En la ventana
Era una hermosa mañana de verano, casi tan hermosa como tú. Estaba en el sofá leyendo un libro. Pasaste ante mí y no tuve más remedio que alzar la vista y ver esas curvas contoneándose. Te dirigías a la terraza, a pasar el rato asomada a la ventana. Llevabas puesta sólo una camiseta y un minúsculo tanga blanco debajo que se dejaba entre ver a cada paso que dabas. Te apoyaste en la ventana para asomarte. Ahora podía ver tus firmes nalgas. Abriste un poco las piernas, yo no podía dejar de mirarte. Tus labios se marcaban en el estrechísimo tanga e incluso se escapaban de él. Yo ya estaba bastante a tono, cualquiera se resistiría ante aquella imagen, y yo no iba a ser menos. Me acerco a ti y sin decir nada te beso el cuello suavemente. Me he arrimado tanto que ya has notado lo contento que me has puesto. Mis manos se meten bajo tu camiseta y suben hacia tus pechos. Me lleno las manos con ellos, tengo donde agarrar. Suavemente te acaricio los pezones en círculos, como te gusta. Noto que están bien erectos. Entonces me arrodillo y empiezo a acariciarte y besarte las piernas. Lamo tus muslos por dentro y también por fuera. Recorro tu culo, que me pone a cien. Mis manos llegan a tu cintura, metiéndose por el tanga, que te voy quitando poco a poco. Recorro el largo de tus piernas hacia abajo para ir subiendo poco a poco. Sigues asomada como si no pasara nada, pero tu sexo se empieza a humedecer y con tu pie desnudo buscas mi entrepierna. Me he fijado un destino y poco a poco me dirijo a él. Ya tengo ante mí lo que estaba buscando. Cada vez me acerco más y más. Lentamente voy subiendo, besándote y acariciándote muy lenta y suavemente. Noto como tus piernas se van separando a la vez que me acerco. Ya me encuentro entre tus muslos. Los recorro con mi boca y con la yema de mis dedos muy delicadamente hasta llegar a mi objetivo. Mis labios tocan tu sexo. Te estremeces e incluso se te escapa un pequeño jadeo. Lo estabas esperando y no podías aguantar más. Lo recorro lenta y muy suavemente, como si fuera tu boca. Cada vez aprieto más, noto que te encanta. De repente mi lengua sale disparada en busca de todo lo bueno que me estás ofreciendo. Se mete dentro de tu cuerpo y busca tu placer, tu perversión. Mueves más y más tus caderas, siguiendo el ritmo que te ofrece mi boca y que te marcan mis manos, que acarician tus muslos y tu culo. Sigues asomada a la ventana, con la mirada perdida. Buscas mi cabeza con tu mano y la aprietas hacia ti. Cojo tu mano y la manejo con el fin de que tú misma te frotes. Me encanta ver cómo colaboras conmigo en tan placentera labor. Vuelves a empujar mi cara hacia tu coño. Mi lengua vuelve a jugar con tu clítoris, como si fuera tu lengua. Lo manejo a mi antojo. No paras de moverte, arriba, abajo, intentando apretarme aún más hacia ti. Te retiras de la ventana y me llevas hacia dentro. Me tumbas en el sofá, y, sin quitarte la camiseta, te arrodillas sobre mi cara, ofreciéndome todo tu esplendor. Esto me resulta más cómodo. Con mis manos puedo abrirte un poco más y llegar más y más dentro de ti. Mi lengua alcanza límites insospechados, igual que mi sexo, que está apunto de reventar dentro de los boxer. Tus movimientos son ahora mucho más bruscos. Cada vez disfrutas más y chorreas placer en mi boca. Decides pasar a la acción. Te levantas y das media vuelta. Te vuelves a arrodillar en mi cara y te vas inclinando, recorriendo mi cuerpo hasta llegar con las manos a mis pantalones. Besas mi tripa y vas bajando. Empiezas a frotar suavemente mi paquete, que se hace bastante visible bajo los pantalones. Tu boca ya se ha dirigido hacia él y también lo besa suavemente por encima. Apenas noto esos besos, sólo lo suficiente para que me ponga aún más a tono si