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Visité a Fernanda rebotado de una mala experiencia horas antes en la que no conseguí descargar. No había casi referencias pero me pareció atractiva y como las maduras masajistas me atraen llamé.
Buena atención al teléfono, no se andó por las ramas informando del final: manual. 40 euros la hora creo recordar.
En persona es mona, como en las fotos, y me pareció simpática.
Buena habitación y encima con el baño al lado, sin compartirlo, en el que te duchas antes y después. El masaje en camilla, no tatami, y lo típico de estos casos: primero boca abajo, espalda, gemelos, muslos, glúteos, roces en la entrepierna...
Media vuelta y sigue el amasamiento. No muy profesional pero sí placentero, que es a lo que iba. Y como extra respecto a otras masajistas, busca el contacto de tu mano con su cuerpo. Me la puso intencionadamente en el borde de la camilla y se pegaba bastante forzando el contacto de mi mano con su sexo. Lástima que no me atreví a ser más activo; más bien me dediqué a dejarme hacer y disfrutar de la buena paja que me hizo.
Ninguna queja; buenas instalaciones, buena atención, buena paja, y precio equilibrado para el servicio típico que solicité.
No he repetido, fue hace meses, pero no lo descarto.