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Para Susana. Yo le pago sesiones de sexo increíbles y ella me regala risas, bromas. Un soplo de vida

Este relato, palabra de putero irredento, es una historia cierta
Al contrario que mis relatos sobre Leocadio y Mariela del Ángel Azul que son inventados. ([Only registered and activated users can see links. Click Here To Register...]) y ([Only registered and activated users can see links. Click Here To Register...])
De hecho El Ángel Azul es el titulo de una película del año 1930 del director alemán Sternberg en donde una exultante Marlene Dietrich, en el papel de Lola-Lola, una cantante de cabaret del Ángel Azul hace descender a los infiernos a un estricto profesor de literatura. Aunque como dice Susana el infierno puede ser divertido si te acompaña el diablo apropiado.
Pero a lo que vamos, que me disperso. El relato que os voy a contar es la estricta relación de los hecho tal y como fueron. O al menos tal y como los recuerdo.

Fue hace años, yo era mas joven, el final de un verano y los últimos días de disfrutar de la soledad de los Rodríguez. Mi mujer en la playa con los niños y yo compartiendo copas y risas con mi amigo, llamémosle Carlos.
Éramos dos leones solitarios huérfanos de nuestras leonas saliendo de caza y como Nacional Geogrphic dice, de cada diez intentos conseguíamos cobrarnos una pieza.
La estrategia era sencilla. Carlos ponía la labia –es alto, desgarbado y objetivamente desaliñado- y yo ponía el físico. Que tengo el que tengo y así nos iba.
Entramos en uno de nuestros cazaderos preferidos y comenzó la cacería.
Primero la elección de la pieza. Hay que ser muy cuidadoso, si fracasas espantarás al resto de la manda y será mejor que busques otros comederos. Nuestro objetivo fueron dos chicas que estaban sentadas en una mesa algo retirada. Buena localización pues con un poco de suerte si no consigues el derribo, las demás puede que no se den cuenta de tu torpeza.
Una de ellas, la protagonista de esta historia, era un verdadero bombón. Alta, esbelta, morenita, pelo corto, dos ojazos del color de la miel y un culo que con verlo se derretía el hielo de las copas. ¿La otra?… bueno, pues eso, que estaba con otra.

