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La magia del Plan B


La magia del Plan B

La noche prometía ser de las mas excitantes de mi vida. Un plan difícil de igualar, difícil de repetir, algo por lo que la mayoría de los hombres hubiese pagado mucho dinero.... Algo tan extraordinario, que tan pronto como se forjó, se desmanteló.

Allí estaba yo, a las 10 de la noche con unas ganas de follar tremendas, y con mi gozo en un pozo. Pero los perros viejos no salen de casa para jugar todo a una carta, siempre se tiene que llevar un Plan B por lo que pueda pasar, aunque esta vez el Plan B estaba ligado al Plan inicial, porque la idea era coincidir en un club de intercambio mi amiga y yo con otro amigo mío, el Príncipe y su Princesa.

Llamé al Príncipe para contarle lo sucedido:

- Ha fallado el tema.- Le dije
- No me digas, vaya putada – comentó – bueno y que vas a hacer ahora?
- Nada, el plan era para toda la noche.-
- Bueno si quieres vente a cenar, yo estoy con mi Princesa, así la conoces.- me propuso
- Perfecto, voy para allí.-

Por lo menos iba a salvar la velada con una cena en compañía de una parejita feliz.
Llegue al restaurante muy rápido, y tras reservar la mesa esperé en la barra la llegada de mis acompañantes. Mientras tomaba algo crucé unas palabras con la camarera, una chica muy mona que me sonrió un par de veces mirándome de reojo, si bien no era el sitio de ligar ni nada por el estilo, y además los Príncipes llegaron rápidamente.

En cuanto los vi, salí a la puerta a recibirlos, como si el anfitrión del lugar fuese yo. Salude al Príncipe efusivamente, el cual me presentó a la Princesa. No pude sino admirarla de arriba abajo, una mujer en la treintena, de cabellos rubios y porte esbelta, con un atractivo vestido ceñido que dejaba adivinar unas sugerentes formas. Pasamos al interior mientras el Príncipe me sonreía, sin duda adivinando en mis ojos las felicitaciones por tan excepcional compañera.

Ya en la mesa disfruté de unas viandas interesantes, sobre todo por la conversación tan entrañable que mantuvimos. Ella era una mujer inteligente, simpática y sin duda entregada al Príncipe que la había conquistado, el cual también demostraba su atracción hacia ella. Yo por mi parte centraba mis esfuerzos en examinar a fondo a la dama, primero físicamente, investigando sus pechos y su rostro atractivos, y luego psicológicamente, intentando adivinar en ella algún signo de lujuria y perversión que sabia a ciencia cierta que tenía. Para ser sincero, no hallé el mas mínimo rastro de esto último, salvo cuando adiviné un juego de manos por debajo de la mesa y algún movimiento acusador, que mas tarde supe que provenía de una excitación sexual que invadía a ambos. Excepto por eso, observé a una mujer recatada y fina, lo cual me produjo un morbo importante.

Entre estos dimes y diretes transcurrió la cena y la sobremesa. Llegado el momento de irse, el Príncipe no perdió el tiempo en hacer la proposición que todos esperábamos, que no era otra que ir a tomar algo a un club de intercambio. Ellos habían ido una vez, pero sin profundizar en el tema, y yo estaba deseando hace años poder ir a uno de esos lugares, a comprobar mitos y comentarios recogidos en múltiples ocasiones. Tomamos rumbo al lugar, un conocido club de Madrid. La sorpresa fue cuando nos impidieron el acceso por ser tres personas, ya que solo admitían parejas esa noche, aunque nos informaron de otro local, al que nos dirigimos. Una vez allí, pese a algunas reticencias, pudimos acceder los tres al interior. Tras dejar los abrigos en el ropero, entramos al club, yo con los ojos bien abiertos para no perder detalle de lo que allí se cocía.

