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  #1  
Antiguo 06-10-2017, 14:22
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EL OFICINISTA



1.

En el tedio crónico de esta rutina, marcada por el tableteo repetitivo de los teclados, iluminada con la fría luz antártica con la que alguien rellenó esos tubos llamados fluorescentes, impregnada del cansancio de la monotonía gris unicolor de los archivadores, la mente del oficinista echa de nuevo a volar.

Así, mirando una pantalla repleta de grafías y signos que realmente no ve, el oficinista ha vuelto su vista hacia adentro.

Ya no está sentado y apoyado en su mesa, otro maniquí más en ese inmenso almacén compartimentado y repleto de figuras igualmente sentadas, no. Ahora corre a través de su memoria y transita por los senderos de su pensamiento.

Si atravesaras su inmensa oficina, quizás sintieras tristeza al contemplar a todos esos cientos de oficinistas apagados y casi inmóviles de mirada inexpresiva y vacía, tecleando rítmicamente en sus teclados, pasando la página de un informe con el mismo compás, entonando la misma susurrante salmodia al teléfono. Pero maravíllate, porque al menos uno, aunque parezca mentira, aunque no lo parezca en absoluto, porque allí está sentado y rígido como lo otros, ha escapado.

2.

Recuerda su última escapada. Esta vez tuvo suerte y fue de las buenas. De esas que justifican la decepción y el amargor con que concluían la mayoría.

Se recrea rememorando la suavidad de la piel, la rotundidad en las curvas, el brillo en su mirada, la humedad en las comisuras, la firme delicadeza de sus movimientos, la gracia de su carnal vaivén, ese eterno baile de pieles que apenas dura unos minutos pero de alguna forma queda grabado para siempre en la memoria del tacto y de la mirada, y, finalmente, la explosión de placer, inundándolo todo, anegando cada rincón de su ser, ocupando cada fibra de su cuerpo. Tan fugaz y al mismo tiempo tan presente, tan leve y tan honda.

Sí, aquella vez fue una de las mejores. No solo se lo indicaba ese profundo bienestar como de haber logrado deshacer, por unos instantes, el nudo que atenazaba su ser dejándole acariciar de nuevo esa sensación de libertad, de plenitud. También se lo gritaba su piel, todavía vibrante y cosquilleante como anhelando la caricia, el contacto con la otra piel. O esa sensación de leve hinchazón de sus labios, como si quisieran expandirse y besarla de nuevo.

Y un suspiro escapa lento y sigiloso de su boca, resultado inevitable de la melancolía que siempre surge en esas raras ocasiones en las que una experiencia de plenitud, de felicidad o de alegría, extraña joya efímera que acaba diluyéndose en el caudal del tiempo, de alguna forma, queda grabada en la eternidad de la memoria.

El oficinista se recreó en ese conocimiento, en la certidumbre de que esos momentos conseguían hacerle volar libre de la cárcel de la rutina, atravesando esos barrotes llamados horarios sin que ese carcelero llamado tiempo fuera capaz de atraparle. Así, gracias a sus escapadas y con ayuda de otras pocas cosas, conseguía insuflar vida a la llama y fuego a la vida, descongelarse y respirar, ser estatua que recobra el movimiento, sentir la pulsación de la sangre recorriendo su ser, en definitiva vivir o sentirse vivo.

Comenzó a enumerar y repasar mentalmente las cosas que realmente merecen la pena, aquellas que te hacen realmente sentir, ser, vivir.



3.

Deseo. Lo notas nacer en algún sitio en las profundidades. Se extiende rápido, creciendo, expandiéndose por tu cuerpo, llenándote como si fueras un globo al que alguien insufla helio. Y al igual que el globo te sientes de algún modo flotar. Flotar para ser arrastrado por un viento implacable que arrastra tu mirada, tu piel, todo tu ser. Pero al mismo tiempo está dentro de ti creciendo y tirando hacia fuera, expandiéndote de alguna forma. Notas tu piel, ha crecido, se ha extendido anhelante, como si cada milímetro, como si cada poro reclamara el contacto, la caricia. Con ese picor de millones de hormigas ardiendo arrastrándose por debajo. Las hormigas del deseo. Y tus ojos, ahora en modo macro, se posan y recorren su imagen de arriba a abajo, de abajo a arriba, registrando cada detalle, cada rincón, yendo del todo de su figura al detalle de una peca, una comisura entreabierta, el borde de encaje, un trozo de piel, la curvatura de una blusa, la línea de los gemelos, la vertiginosa rectitud de un tacón, el brillo trémulo de sus ojos, la silueta de una sonrisa de traviesa media luna, esa forma de contonearse al andar.

