El nacimiento de un putero

saturnal · #1 12-10-2011, 22:47

Atardecía en Madrid, era una día de otoño soleado y caluroso para esa época, el sol casi oculto se reflejaba a través del retrovisor del coche, el rugido del motor enmascaraba la música de los Rollins en el autorradio, instintivamente subió el volumen y casi de inmediato los recuerdos acudieron a su mente, era su canción, que años atrás bailaba con su novia ahora su mujer. Sus ojos de humedecieron, aun no se lo podía creer, las últimas palabras de su mujer le martilleaban una y otra vez “no soy feliz contigo”, “soy desgraciada”. Como otras veces la discusión había empezado por algo sin importancia, se esforzaba en recordar inútilmente cual había sido el motivo, poco a poco había ido creciendo el tono hasta acabar sacando todos los rencores acumulados. Ambos habían perdido los papeles y se habían dicho de todo, era la primera vez que salió de casa dando un portazo, sin saber qué hacer, ni dónde ir, herido mortalmente en su orgullo, en lo más íntimo de su alma. El siempre había procurado hacer feliz a su mujer, había sido siempre su prioridad, pero hoy se había dado cuenta de su fracaso.
Ahora sin rumbo fijo conducía por la autovía a toda velocidad, bajó la vista, el cuentakilómetros marcaba 180km por hora, impasible no parecía importarle lo más mínimo, en su mente solo una idea, no quería seguir viviendo, pensaba en el próximo puente que cruzaba el rio, daba un volantazo y ya está solo unos segundos y todo habría terminado. Cada vez más recuerdos, de sus 15 años de convivencia, se agolpaban, a pesar de la rapidez con la que cruzaban su pensamiento. “Soy un imbécil” se repetía asimismo, siempre había sido fiel, a pesar de las oportunidades que la vida le había dado, él quería a su mujer y siempre las había rechazado, ahora se arrepentía de ello, aunque dudaba si aun sería capaz de hacerlo, pues aun la seguía queriendo. La idea del suicidio iba cada vez cobrando más fuerza, pero al mismo tiempo pensaba que para llevarlo a cabo había que tener mucho valor, y él se consideraba un cobarde, demasiado cobarde, intentaba no pensarlo y decidirlo cuando llegara el momento.
Las primeras estrellas comenzaban a brillar en el firmamento, las luces del coche se tragaban a gran velocidad el asfalto, un sudor frio le comenzó a bajar por las sienes, faltaba menos de un kilometro para el gran puente de 100 metros de altura, 20 segundos escasos para decidirse, su corazón comenzó a latir frenéticamente. De repente su cuerpo, sus brazos quedaron paralizados por el miedo y el Peugeot cruzo a toda velocidad, no había sido capaz de hacerlo, lagrimas de desesperación recorrieron sus mejillas, sin saber qué hacer y al borde del colapso cogió la primera desviación de la autopista.
Sentado sobre una piedra, en un camino apartado, mirando a las estrellas, sumido en una profunda desesperación, encendía un cigarrillo con otro, preguntándose asimismo que hacer, donde ir, no había tenido el coraje suficiente, definitivamente era un fracasado y un cobarde, así mismo se auto justificaba
Que no lo había hecho por sus hijas, sobre todo por la menor de 1 año escaso, pero en el fondo sabía que no era así, había sido por pura cobardía. Después de un par de horas, resignado, volvió a su coche y comenzó el camino de regreso a la gran ciudad, con exagerada lentitud, cavilando, donde dirigir sus pasos. Los sentimientos y emociones contradictorias le embargaban simultáneamente y alternativamente, odio, rabia, dolor, compasión, amor, ternura, desesperación. A la entrada de la ciudad, se desvio, instintivamente por una carretera local y sin darse apenas cuenta. Detuvo el coche cerca de un camino que conducía a una antigua ermita, de repente recordó que cerca de la ermita antiguamente se ponían unas prostitutas, vacilo un instante, y entró en el camino, a los pocos metros distinguió la figura de una mujer con un bolso colgado del brazo, nervioso pasó lentamente a su lado observándola, y pasando de largo, detuvo el coche 100 metros mas adelante. Con la luz de los faros le había parecido ver a una mujer joven de unos 26 años, pelirroja, vestía mini minifalda ajustada, que dejaban ver unas piernas muy bien torneadas y unas hermosas caderas, por la figura parecía una hermosa mujer y estaba allí sola paseando de un lado a otro del camino con caminar insinuante.