Unos sofás en la entrada y después una barra a la que nos dirigimos. Pedimos la primera copa mientras observábamos la clientela y las instalaciones. Me llamó gratamente la atención la gran cantidad de parejas jóvenes que había, con unas chicas realmente atractivas. Aunque la verdad, mi mente y cada vez mas mi cuerpo solo miraban hacía la Princesa, buscando la manera de romper el hielo, aunque no tuve que buscar mucho porque ella rápidamente se percató del pudor que aún me retenía, y sutilmente sus manos comenzaron a rozar primero mi brazo, luego mi hombro, mi pecho.... Era evidente que no estaba la cosa para perder el tiempo, y después de varias caricias mas explícitas, decidimos inspeccionar un poco el local. Comenzamos por un pasillo oscuro que estaba vacío en ese momento, y fue al llegar al final del mismo cuando los acontecimientos empezaron a cobrar mayor interés. Casi sin mediar palabra las manos del Príncipe se introdujeron en el vestido de la Princesa, mientras los labios de esta buscaban los míos. Mis manos comenzaron a recorrerla por fin, acariciando sus pechos juguetones y su perfecto culo. Mientras su lengua entraba en mi boca, sus jadeos se aceleraban conforme su Príncipe la masturbaba sin cesar. Creo que llegó al orgasmo varias veces mientras yo chupaba sus pezones.
- Te gusta mi putita?.- Me dijo el Príncipe
- Claro que si, me gustan las putitas bien educadas.- Contesté
- Pues úsala, que para eso la tengo.- me invitó

Bajé mis manos a la abertura de su vestido, y encontré un coñito rasurado completamente y chorreando líquidos. Introduje en él varios de mis dedos, que entraron sin ninguna dificultad, mientras mi pulgar jugaba con su clítoris. Con mi otra mano abrí un poco su vestido por arriba, y salieron a relucir sus pechos encerrados en el sostén, que duró poco en su lugar. Afloraron unos pezones pequeños pero puntiagudos, pidiendo a gritos que los lamiesen, cosa que hice inmediatamente. Mientras mis dedos jugaban con su coño y mi lengua con sus pezones, la Princesa me pedía al oído que los mordiese, cada vez mas fuerte, hasta el punto de temer hacerla daño. Iluso de mi, justamente eso era lo que le excitaba mas, el límite del dolor con el placer. Varios minutos así trajeron nuevos orgasmos de ella. Tras tomarse unos segundos de respiro, sus rodillas bajaron al suelo y nuestras pollas salieron al exterior, en total erección ante semejante derroche de lujuria. Por primera vez note el calor de su boca en mi verga, primero cuando la lamió de arriba abajo, y luego cuando se la metió entera hasta la campanilla. Ni el Príncipe ni yo parábamos de decirle lo puta que era y lo bien que la chupaba, aunque ella insistiese en que no es su especialidad. Mientras agarraba su cabeza y disfrutaba de la mamada a pachas que estábamos recibiendo, observaba al pequeño grupo de mirones que se habían instalado cerca de nosotros, al menos dos parejas que se deleitaban la escena. Tras varios minutos de felaciones, ella se incorporó para ser masturbada de nuevo por nuestros dedos, mordidos sus pezones, y regados sus oídos con multitud de apelativos. Sus corridas no tardaron en llegar de nuevo.

Tras esta primera toma de contacto, continuamos con la inspección del local. Continuando tras la primera barra, descubrimos una inmensa sala con una bonita piscina, varias camas con cortinas, sofás y otra barra. Había bastante gente tomando copas, si bien la acción sexual no era demasiado evidente, excepto por algunos escarceos que se adivinaban detrás de las cortinas. Nos acomodamos en uno de los sofás mientras analizábamos el entorno. Antes de darnos cuenta, ya estábamos de nuevo masturbando a la Princesa, para regocijo de un par de decenas de personas que nos observaban desde la barra. Nuestra chica se corría una y otra vez hasta el punto de derramar parte de su bebida sobre mi, cosa normal dada la avalancha de placer de la que era objeto. Mientras disfrutábamos de la estancia, me percaté de unas escaleras que bajaban a un piso inferior, por la que bajaba gente seria, y subían todos sonrientes. En cuanto pude propuse una inspección de ese sótano, cosa que Princesa estaba también deseando, al haber observado lo mismo que yo, cosa increíble porque no había dejado de correrse ni un momento.