Y notas como un fuego comienza a arder en tu interior. Esas brasas, ya casi extintos rescoldos, se llenan de calor rojo, para luego brillar en naranja  centelleante e incendiar así tu sangre. El incendio recorre tus venas que ahora impulsan la lava del deseo. El deseo es ahora helio, fuego, hormigas marchando rítmicamente bajo la piel marcando el ritmo de tu pulso, piel anhelando ser mano que acaricia o tensándose para recibir el toque de otra piel, hoguera que arde dentro y fuera sin consumirte, porque solo hay una forma de extinguir ese infierno haciéndolo arder en otras pieles, otros cuerpos, otras hogueras, hasta llegar a esa explosión, esa erupción, de fuera hacia adentro que sabes que finalmente te arrastrará para dejarte flotar en un sedoso cúmulo de placer.

Pero antes hay que entablar una batalla de cuerpos, ese baile ancestral en el que solo los primeros pasos están marcados, de tal forma que tras el inicio comienza una lucha ondulante y sinuosa en la que ambos bandos establecen sus límites acerca de que playas de tersa piel, que húmedas y suaves trincheras se van a invadir o van a dejarse ser invadidas. Sexo.

Última edición por Murgen; 06-10-2017 a las 22:10
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  #2  
Antiguo 13-10-2017, 11:54
 Avatar de silviamarnarvaez
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Muy buen relato.


Murgen, de nuevo tengo que felicitarte por el buen relato erotico con el que nos premias. Todo un canto a esos mundos paralelos que visitamos en cualquier momento, en cualquier lugar y que has sabido recrear tan bien. Me encanta ser la primera en todo, pero en esto de felicitar a quien se lo merece cuando escribe algo digno de leer, me encantaría que alguien me tomara la delantera. Estoy segura de que muchos de los que ya te han leído opinan que es tan bueno como a mí me lo parece. Espero seguir disfrutando del estilo y la clase que le das a todo lo que escribes.
Un beso Murgen, felicidades.
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  #3  
Antiguo 30-10-2017, 10:11
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Muchas gracias Silvia, tus palabras siempre son bienvenidas, ya sea cuando vienen en forma de felicitación o cuando, y aún mejor, forman parte de alguno de tus estupendos relatos. Así que ya sabes Silvia, por favor, danos más.
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  #4  
Antiguo 30-10-2017, 12:02
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4.

Amor. ¿Por qué usamos solo una palabra para describir algo tan complejo, que implica tantas emociones distintas y a veces enfrentadas? ¿Por qué llamamos de la misma forma a lo que sentimos hacia nuestra amante, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra familia o nuestros amigos? ¿Por qué decimos amor al trabajo, amor al arte o amor al fútbol? Amor, una sola palabra para un universo de sentimientos, relaciones, orígenes y destinatarios.

Esos momentos en los cuales al cruzar su mirada con la mirada de ella captaba al instante lo que pensaba, lo que sentía, y un chispazo de certeza le iluminaba con la seguridad de que ella también sentía o pensaba lo mismo. Estar tumbado en la cama mirando su cara, su pelo, y con laxitud levantar una mano para acariciarle levemente. Cuando todo se torcía y de repente actuaban casi como si fueran una misma persona. Toda una historia común, con sus miserias y grandezas, de la que no eres consciente si no te paras un momento a recordar, echándote a un lado, saliendo fuera de esa atestada y frenética carrera diaria a la que te obliga la rutina. Amor.