“Mi amigo ha entrado, te ha visto y se ha enamorado de ti” creo que esa es la gilipollez que le soltó Carlos cuando se acerco.
¿Es mudito tu amigo? Le contesto ella con toda la coña del mundo. Bueno la realidad es que terminamos tomando unas copas con ellas (pagando nosotros, por supuesto que uno es un clásico) y yendo posteriormente a una discoteca.
La verdad es que hubo empatía, feeling o como coño quiera que lo llamemos. Una cosa trajo otra y al final de la noche la acompañé hasta su casa en mi coche.
Una vez allí, ella me dijo que estaba pasando muy mal momento y que le encantaría una compañía masculina, comprensiva y respetuosa por esa noche.
Yo, de haberlo llevado, me habría quitado el sombreo de ala ancha adornado con una pluma de la cola de una avestruz, y le habría dicho que lo que quisiese, que para batirse estaba su caballero. Tan solo sonreí como un imbécil cuando me cogió de la mano y me introdujo en el portal.
En su apartamento, comenzó a sacarme álbumes de fotos, mientras me lloraba. Al parecer era la amante de un tipo calvo, casado, que había tenido la desfachatez de largarse de vacaciones con su familia, dejándola tirada en Madrid a expensas de que cualquier desalmado intentara tirarsela.
Yo argumentaba que efectivamente la mejor venganza ante tipo tan ruin, era folgar con un desconocido atractivo y cariñoso como yo.
El hecho es que me propuso, entre sollozos, que me quedase a dormir con ella, pero que por favor no intentase nada de sexo porque se encontraba anímicamente muy mal.
Uno no es un Einstein de las mujeres, pero sabe por poca experiencia que se tenga, que un NO femenino puede ser un quizá.
Así que decidí quedarme en su casa, mucho más cuando me abandonó dejándome solo y volvió con una braguita mínima, entonces no se estilaba el tanga, como única vestimenta.
Me levante al ver ese espectáculo, incluso el resto de mí cuerpo que no se había levantado se puso en pie. Una real hembra, alta, guapa y desnuda, mostrando dos tetas caídas para arriba, como a mí me gustan, y apoyando su cabeza en mí pecho.
Creí estar traspasando las puertas del paraíso, hasta que mis labios que buscaron los suyos se encontraron con una mejilla. ¡¿Pero donde aprenden a esquivar?!
Bueno, no os aburro más. Yo pensando que sería capaz de rendirla por agotamiento, accedí a irme a la cama con ella, tras prometer que no intentaría nada.
Total que pasadas las cuatro de la mañana, me encontré metido en una cama, en calzoncillos, junto a una diosa que roncaba como un oso almizclero.
Me dije chaval es hora de que la violes o de que te largues. Uno que tiene la educación que tiene, ni valoré la primera opción, así que con mucho cuidado, en la oscuridad recogí toda mi ropa y sin hacer ruido, me fui hacía donde vi claridad y supuse estaba la puerta.
Estaba ya a punto de traspasar el umbral, cuando un individuo se interpuso en mi camino, en una fracción de segundo, entendí que aquel agresor me iba a dar un cabezazo en la cara y baje la barbilla. El golpe fue tremendo en mi frente. Me estallaron estrellitas de colores y el estruendo fue tremendo. Mientras caía sentado al suelo vi, frente a mí, que mi oponente también caía al unísono conmigo.
Se encendió la luz.
Me pareció estar en un viaje astral, pues estaba viendo la escena en su totalidad. Yo sentado en el suelo, con la ropa alrededor y ella de pie imprecándome detrás mío y reflejada en el puto espejo contra el que me había pegado una soberana ostia.
Me levanté como pude, ella me echó acompañándome hasta la puerta de su pequeño apartamento soltándome una salmodia de reproches, que en mi aturdimiento me parecieron frases inconexas sobre no se que pensamiento único de los hombres y nuestro patológico egoísmo
En el descansillo, en calzoncillos, me di cuenta que uno de mis zapatos náuticos había naufragado en algún punto entre el dormitorio y la puesta de salida. Iba a llamar de nuevo a la puerta, cuando esta se abrió y el zapato se estrello contra mi pecho.
Cuando estaba vistiéndome en el descansillo, con una luz que se empeñaba en apagarse cada poco, llego el ascensor y se bajaron una pareja joven.
-Buenaaas-
La cara de sorpresa dejó paso a una de estupor en ella y de coña contenida en él.
Debía de conocer a su vecinita. El muy no podía abrir la puerta de su casa por los espasmos que tenía en sus hombros. Cuando por fin cerró la puerta tras de si, oí una sonora carcajada, que se introdujo en mi cerebro, se concentró en mi pecho y estallo en mi garganta.
Fui riéndome en el coche camino de casa. Y no pude dejar de reírme ni siquiera cuando, me curé el enorme chichón coronado por una pequeña brecha que tenía en mi frente.
El chichón dejo paso, al cabo de los días, a un precioso hematoma en antifaz.
A mi mujer, cuando fui a por la familia a la playa, le conté un cuento sobre golpes con vigas de obras callejeras y se puso tan pesada que tuve que amenazarle con denunciarla por malos tratos si seguía queriendo indagar.

La historia tiene un epilogo. Mi amigo Carlos se volvió a encontrar a la bella de nuevo en el mismo garito en donde la conocimos. Ella mostró mucho interés por saber que versión le había dado yo a Carlos. Al parecer le divirtió mucho, le dijo que yo le había roto el espejo y le dio un número de teléfono a Carlos, para que yo la llamara, según mi amigo para compensarme.
Estuve tentado de hacerlo porque como ya he dicho estaba muy buena, pero me abstuve.
No fuese a ser que me quisiese cobrar el espejo.