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#1
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Y todo empezó con una llamada...
Esta es una historia real, ocurrió hace unos años y jamás la he comentado con nadie.
Hoy, leyendo en el foro, ha vuelto a mi memoria arrancándome una sonrisa, por eso he pensado en compartirla con vosotros, espero que al menos os entretenga... Un día, mientras conducía hacia la oficina después de comer, sonó el móvil de Empresa que llevo, era un número que no conocía. Descolgué y al otro lado sonó la voz educada de un hombre de unos 40 años, grave y bien modulada. Preguntaba por una persona que no era yo. Le dije que se había confundido y él se disculpó de forma muy correcta. Su tono me resulto muy sensual y noté como se me erizaba la piel. Al colgar pensé en cómo sería y fantasee un rato hasta que decidí grabar el número. Durante un par de días, cada vez que sonaba el teléfono, esperaba que fuera él y, finalmente, le llamé. Se sorprendió con mi explicación y noté que sonreía mientras que su voz, de nuevo, hacía que mi corazón se desbocase. Estuvimos unos días intercambiando llamadas, al principio corteses, de esas que no dicen nada: ¿dónde estás?, ¿que haces?, ¿como llevas el día?... pero su voz alimentaba mi lívido y estimulaba mi imaginación. Las conversaciones se fueron alargando y la temperatura iba "in crescendo". Encontramos momentos más relajados en los que llamarnos y yo busqué la intimidad para disfrutar de los relatos que esa voz tán cálida me ofrecía casi a diario y en los que me envolvía y arrastraba, sabiendo que sus palabras se posaban en mi piel como los besos dulces que preceden al sexo más apasionado. A la vez que sus historias avanzaban mis manos me complacían con caricias. El, atento a mi respiración, ajustaba la intensidad de sus palabras al ritmo de mis manos, sabiendo que me masturbaba escuchándole, e interrumpiéndo muy acertadamente su relato con preguntas que le ayudaban a saber en que punto me encontraba. Y así continuaba hasta que mis jadeos le confirmaban que su objetivo estaba cumplido. A partir de ahí, como un amante cariñoso, me susurraba permitiendo que disfrutara de mi orgasmo y me relajara antes de desearme buenas noches. En otras ocasiones era yo quien le contaba una historia y como pude comprobar con el tiempo, compartiamos no solo el teléfono, también el placer de masturbarnos juntos... Al cabo de unas cuantas e intensas noches decidimos conocernos y quedamos para cenar. Cuando llegamos a nuestra cita nos encontramos frente a frente dos personas nerviosas y muy diferentes de lo que cada uno de nosotros había imaginado, pero continuamos. No sentimos ningún tipo de atracción. A veces esa reacción química necesita un catalizador que obviamente no encontramos. Sin embargo la tarde fué muy agradable, comentamos el como contactamos, las horas que pasamos al teléfono, lo morboso de los relatos...y no dijimos que seguiríamos conversando. Al despedirme y volver a casa sentí un regusto amargo, como si hubiese perdido a un magnífico amante (virtual). No esperaba volver a oir esa voz tan insinuante. Para mi sorpresa, a la noche siguiente sonó el teléfono, tras oir su voz intenté fantasear, pero ya no fué igual. Tras unos minutos se lo dije, y también que no quería renunciar a esas historias que me seguían "enredando". Cómo siempre su educación exquisita hizo que mi comentario no resultase violento. Al despedirse me prometió sorprenderme diciendo que encontraría la forma de conseguir excitarme de nuevo para que disfrutara, y así arrancarme una sonrisa. Durante los dos meses siguientes nada de nada. Una mañana, mientras me duchaba, sonó en el Iphone el aviso de recepción de un correo, y al abrirlo para leer encontré una tórrida y suculenta historia. realmente me excité y, al recordar su promesa sonreí. Llamé a su teléfono para agradecérselo, pero nadie contestó. El día resulto alocado y olvidé volver a intentarlo. A la mañana siguiente, sobre la misma hora, recibí otro correo, tan caliente como el anterior. Como llegaba con el tiempo justo a una reunión me dije que le llamaría más tarde, en esta ocasión tampoco descolgó. Durante algo más de un año, cada mañana recibí un correo con una historia diferente, nunca bajó la intensidad del relato, siempre erótico, siempre nuevo, cargado de fantasía y sexo, sin olvidarse de mí ni un solo día. Guardo todos sus mensajes y todavía los releo en algunas ocasiones. Son más de 400 historias que me erotizan hasta llevarme al orgasmo. Aún me parece escuchar esa voz... No creo que forme parte de esta "comunidad", pero si por una casualidad esta vez eres Tú quién me lee, aprovecho para darte las gracias por tan buenos ratos que pasé y tantas sonrisas que asomaron a mis labios. Y a vosotros chicas y chicos que componeis este foro os pido que seais indulgentes con mi primer relato... |
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con, empezó, llamada, todo, una |
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