Después de varios intentos, cada uno de los cuales me llevó horas hasta que contestara, logré acordar una cita una tarde de septiembre. Pues bien, el título del mensaje da una pista de por dónde van los tiros.
Te cita en su calle, Ricardo Ortiz, un portal más arriba y cuando le avisas te da la ubicación correcta. Portal comunitario de doble entrada sin portero a esa hora (tarde de domingo de septiembre) y su puerta al fondo del pasillo. Accedes a un piso semioscuro y directo a la habitación del fondo.
Carol no es la de las fotos claramente. Están retocadísimas. No es el pivón de ébano que sugieren, salvo en las tetazas, y el pelo lo lleva afro, rizado,
sin extensiones. Pero es risueña de cara y tiene la voz sensual para mi gusto, más bien grave. El cuerpo es ancho, gordota, con tetazas y culazo.
Como iba con ansias de I+D y bastante calentorro, decidí quedarme.
El precio fueron 70/hora (con griego sube a 100) y sólo permite dos disparos. Por cierto, cualquier salida la cobra a 120 aunque tu hotel esté a 5 minutos caminando.
El cuarto, al fondo, bastante cálido, sólo con un ventilador y cama pegada a la pared (ojo, sin sábanas desechables, lo peor del encuentro). Iba recién duchado (la informé al confirmar la cita) y ella también, bien perfumada (nada de pachulí), enseguida al lío previo paso de toallitas.
Besos sí, con lengua, pero ninguna maravilla para lo habitual por esas latitudes. El francés bien ensalivado, intenso y profundo con repaso a toda la zona, sólo empañado por los ruiditos guturales innecesarios. No permite que sea hasta el final y hace amago de parar creyendo que no aguanto pero la reto a que siga probando, cumple e incluso me da más caña.
A la hora del fornicio rehúsa subirse encima por algún problema en las rodillas y toca misionero donde aguanta toda la caña que le quieras/puedas ofrecer. Esas tetazas blandas pero inmensas son un regalo más para la boca que para la vista. Su pubis, al que hice una breve vista de reconocimiento, tiene un ligero vello nada molesto y cero olores raros.
Charleta animada en el descanso, magreos y chupetones incluidos (me apetecía hundirme en esos pechotes, sí) y una vez reanimado paso a comerle, ahora sí su coñote grande y sabroso. Se moja bien, se corre mejor y volvemos al lío ahora en cuatro por iniciativa de ella y con dudas mías, que me parecía más culo del que podía abarcar.
Pero no, tiene cinturita en proporción a su cuerpo y se deja agarrar bien con toda la caña que quieras. Tras un rato así y a la vez deleitándome en el espejo de la pared consulta el reloj porque ya estábamos rozando el tiempo y, lejos de cortarme el rollo, me pone más bruto antes de terminar.
Limpieza (no ducha, aunque me lo ofrece, porque iba directo a mi hotel) y hasta otra.
No creo que repita, por lo general prefiero tener todo más al alcance de la mano en cuanto a tamaño pero si te van las mujeres grandonas es buena opción por esa zona.