Bajamos la escalera, y encontramos unos vestuarios con duchas y demás, y un nuevo cuarto oscuro, esta vez con una zona acolchada bastante amplia. En uno de los extremos había una pareja desnuda, ella tumbada y el entre sus piernas comiendo de su sexo. Tan solo con esta visión fue suficiente para que mis manos se lanzasen directas a los pechos y el culo de la Princesa. Su respuesta fue un beso muy húmedo mientras agarraba mi paquete, de nuevo en erección. El Príncipe la tumbó sobre el colchón, abrió sus piernas y comenzó a lamer su coño, mientras yo lamía sus pezones y comía de su boca. Mi lengua jugaba con la suya, mientras ella no dejaba de intentar morderme el labio, la muy zorra....Después de un primer orgasmo gracias a la boca del Príncipe, cambiamos los puestos y descendí hasta su entrepierna, primero con suaves besos, y después con sutiles lametazos en su coño, que al estar sin un rastro de pelo, llamaba a gritos para ser degustado. En pocos minutos ya estaba yo completamente entregado a mi labor, introduciendo mis dedos por sus agujeros y comiendo de un clítoris ya muy hinchado, pero que no se cansaba de proporcionar placer a su propietaria. Cuando supe que se había corrido de nuevo, me incorporé para percatarme de que de nuevo había varias parejas observándonos y éramos el centro de atención, en especial de unos maduros que había tumbados a nuestro lado. Yaciendo el Príncipe boca arriba, su Princesa no dudo en sentarse sobre él para clavarse su polla y cabalgar sobre su macho. Con sus manos sobre su pecho, los movimientos se aceleraban paulatinamente. Para no desperdiciar nada, me puse de pié junto a ella y saqué mi polla del pantalón para introducirla en su boca. Me encantaba ver los gestos de placer de mi amigo mientras yo me follaba la boca de su chica. Me gustaba notar el placer que le daba el ser follada por su hombre, y no poder gemir por tener la boca llena de mi. En un momento dado la saque y comencé a golpear su cara y su lengua con mi verga, cosa que a ella le gustó por que luego me lo pediría varias veces. Agarre su cabeza con mis dos manos y acompase sus movimientos con los de mi pelvis. Notaba como mi glande llegaba hasta su campanilla, pero podía meterla todo lo que quisiera porque no salió de ella ni un solo gesto de reprobación. Mientras todo esto ocurría, un chico sólo se había ido acercando lentamente, y al tocar a la Princesa y no recibir negativa, se aproximó ya completamente. Ella me dijo que no quería mas pollas, que con las nuestras iba servida, pero que quería probar un coñito, cosa que le dije al chico, el cual pidió perdón por su atrevimiento y se retiró del lugar. Continuó la felación mientras el Príncipe se corría con la cabalgada de la Princesa. Fue en ese momento donde echamos en falta los condones, por lo que no pude penetrar a la chica.

Volvimos a subir a la barra para pedir la segunda copa, mientras comentábamos la jugada. Nos sentamos en los sofás de la entrada para descansar un poco, cosa que aproveché para salir a recuperar los condones olvidados en la chaqueta. A mi vuelta, la parejita ya estaba de nuevo entrando en faena, con diversos magreos a la vista de todos, y nuevos orgasmos rápidos que demostraban la capacidad multiorgásmica de esta putilla sin parangón. Mientras el Príncipe visitaba el aseo, ella se sentó sobre mi para comernos la boca, o mas que eso, para tratar de morder mi labio, cosa que de momento conseguí evitar. Mis dedos fueron ellos solos a su coño,,, era inevitable.

