Bilbao: una experiencia penosa.

Mi primeria experiencia en Vizcaya ha sido nefasta.
Habitualmente solo practico esta afición cuando estoy de viaje por motivos de trabajo. Pero me había quedado de Rodriguez, soy de Cantabria, y me dije vamos a echar una cana al aire por los Bilbao.
Después de machacarme varias horas en Internet intentando buscar algo que me gustara, al fin encontré varias opciones que me resultaban interesantes.
Decir que soy un poco maniático en estas cosas. Me gusta en extremo la intimidad, la discreción, no soporto a las rubias, ni a las mujeres caballón.
Bueno, al final me decido y quedo con Ana [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ].
Según el anuncio recibe en un apartamento privado y de lujo.
Quedo las 19: 30, y como no conozco bien Bilbao llego con una hora de antelación. Localizo la calle gracias al GPS y me pongo a buscar aparcamiento.
Primer sablazo. Una hora buscando aparcamiento y al final termino en el parking del palacio Euskaldun después de una hora de búsqueda.
No encuentro un taxi ni pa Dios y ya con el Bofe fuera junto al museo de El Cano localizo uno y llego al punto de encuentro a las 19:30.
Llamo por teléfono y no me responde nadie, espero quince minutos y vuelvo a llamar. A las ocho consigo que me respondan y me den el piso exactamente.
Por fin: vamos allá.
Llamo a la puerta y me recibe una chica que no es la que yo había visto y me manda pasar a una habtación.
La habitación, pequeña, lúgubre, rancia. Se me empieza a subir la bilirrubina y a sentirme estafado y me dispongo a salir. En ese momento llega la chica con la que había quedad, o eso creo, y le digo que es una estafa y me marcho.
Salgo a la calle con un cabreo de mil demonios y llamo a mi proveedora habitual, Lorena de Carlaescort.
Me dice que las chicas que tiene en Bilbao no disponen de lugar para recibir.
Pienso para mi: “Hoy no mojo”.
Busco en mi blackberry otra opción y llamo a chicasdiamante.com para ver si me pueden concertar una cita con Carla, una chica que había visto por la mañana en la red.
Después de varias llamadas cruzadas consigo cerrar la cita y me voy para la calle Gordoki no sin antes advertirme que la chica no es española como dice el anuncio, si no venezolana.
No me preocupa, no tengo problemas. Pero insisto en que tiene que recibir sola. Me dicen que sin problemas, que recibe sola.
Llego al lugar. Subo al piso en cuestión llamo a la puerta y me recibe una RUBIA, como un caballo de grande. Me dice que pase, y mi oído de tísico me reporta ruidos.
El piso, con un pasillo enorme y flanqueado de paneles divisorios de oficinas está oscuro. La chica en bragas y con un corsé blanco me acompaña hasta el final del pasillo a una estancia amplia, desordenada, con una cama sin sabanas. Un edredón por encima de dos colchones.
Me empiezo a encontrar fatal y me digo, vamos a acabar rápido y salir de aquí cuanto antes.
Se pone a hacerme un francés, que no es capaz de acabar y tengo que terminarlo masturbándome.
La tia en cuestión, ni se llamaba Carla, ni era la de la foto, ni era española, ni valia pa tomar por el saco.
300 euros tirados.
No me duele el dinero excesivamente, no tengo problemas económicos. Pero si la perdida de la oportunidad ya que no puedo hacerlo a menusdo, y el empeño que yo había puesto en el tema: tres horas de búsqueda en internet, una hora de viaje, una hora buscando aparcamiento, dos taxis y tres cabreos.
Una experiencia aciaga.
Por cierto la chica que me recibió se llama Barbará.
Si os sirve de referencia es una muñeca hinchable que habla.
Saludos a todo.