cabe. Cuando menos me lo espero, empiezas a frotar fuertemente. No puedo evitar un leve gemido que apenas oyes. Mientras, sigo explorando y llenándome de tu sexo. No dejo de apretar mi boca hacia ti ni tú de moverte, buscándola e intentando que no se vaya, que siga ahí, más y más dentro. Me bajas los pantalones y los boxer a la vez. Mi polla sale disparada. Te busca, y tú a ella. La coges suavemente y empiezas a mover tu mano de arriba a abajo, lentamente. De repente aumentas el ritmo, pero enseguida lo bajas. Me encanta que hagas eso. Cada vez me la aprietas más fuerte con tu mano. Hace que aguante mucho más el placer. Siento como con mucha delicadeza te la vas metiendo en la boca y vas subiendo y bajando. Me encanta como lo haces. Con la otra mano me acaricias los huevos. Tu lengua recorre mi polla hasta llegar a ellos. También me los lames mientras sigues con el “arriba-abajo” de tu mano. Me vuelve loco lo que haces ahora mismo. A ti también te está encantando, pero quieres más, y yo también. La quieres dentro de ti y ella quiere entrar. Me incorporo y hago que te vuelvas a dar media vuelta. Ahora te sientas a la altura de mi cintura, mirando hacia mí. Empezamos a besarnos poco a poco, como nos gusta. Mis labios rozan los tuyos que intentan que éstos no se vayan demasiado lejos. Al fin consigues que se queden, más que pegados, sellados. Con la boca medio abierta noto como tu lengua se va abriendo paso hacia la mía, que la recibe encantada. Subo la camiseta hasta quitártela y acaricio tu espalda. Al estar al fin desnuda ante mí no puedo evitar parar un momento y mirarte. Eres preciosa. Pero tú no puedes parar. Levantas tus caderas un poco más arriba de la altura de mi sexo, que sujeto y apunto hacia ti. Vas bajando poco a poco. Ya notas la punta en tus labios. Sigues bajando poco a poco. Sientes como va entrando. Estás tan húmeda, tan mojada, que no me está costando ningún trabajo entrar en ti. Consigues llegar hasta abajo y empiezas a moverte en círculos, como si estuvieras bailando. Mis manos ahora están en tu espalda y bajan hasta tu culo. Te empujo un poco hacia arriba, y empiezas a coger ritmo. Te voy siguiendo poco a poco y también muevo mis caderas suavemente. Te miro y veo tu sonrisa y tu cara de placer. No puedo evitar decirte lo preciosa que eres, a lo que respondes con una sonrisa aún mayor y con un beso, excusa para volvernos a enzarzar y juntar nuestras lenguas. Tus movimientos son cada vez más rápidos. Noto tus gemidos en mi boca que van aumentando a la vez que los míos. Te frenas cuando estás arriba, en la punta. Sabes que eso me encanta. Cuando menos me lo espero bajas fuertemente dándome más placer. Subo mi cadera para que la notes bien dentro de ti. Ahora eres tú quien está quieta y yo quien meto y saco a mi antojo. Aumento y disminuyo el ritmo notando tu placer en los gemidos que no dejas de dar. Mirando esa cara con los ojos cerrados y llena de pasión, de placer. Ya has llegado unas cuantas veces desde que empecé a comértelo y has decidido que ahora es mi turno. Cada vez te mueves más deprisa en la punta, sin llegar a bajar del todo. Aumentas el ritmo, cada vez más. Notas como sigo gimiendo sin parar, como se mueve mi cuerpo buscando el placer hasta que al final consigues que llegue. No paras de moverte pero ahora mucho más suave. Te gusta notar mis palpitaciones que tienes dentro de ti. Nos miramos y sonreímos. Es genial hacer el amor contigo una y otra vez. Nunca mejor dicho, me siento muy dentro de ti al mirarte a los ojos. Siempre estás preciosa y más después de hacer el amor. Nos abrazamos y nos besamos mientras acaricio suavemente tu espalda.
Te quiero, mi niña, eres la reina de mi corazón.
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