéndola hasta donde me fue posible y para luego moverla entrando en su vagina y jugara a un “mete y saca” a lo que Vera respondía moviendo sus caderas y abriéndose aun más de piernas mientras que repetía oh si, si, si, asi, asiiiiiiii, assshhh, asshhh… mientras gemía me agarraba del pelo y me apretaba contra su coño como impidiendo que me escapara de entre sus piernas.

“Para” me dijo, “aún o quiero correrme”. Me dijo que me levantara. Terminé de desvestirme. Ella se arrodilló delante de mí se acercó e inició una ardiente caricia con su lengua en mi miembro que estaba que reventaba. Se lo metía ansiosa en su boquita de cereza iniciando unas mamadas que me hacían volver loco de desesperación. Ella me miraba a los ojos como toda una profesional del porno y me chupaba el rabo con fuerza, tanto que me dolía pero ni caso, verla así engullendo mi polla me gustaba como nada en el mundo. Continuó así metiéndola y sacándola de su boquita, se la metía entera, hasta el fondo, hasta tocar en su garganta y mientras permanecía con ella así un rato, tocaba con sus suaves manos mis testículos y los masajeaba sutilmente. Otras veces la sacaba de su boca y me pajeaba en tanto que con su ardiente lengua totalmente fuera acariciaba y lamía mi candente pene. Yo me sentía en la gloria disfurtando con aquella mujer a la que tanto había deseado.

Luego se sentó en la mesita del salón, nuevamente me ofreció su boca y me pidió que se la follara, que eso la excitaba muchísimo. Yo de pie frente a ella, la metí en su boca totalmente abierta y se la follé con todas mis ganas mientras ella emitia ruiditos guturales de placer. Yo la agarraba fuerte del pelo para sostener su cabeza, me follé su boca hasta el fondo, sentía como mi glande tocaba su garganta mientras mis huevos se estrellaban en su barbilla. Me la follé intensamente mientras le decía lo buena que estaba, lo que la deseaba y que quería que fuera mi perra cachonda, mi guarra, mi zorrita; de vez en cuando se retiraba para respirar y contener una arcada mientras un denso hilo de saliva chorreaba de su barbilla.

Casi al límite de mi orgasmo, le pedí que se sentara en el borde del sofá que quería comerle el coño. Ella se recostó, levantó las piernas y me lo ofreció todo abierto para mí, yo agarrá las agujas de sus tacones con ambas manos y empuje sus piernas hacia atrás obligándola a abrise todavía más. Le regalé una comida que ella agradeció corriéndose gustosa en mi boca mientras sus labios esbozaron una ardiente exhalación y todo su cuerpo temblaba. Toda mi boca estaba impregnada de su dulce fluido después de lamer con fascinación su suave y delicioso coño, mis labios y mi nariz estaban impregandos de aquel olor sabroso, impreganados de su delicioso coño, un coño que me comí y disfruté como el más exquisito de los manjares.

Ella se arrodilló delante de mi y me regaló otra estupenda mamada, no podía más, me estaba haciendo enloquecer, ya no pódía aguantar más y ella lo sabía, "no te corras en mi boca" me dijo, "quiero que me llenes las tetas con tu lechita" me decía mientra me la meneaba y me miraba. "No te preocupes, te avisaré y te regalaré un bonito collar de perlas" le respondí. Continuó con la mamada hasta que yo no pude más, se lo dije se la sacó de la boca y me pajeo hasta que me corrí vaciaandome brutalmente en sus tetas; mientras me masturbaba lentamente hasta extraerme la última gota me miraba en plan peli porno. Fué bestial, tuve que sentarme, me temblaban las piernas por tanta excitación. Nos quedamos sentados el uno al lado del otro, yo la besaba un pecho mientras ella en el otro, con un dedo, jugueteaba con mi corrida en su pezón.

Fue un festín del sexo, uno de esos banquetes que uno no olvida tan fácilmente. No me podía creer lo ardiente que era esta mujer. En ese momento supe que repetiría de nuevo, pero la próxima vez me la follaría, ya soñaba con estar dentro de ella. Si antes estaba seguro de que me gustaba, ahora lo estaba más. Pero no fue hasta la cuarta vez que fui a su casa, después de chuparnos, lamernos, comernos y devorarnos otras tres ocasiones, cuando la convencí para follar, pero esa es otra historia, Vera era una entusiasta del sexo oral, una sibarita de los placeres orales, una auténtica glotona, su pasión era comer y ser comida y ambas cosas las disfrutaba con auténtica avidez.



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Última edición por 7negro; 11-12-2012 a las 19:01 Razón: añadir imagen
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Anhelo


Quiero su cuerpo como el preso puede querer la libertad. Una riada de ardiente lava descienden en picado por mi cuerpo hasta mi sexo cuando pienso en nuestros encuentros. Anhelo tener la suave piel de su pecho en mi boca, anhelo acariciar y recorrer con mis dedos la curvatura de sus senos, agarrarme fuerte a sus muslos y perderme en ellos. Necesito acercarme a ella, desnudarla, sentir su humedad en mis manos y en mis labios. Fantaseo con su cuerpo, sé que lo que hago con ella en mi cabeza le gusta. Anhelo verla jugar con mi sexo en su boca, pienso en como ella lo acaricia con su lengua para hacerme sentir el placer de estar vivo. Necesito que selle con su lengua cada poro de mi piel y sus manos deslizándose hasta mi vientre. Deseo su piel con mi piel, deseo separar la intima humedad de su entrepierna e introducirme en ella, separarla hasta llegar hasta lo más profundo de sus entrañas y sentirme atrapado en ellas. Atrapados el uno en el otro hasta el punto de no diferenciar el instinto básico de nuestros deseos de las necesidades de la lujuria y la lascivia que corrompe nuestros cuerpos y nuestras mentes. Busco encontrarla, anhelo tenerla y sentir de nuevo el gemido ahogado en la profundidad de su garganta, un gemido animal que despierta mi fuerza y mi ternura por igual.




Última edición por 7negro; 05-01-2013 a las 20:15
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