Apago el motor y mientras la seguía observando, su corazón aumento el ritmo, a consecuencia de sus pensamientos, hacía muchos años que no había estado con ninguna otra mujer, sería capaz de acercarse? Se preguntaba, sintió como mariposas le revoloteaban dentro de su estomago, de repente arranco el coche y se dirigió hacia ella.
Hola la saludo desde la ventanilla del coche, Hola guapo le dijo ella. Cuanto cobras por un francés? Solo 20 euros cariño y temblándole la voz le dijo vale sube, al entrar vio que efectivamente no solo tenía buen tipo sino que era guapa, tenía unos ojos grandes marrones, unos labios carnosos que bordeaban una boca más bien grande y un pelo largo, pelirrojo, hasta media espalda. Muy nervioso conducía por el camino hasta unos 200 metros que ella le dijo que se detuviera, apago el motor. Para romper el hielo, le pregunto cómo se llamaba, Estrella, le respondió y tú? Yo José. Ella le dice: cariño que te ocurre que estas temblando, estas nervioso? Veras tengo que decirte que en 15 años es la primera vez que estoy con una mujer como tú. No me lo puedo creer, te estás quedando conmigo. No, de verdad, es cierto es una historia muy larga, en fin que estoy muy nervioso, no te preocupes le dijo ella a tiempo que le bajaba la cremallera del pantalón y sacando una toallita le limpio concienzudamente la polla que comenzó a inflarse. Ella se agacho y se la metió, aun flácida entera en la boca, en ese momento el sintió el calor y la humedad de su lengua y se olvido de todo, de los nervios, del coche, de su mujer. En unos segundos su polla estaba en plena erección y ella subía y bajaba con un ritmo lento al principio, para ir incrementándolo hasta ser frenético, metiéndosela entera. Al cabo de unos minutos, sintió que le venía un orgasmo intenso, como hacía años que no disfrutaba, balbuceó, ya, ya me viene….ella hizo un pequeño movimiento de asentamiento con la cabeza y siguió chupando hasta que él le dio unos pequeños toques en la cabeza. Abrió la puerta del coche y escupió, él relajado aun no se lo podía creer, lo que acababa de ocurrir, puff, le habían hecho el mejor francés de su vida, mientras ella saco un frasquito con listerine , se enjuago . que tal cariño, se te han pasado los nervios? Ya lo creo, madre mía, Estrella me has hecho ver las estrellas, dijo haciendo un chiste fácil.
La acercó al borde el camino, y se despidieron con un hasta mañana, porque estarás aquí mañana? Por supuesto cariño. Era ya muy tarde cuando enfilo la carretera, reclinado en el asiento, roto por tantas emociones, iba conduciendo, dando un largo rodeo, hacia casa, pensaba en la “tontería” que había estado a punto de cometer.
Que horas son estas de llegar, le espetó su mujer, nada más abrir la puerta, ¿dónde has estado? Tomando unas cervezas con los amigos, le respondió y se fue directamente al dormitorio, apenas si puedo conciliar el sueño pensando en los acontecimientos vividos en pocas horas. Al día, siguiente cuando se despertó, no estaba seguro si todo había sido un sueño, así que después del trabajo se acercó al camino a comprobarlo y allí estaba Estrella, con su bolsito, paseando a lo largo del camino, con una minúscula minifalda. Al verla, se le ilumino la cara y con una sonrisa la saludo, hola Estrella, Hola cariño, que tal estas?. Ese fue el principio de una larga historia, pero esa, esa es otra historia.