Las sonrisas de sus hijas en una soleada mañana de playa, magia en un montón de granos de arena, en la espuma de las olas, en la suave madera de deriva y el brillo de las conchas. Esas miradas de comprensión y maravilla cuando algo se revela por primera vez, cuando nace una nueva emoción, con cada pequeño descubrimiento; esas miradas que te recuerdan como era maravillarse, descubrir, conocer. Verlas dormir abrazadas. Risas y carreras. Asombrarse mirando una foto de hace tres años al comprender cómo pasa el tiempo tan fugaz e inamovible a la vez y sorprenderse por cómo cambian rápida e imperceptiblemente pero al mismo tiempo algo en ellas permanece inalterado, estable, núcleo esencial que se manifiesta en ciertos movimientos, algunas palabras y muchas miradas. Amor.

La sensación de que a pesar de haber pasado muchos meses, años quizás, todo es como la última vez, estás de nuevo en casa. Pasa el tiempo y nos moldea, pasa el tiempo quitándonos carne en ciertas partes para depositarla en otras, pasa el tiempo arrancando cabellos, pasa el tiempo manchando pieles, cincelando arrugas en los rostros, pero aun así el tiempo no deja huella en cierta parte inalterable de todos nosotros, de forma que al reunirnos de nuevo es igual que la última vez, estás entre amigos. Amor.

Amor cotidiana y cálida sensación, fuego calmo en el hogar. Amor, destello de luz veraniega, oro tintineante. Amor, calor de un abrazo, sonrisa del reconocimiento.

Pero también amor pasión ardiente, que te consume sin fin. Amor ciego y animal. Flecha que solo conoce su diana. Herida que sangra. Continua plegaria. Invocación eterna. Profundo anhelar. Amor arrastrado, casi exánime, al que una sola mirada le basta como sustento aunque sea hermética, impasible o de asco. Amor que se devora a sí mismo para alimentarse y continuar creciendo. Amor que solo ve su reflejo en un espejo y deslumbrado de sí mismo se expande. Amor estéril que no para de labrar el campo de sus sueños y solo obtiene cosechas de polvo. Amor vacío que solo oye el resonante eco de su canto. Amor hueco, solo brillante envoltorio. Amor loco. Amor que mata. Amor que explota. Amor auto inmolándose.  Amor de gravedad infinita, agujero negro del ser que todo lo atrae, todo lo fagocita.

Y sin embargo, a pesar de la poliformia que te caracteriza, solo tienes un nombre. Amor.

Última edición por Murgen; 30-10-2017 a las 13:19
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  #5  
Antiguo 30-10-2017, 14:37
 Avatar de Quijoblanco
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Muy interesante Murgen y muy bien expuestos y descritos todos los sentimientos que el amor despierta en las personas. Un punto de vista muy sincero y pasional al mismo tiempo.
Gracias por tus aportaciones. Un saludo.
__________________
"Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia".
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  #6  
Antiguo 30-10-2017, 15:08
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Muchas gracias Quijoblanco.
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  #7  
Antiguo 13-02-2018, 14:21
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5.

El ruido de unas risas arranca al oficinista de sus pensamientos y de repente se encuentra de nuevo en su cubículo, mirando una pantalla repleta de grafías. Las risas continúan y el oficinista comprueba que se trata de un grupo de compañeros y compañeras que en un breve momento de respiro seguramente comentan algo gracioso relacionado con el último programa de moda en la televisión. Lentamente las risas van cesando y cada cual vuelve a su cubículo para continuar con esa interminable salmodia de tecleos, relleno de modelos y fichas, elaboración de informes o remisión de documentos que en esta gigantesca sala parcelada recibe el nombre de trabajo.

El oficinista suspira, vuelve la vista hacia el monitor y centrándose de nuevo en su aburrida tarea comienza a teclear: “…respetando las magnitudes incluidas en el anexo 5.b, y siguiendo el procedimiento estándar catalogado 457-18/cob se procede a realizar el traslado de dichos resultados al departamento de ajustes a través del formulario modelo 39.f…”.

Los segundos transcurren idénticos unos a otros, amontonándose para formar minutos que se arrastran lentamente hasta precipitarse en un cambio de hora tras la cual nuevos segundos se apelotonan en minutos que se convierten en horas en un ciclo que parece no acabar nunca.

Finalmente el oficinista, hastiado por un profundo tedio, vuelve a girar su mente hacia dentro para huir de nuevo de su plomiza rutina.



