Orientales en C/Goya, 113

El pasado viernes decidí tener mi primera experiencia con una chica oriental, fui a un piso de según ellas chinas, sito en la calle Goya, 113, 1º Izqda. y con número de teléfono 618055288, por lo visto son las que anteriormente estaban en la calle Fuencarral.

Llegué alrededor de las cinco de la tarde, portal y escalera antigua pero aceptable y piso del mismo estilo con un pasillo largo y habitaciones en los laterales. Directamente me pasan a una habitación, pequeña y cutre pero limpia. Una cama, una mesilla, un bidé y un televisor emitiendo un video porno.

Espero un par de minutos y comienza el desfile, Lulu (la más descarada con beso en la boca y toque en los bajos), Cindy (carita de niña, atractiva), un par de ellas más que no me gustaron y Shu (supongo que se escribirá así).

Vuelve la madame, también interesante pero a la que no pregunté si se la podía elegir, y la digo que tengo dudas, pero no me aclara demasiado aunque me ofrece que vengan dos de ellas por 100 euros unos 40 minutos. La digo que no, que prefiero una por 75 euros una hora (precio que me habían dicho por teléfono).

Al final me decido por Shu, guapa, melena larga morena, altura sobre el 1,60, pechos pequeños pero me parece que de los que subirán la media de las chicas orientales, duros y con unos pezones fantásticos y “afilados” descomunalmente. Delgadita, sexo arreglado y muy apetecible y húmedo a las primeras caricias. Culito respingón y dos tatuajes uno en horizontal en la espalda a la altura de la cintura y otro, una rosa, en el brazo izquierdo.

Viene, me da un beso en los labios y ¡¡¡¡horror!!!! sabe a fideos fritos chinos (o algo parecido), se lo comento y la digo que por favor se lave los dientes, se va y vuelve dándome un “morreo” que me mete la lengua hasta la campanilla. Me gusta y seguimos así durante un buen rato de pie en la habitación. Empezamos a desnudarnos, bueno realmente empieza a desnudarme porque lentamente y con mucho encanto me va quitando el jersey, la camisa botón a botón incluidos los de la manga con mucha delicadeza, los zapatos, los calcetines, el pantalón recreándose un rato y los calzoncillos.
Ahora yo a ti, la digo y la empiezo a bajar lentamente su vestido negro con escote de palabra de honor (creo que se llama así a los escotes que son, para explicarme, como una línea horizontal por encima de los pechos), aparecen los pezones apuntándome que parece que se van a disparar y que casi me obligan a levantar las manos en señal de rendición y un tanga azul a través del cual y antes de proceder a su bajada, comienzo a acariciar su sexo, yo sentado en la cama y ella de pie dándome la espalda. Noto como se pone húmeda y al cabo de un rato me pide lavar. Vamos al bidé, no pregunté por la ducha porque venía de casa recién lavadito. Me senté y ella de una forma muy sumisa como todas sus acciones, procedió a lavarme dándome a la vez un masaje sumamente placentero. Después se lavó ella mientras yo esperaba en la cama. Los prolegómenos habían sido muy largos pero no me había importado en absoluto, al contrario había disfrutado muchísimo.

Comenzó un francés sin, notable. Esmerándose, mirándote y guiñando los ojos en gestos de complicidad y con una “comida de huevos” de las mejores de mi vida. A continuación pasé a explorar su cuerpo deteniéndome en sus maravillosos pezones, que me los hubiera llevado a casa. Continuamos con un 69 y pasamos a follar una vez colocado el preservativo, primero un misionero y a continuación a cuatro patas con ella en el borde de la cama y yo de pie donde terminé en no creo que más de tres minutos.

Habían pasado casi 45 minutos. Lavado en el bidé, pequeña charla, muy difícil por su poca facilidad con el español pero de la que deduje que llevaba unos seis meses en España, pero en Madrid solamente dos días, antes había estado en Málaga.
Empieza a hacerme otra vez un francés pero esta claro que yo ya necesito más tiempo de recuperación y desistimos del tema.

La pregunto por la ducha, sale de la habitación, vuelve y me dice que ocupada. La digo que no se preocupe, voy a ir directo a casa y ya me ducharé allí y empieza a vestirme totalmente, atándome incluso los cordones de los zapatos.

A favor: Relación calidad/precio de la experiencia. Mucha implicación con esfuerzos por agradar en todo momento. Sus pechos, sobre todo los pezones.

En contra: Sabor en el primer beso, solventado afortunadamente. Tema de la ducha que no llegué a verla. Instalaciones cutres.

Ah! Se me olvidaba me regalaron un par de calcetines (supongo que de algún todo a cien regentado por compatriotas).