Centinela de la noche

"Centinela de la noche".


Camina con la mirada perdida en la oscuridad de la noche. Calle arriba, calle abajo...... Rutina infinitamente ensayada. Centinela nocturna de armadura de minifalda exigua y negras botas de interminable tacón. Pertrechada únicamente con la seguridad que le da su barra de lábios rojo pasión, eterna sonrisa tatuada con un "hola cariño" preparado en la recámara y un cigarrillo encendido consumiendose, olvidado entre sus dedos, como únicas armas.

Muchos fueron los que pasaron por entre sus piernas en la cama de aquella pensión, reino de sábanas frias de raso para dos. Muchos fueron los que estuvieron dentro de ella, pero ninguno con la suficiente intensidad como para ni tan siquiera acercarse a rozar su corazón. Hasta que apareció él, que de una sola patada derribo las murallas que tanto le costo construir a base de amontonar indiferencia y amargura, murallas que celosamente protegian su corazón de bandidos embusteros disfrazados de caballeros. -¡Maldito Cupido que destrozaste mi mundo de un flechazo traicionero. ¿por qué a mi, si jamas crei en ti?

El entró con la fuerza de un ciclón, poniendo su vida patas arriba, arrasando prejuicios, derribando castillos y arrancando corazas. Construyendo sonrisas, compartiendo reinos y calentando camas. Por un momento sintió eso que llaman amor. Por un momento se sintió viva, por fin sintió que la vida merecia la pena vivirla. Pero el amor es cruel y de la misma forma que llega se marcha, sin pedir permiso, sin avisar. Llevándose infinitamente mas de lo que trae, dejando tras de sí un rastro de corazones rotos y de almas en pena.

Ahora, tumbada en su reino de raso, éste se le antoja inmenso, imposible de abarcar. Sin fuerzas con las que defender un corazón hecho pedazos guardado dentro de una caja de cristal. Unas lágrimas traicioneras recorren sus mejillas dejandose caer como agua de lluvia sobre su desertico reino, lágrimas de sal y amargura. Mientras suena una balada triste de Sabina, que desgarra el silencio de fondo; banda sonora de un fracaso, de eternos perdedores que visten de gris.

Todavia conserva la esperanza que él un dia regrese, aún sabiendo que solo traerá mas dolor a su alma y unas cuantas vendas para su de muerte herido corazón. Esa es la ilusion con la que se levanta cada mañana, pero lo hace con el temor de saber que no volverá jamás, y le pierda el rastro definitivamente. Entonces solo podrá verle cuando cierre los ojos y le dibuje en el aire con sus manos. Manos que guardan por siempre en su memoria el tacto de su piel. Manos eternamente impregnadas por el perfume de la pasión que rezumaba por cada poro de su cuerpo. Manos, que mientras camina oculta por la noche, no puede ni quiere dejar de acercar a su cara para dejarse embriagar por él.