6.

Odiseo paseaba por una playa cercana a su palacio en Ítaca inmerso en negros pensamientos. Aquella misma mañana un comerciante llegado de Beocia había irrumpido en su palacio con la intención de conocer al gran Odiseo, el astuto artífice de la caída de Illion, el eterno viajero castigado a un casi interminable periplo por el dios Poseidón... Odiseo no podía dejar de enfurecerse cada vez que un viajero o comerciante llegaba a su isla deseoso de conocer al gran héroe relatado por Homero. Por ese maldito, ciego y borracho poeta que en mala hora fue su huésped y al que relató algunas de sus experiencias en la guerra contra Ilion así como diversas peripecias acontecidas durante su regreso al hogar. Ese maldito rapsoda que transformó el cruento sitio de Ilion, a sus protagonistas y a él mismo en personajes de una fantástica epopeya que poco, muy poco, tenía que ver con la realidad, y por si fuera poco ideó todo un fabuloso y ficticio relato acerca de su retorno a Ítaca… Maldito poeta jonio y sus cuentos heroicos que habían transformado en maravilla todo un cúmulo de experiencias salvajes, dolorosas y sangrientas. Maldito Homero que había llenado de dioses y héroes el campo de batalla a los pies de las murallas de Ilion, que más bien fue un cenagal plagado de cadáveres y despojos. Maldito Homero. Y después estaba todo aquella historia del caballo de madera y el fabuloso viaje de vuelta a casa resultante… Odiseo suspiró y miró de nuevo el mar, azul y eterna sábana de perpetuo oscilar. También en todo aquello había incluido Homero una interminable sarta de invenciones, excepto, para mayor enojo de Odiseo, en lo tocante a algunos detalles sobre Circe. Penélope todavía le miraba medio enfadada y aún le recriminaba y preguntaba el porqué de su tardanza en regresar a casa tras esa maldita guerra y con todo ello Odiseo aún tenía que aguantar que de vez en cuando alguien le viniera con los cuentos de Homero sobre Ilion y sobre su viaje de vuelta, todo embuste y cuentos. La furia que sentía Odiseo cuando el viajero o comerciante de turno o incluso alguno de sus súbditos itacenses le preguntaban acerca de la bella bruja Circe era tan intensa que debía hacer grandes esfuerzos por apaciguarse y no golpear al pobre desgraciado que había hecho el desafortunado comentario.

Circe… Ah Circe… La mente de Odiseo irremediablemente se vuelve hacia el recuerdo de aquella oscura cascada de pelo, esas dos estrellas azabaches que parecían absorberlo todo, su deliciosa boca capaz de esgrimir la más mortal de las sonrisas y aquel cuerpo sinuoso de suave y pálida piel, y por encima de todo aquella personalidad cautivadora, sus gestos, esa forma de moverse, la melodía de su voz…

Odiseo amaba a Penélope, y ese amor era tan sólido como la roca que formaba el monte Nereo. Pero Odiseo también había amado a Circe, aunque con un amor tan turbulento como una tormenta en alta mar.

Odiseo nunca había sido muy afín a visitar a pornai ni mucho menos a hetairas, tampoco había entendido el gusto de algunos por los efebos, así que sólo cuando sus viajes se dilataban sentía la necesidad de apaciguar sus deseos con sexo mercenario. Durante el largo sitio de Ilion no pudo evitar visitar de vez en cuando a una chica con la cual lograba calmar esa pulsión salvaje que a veces le invadía, ardiente lujuria irrefrenable, sobre todo después de algunas de las batallas más sangrientas. Y en el viaje de vuelta, no yació con ninguna mujer, hasta que en aquella escala en la isla de Eea conoció a Circe. Se trataba de una parada para aprovisionarse de agua y alimento y, así, poder continuar con el viaje de vuelta al hogar. La mayoría de sus hombres, tras realizar sus tareas a bordo del barco, en el puerto o en los almacenes de aprovisionamiento, se dirigieron a las tabernas y prostíbulos cercanos al puerto. Pero Odiseo, acompañado por Euríloco se dirigió a una taberna en la parte alta de la ciudad y allí fue donde la conoció. Y lo que debería haber sido una parada de pocos días se convirtió en una larga estancia de varios meses. Tras los sufrimientos y el hastío de Ilion, Circe se convirtió su existencia en un paraíso, un hermoso jardín en el que volver a sentirse vivo y, a pesar de que Odiseo ya acarreaba más de cuatro décadas a sus espaldas , en cierta forma volvió a sentirse joven.

