Cuadro costumbrista
Este fragmento escrito en los cincuenta, se desarrolla en el Madrid de los treinta. Con distintas mentalidades y hasta con diferentes o idénticos prejuicios, los mismos cuadros se han repetido en todas las épocas
Carola tenía una cara de chica decente perfecta, y por ello habría escapado de esa vida si hubiese querido. Varias veces habían caído en sus manos esos hombres llenos de ternura que se enamoran piadosamente de las prostitutas y las quieren presentar en seguida en casa, y casarse con ellas, porque dicen que son buenas, y que allí las ha mandado la cruel sociedad, y otras cosas de estas. Pero Carola, a los pocos días de llevar una vida de hija de familia, se aburría pesadamente, y hacía una escapada al bar Ideal, de la calle de San Bernardo, o al bar Zaragoza, de Antón Martín, o a alguna casa de sus antiguas empresarias, y ya se quedaba allí otra vez y no había fuerza humana que la sacara. Hasta que un día llegaba otro y probaba fortuna, y otra vez regresaba a lo suyo; a poner la cara más dulce, más ingenua y más inocente, cubriendo la conducta más depravada de que se tenía noticia, pues de Carola se contaba y no se acababa.
La paz empieza nunca (Premio Planeta 1957)
Emilio Romero
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