Al igual que había ocurrido anteriormente, observamos una puerta de la que entraba y salía gente, por lo que nos aventuramos de nuevo a investigar el local. Al entrar apreciamos lo que parecía ser una celda, grilletes etc.... por lo que supimos que estábamos en la mazmorra. Disponía de una especie de cama de torturas, en la que había una chica siendo follada por detrás por su hombre. Además se contaban al menos otras cinco parejas, la mayoría solo mirando. Nuestra chica no tardó en estar tumbada sobre la cama de tortura. Su coño quedó al aire y no pude resistir su llamada, por lo que me lancé a comerlo y follarlo con mis dedos. Sus sabrosos jugos rápidamente llenaron mi boca, y su mano sobre mi cabeza apretándome contra ella me hacía ver que disfrutaba con mi actuación. Mientras yo me centraba en usar mi lengua y mis dedos, los cuales entraban y salían de ella bruscamente, su cabeza colgaba por el otro extremo del acolchado, quedando a la altura justa para que el Príncipe usara su boca como refugio de su pene. Ella, como buena guarrilla bien instruida, lamía sus huevos y su glande con suavidad y pasión a un tiempo, mientras seguía gimiendo sin parar por los orgasmos que le llegaban de mi comida de coño. “Fóllame” fue todo lo que acertó a salir de su boca en cuanto no estuvo llena de polla, por lo que la coloqué de espaldas a mi sobre el borde del colchón. Me coloqué la goma y sin mediar palabra se la clave por detrás sin ningún remilgo. Las palabras de mi amigo pidiéndome que me follara fuerte a su puta no dejaban otra alternativa. Embestía con todas mis fuerzas hasta que mi cadera goleaba violentamente su culo una y otra vez. Tan solo sentía sus estremecimientos y sus jadeos, ya que de nuevo la polla del Príncipe ocupaba su cavidad bucal. Ver como nos miraban todas las parejas mientras se metían mano, y sentir la calidez de ese coño tan empapado me hizo perder el control y llegar al orgasmo casi sin poder evitarlo. Rápidamente retiré el condón y continué lamiendo los flujos vaginales que manaban sin parar de su sexo. Volví a colocarla boca arriba para subir sus piernas y poder comer tranquilamente de sus dos agujeros. Mantuve un buen rato esta situación, hasta que mi amigo me sugirió cambiar de posición, por lo que él siguió trabajado los bajos de su niña, mientras que yo me situé junto a su cabeza, que quedaba justo a la altura de mi miembro. Rápidamente ella lo saco de su escondite y comenzó a lamer el capullo, con suavidad pero con maestría. En pocos minutos la erección volvió a manifestarse para placer por mi parte, ya que ahora sentía como mi polla entraba y salía de su boca mientras rozaba con su caliente lengua. Casi sin darnos cuenta, una pareja se aproximó a nosotros y muy sutilmente nuestra putilla y la invitada comenzaron a rozarse. Poco a poco el roce se convirtió en caricias, y mas tarde en manoseos. Me excitaba mucho ver como se tocaban los pechos y como la Princesa introducía su mano por debajo de la falda de la chica, a la vez que el chico sobaba impudorosamente a la guarrilla. Tras un largo rato de inspección manual, el Príncipe consiguió arrancar de su Princesa un sonoro orgasmo a base de lametones y penetración de sus dedos, momento que la pareja aprovecho para retirarse. Tal avalancha de orgasmos había experimentado esta guarrilla durante la noche, que era ya incapaz de abrir las piernas siquiera. Tumbada de lado sobre la cama, se esmeró por completo en la felación, hasta el punto de que deseé sin tapujos correrme en su boca, cosa que no tardó en ocurrir ante semejante mamada, buena donde las haya.

Extasiado. Esa es la palabra que define mi estado después de la gran sesión de sexo que había tenido aquella noche. Reposamos de nuevo en los sofás, e incluso volvimos a dar otra vuelta por el local. Por primera vez en la noche adoptamos el papel de mirones de una orgía que estaba teniendo lugar, e incluso hubo un nuevo intento de entrar al ataque, pero las fuerzas y las altas horas de la madrugada no lo permitieron.

El regreso al coche fue tranquilo, recordando un poco todo lo vivido, e intrigado por el paradero final del semen de mi última corrida. En el momento de la despedida, un apretón de manos y unos tiernos besos dieron por cerrada la noche, si bien la Princesa me tenía reservada una última frase para el recuerdo – “ Me lo tragué, ¿que pensabas?”

Una vez mas quedó demostrada la magia del Plan B, esa magia que aparece raramente, pero que cuando lo hace deja arrinconado cualquier otro Plan que puedas tener, por muy prioritario que sea.

FIN

R.M.
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  #2  
Antiguo 22-01-2008, 20:43
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  #3  
Antiguo 23-01-2008, 02:46
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Sabio supremo
 
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Muy bueno el relato tio , me ha puesto cachondo :twisted: :twisted:
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  #4  
Antiguo 27-01-2008, 03:24
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