Pero aquello acabó. Su bella musa morena partió un día hacia Atenas en busca de nuevas experiencias y riquezas. Y Odiseo, a pesar de que sabía que todo acabaría más o menos así, tuvo que iniciar de nuevo, apesadumbrado, el viaje de vuelta al hogar.

Odiseo, suspiró y, de nuevo, volvió a mirar hacia el mar con la certidumbre de que jamás volvería a navegar de nuevo aquellas aguas, que nunca volvería a sentir el ardor de la llama de Prometeo inundando su pecho y totalmente consciente de que, a pesar de los poemas del maldito Homero, sólo era un hombre más.

Última edición por Murgen; 13-02-2018 a las 23:31
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  #8  
Antiguo 16-02-2018, 12:11
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7.

Y esa sensación repentina como de estar en medio de una representación universal, un teatro cósmico. Ese tremendo estado de irrealidad que lo transforma todo en una mentira, una gran pantomima y te hace sentir como una marioneta que acaba de ser consciente de los hilos que la sustentan, que acaba de constatar que el cielo y los edificios están pintados en un cartón. Te golpea inesperadamente y te deja tambaleante.


Cuando esa lenta tristeza te anega completamente, siempre queda la posibilidad de mirar hacia una ventana y suspirar con el leve consuelo de creer que, de alguna forma, lanzado tras la mirada, también has escapado a través del cristal hacia aquel remoto horizonte.


Y sin embargo tu existencia está llena de contrastes. El día plomizo que pende amenazante sobre nuestras cabezas como gigantesca y granítica losa da paso a una radiante primavera que brilla en el lugar más insospechado: en las esquinas de una canción; en el fondo de una mirada; en el eco de una risa; en un relato de extraña lógica tangencial entonado por una voz infantil; en el placer de conducir por carreteras secundarias bajo un trágico cielo preñado de claroscuros y teñido de oro, fuego y ceniza; en cualquiera de esas pequeñas cosas como insólitos cuchillos que te abren en canal y dejan que la maravilla o la alegría florezcan de nuevo en tu pecho abierto.
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  #9  
Antiguo 20-02-2018, 15:35
 Avatar de silviamarnarvaez
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Precioso...


Mira que me gusta leerte...
Enhorabuena , porque a veces leerte es como sentir en los ojos un templado rayito de sol en en plena tormenta de nieve.
Te lo he dicho muchas veces , no quiero dorarte la píldora, mi intención es constatar una realidad y felicitarte, y además, darte las gracias por compartir estas líneas.
Un abrazo.
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Última edición por silviamarnarvaez; 20-02-2018 a las 15:38 Razón: Ortografía
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  #10  
Antiguo 22-02-2018, 15:55
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Muchas gracias Silvia.
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  #11  
Antiguo 01-03-2018, 11:49
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Murgen muy bueno, la verdad
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  #12  
Antiguo 02-03-2018, 10:51
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Murgen muy bueno, la verdad
Muchas gracias.
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  #13  
Antiguo 06-04-2018, 11:12
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8.


Ahora que han pasado ya más de cuatro estaciones,

Ahora que se acerca de nuevo febrero,

Miro hacia atrás y hacia dentro, para ver

El hielo cubriéndome de nuevo,

El deseo apagado, muerto,

Mi ser cristalizado.

¿Dónde está ese fuego que me inflamó,

Esa sensación de estar lleno de pasión,

La ilusión por la aventura,

Las ganas de arder?

Todo se apagó.

Tras semejante incendio

Ya solo queda piedra, ceniza, barro, hielo.

Y esas ilusiones, deseos, anhelos,

Parecen ahora un sueño.

Quizás todo solo fue

Un espejismo.

Ilusión que explota.

Pompa de jabón.

Espuma tras la ola

Del tiempo y la rutina.


Y sin embargo, a pesar de esos momentos en los que se sintió como un auténtico imbécil, esos momentos en los que se la imaginaba riéndose de él, de todo aquello que le escribía, o incapaz de entender por qué se empecinaba en intentar de nuevo recrear aquellas sensaciones, totalmente impermeable a lo que él había experimentado, a pesar de aquellos momentos el recuerdo y el valor de aquel incendio prevalecía sobre todo lo demás. Sí, había sido un estúpido. Sí, aunque ya contaba cuarenta otoños en cierta forma había actuado de manera similar a cómo lo había hecho hace décadas, cuando su tiempo se contaba en primaveras. Pero sin embargo era consciente de todo ello. Nunca se dejó arrastrar del todo por aquella tempestad. Fue capaz de sentir su embate, verse arrastrado por los vientos y al mismo tiempo contemplarlo todo desde fuera en la calma. Y entre su yo más emocional arrastrado por el temporal y su yo pragmático y más analítico existió siempre una firme soga de reconocimiento que los mantuvo unidos. Así, ahora, pasadas ya muchas estaciones podía contemplar con melancolía, aceptación y satisfacción aquel tiempo. Porque era consciente de que a pesar de la constatación de su propia estupidez, de alguna forma, había vivido más intensamente de lo que había sido capaz en años, algo en él se había descongelado y sentía que todo había cambiado desde entonces. Aquellos momentos quedaron así guardados en su memoria, preciosa gema aquel recuerdo, rubí inflamado de pasiones ya casi olvidadas, sentir de nuevo el pulso desbocado. Qué más daba lo absurdo o ridículo de todo aquello, si por unos momentos había logrado acariciar el cielo con la punta de sus dedos. Reconocimiento, aceptación.

Última edición por Murgen; 06-04-2018 a las 17:46
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  #14  
Antiguo 18-04-2018, 14:08
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9.


Débil estrella de apagado fulgor

Que titilas casi imperceptible

Envuelta en un cielo refulgente,

Leve punto de luz entre soles,

Resplandor rodeado de relucientes fogonazos,

Pequeña estrella perdida

En un universo de cegadoras joyas incandescentes;

Cuando todas las demás se hayan apagado,

Cuando solo sean inertes cúmulos de gases fríos,

Cuando el firmamento sea negrura infinita,

En medio de una inmensidad vacía,

Tú también brillarás.
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  #15  
Antiguo 18-04-2018, 17:04
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10.


Ese olor que había quedado impreso en su cerebro, como cincelado en el mármol de su mente. El olor de la excitación ante la inminencia de una nueva aventura. El suave olor de la expectación ante el inicio de una travesía en la que no sabemos que cuerpos hemos de encarnar, que historias sucederán ante nuestros ojos, que maravillosas ideas ajenas serán plantadas en nuestra imaginación, para crecer y florecer desenredándose en mil tallos como mil caminos hacia ignotos horizontes. Y ese rumor de olas de papel acompañando aquella fragancia.

Así era, así sucedía, cada vez que abría un nuevo libro. Porque el oficinista amaba leer y amaba el olor a hojas inexploradas que asaltaba sus fosas nasales cada vez que una nueva historia se desplegaba ante él. Siempre se había maravillado con esa capacidad para fabular, para urdir nuevos relatos que transportaran al lector desde su propio mundo a una nueva vida antes nunca contemplada, para, relatando, hacernos vivir vidas impropias, sentir emociones ajenas, ver lo que habita en la fantasía del autor, y así zambullirnos en otras vidas dejando atrás, al menos durante unos momentos, nuestras realidad. Era increíble poder convertirse en un explorador,  atravesando continentes formados por negras grafías flotando en el océano de papel.

El oficinista deseaba que nunca se detuviera la ficción, que continuara perpetuo el movimiento de las olas de papel susurrando infinitas historias.

Océano eterno de palabras.

Poesía, literatura.
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  #16  
Antiguo 03-08-2018, 12:23
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Felicidades por el relato :)
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  #17  
Antiguo 08-08-2018, 13:12
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Felicidades por el relato :)
Muchas gracias.
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