Camino hacia mi cita, conozco el hotel y a la persona que allí me espera. Hace tiempo que nos vemos. Es un hombre amable, atento y entregado. Me complace y yo sé como “encenderle”.
Desde que nos conocemos hemos conversado largos ratos. Sabe cómo preparo cada una de mis citas, todas son diferentes, todos son especiales.
Hablo y escucho, me dejo preguntar y contesto. In tuyo, consulto y “tomo nota”. Deseo complacer, intento sorprender, a veces lo consigo…

Nuestros encuentros son prolongados, sin prisas, discurren con naturalidad, nada premeditado, nos dejamos llevar, todo fluye.
Suele ser él quien me espera y engaña el tiempo en la ducha.
Al llegar conversamos, tonteamos como dos novios que comienzan, luego llegan los besos y se deja seducir: palabras, caricias, más besos, insinuaciones.
El tiempo corre, pero no cuenta. Aparece la curiosidad, el morbo. Ahora toca tomarse tiempo, hay que desenvolver el regalo, siempre con cuidado, sin prisas. Pregunta cada día que me he puesto, pero no espera respuesta. Yo le respondo: “es sólo para tus ojos…” Nunca pide nada concreto pero yo busco interpretar sus palabras, sus deseos, convertirlos en colores, en texturas, en prendas…
Me dejo observar y tocar. Quiero que me huela y me escuche. Me muevo despacio, coqueta, siguiendo las leves indicaciones de sus manos, de sus ojos, y le miro. Le miro intentando apreciar su respuesta a mi presente, sorpresa, aprobación, agradecimiento, deseo.

La lujuria comienza a desperezarse y el deseo aflora a la punta de sus dedos y se posa en mi piel, cubriéndome. Los besos se vuelven más apasionados, más largos y profundos. Los labios calientes y húmedos de ambos exploran rincones ocultos o pasean por lugares conocidos. Nada está a salvo de ser tocado, lamido, besado, mordido.

El juego ha comenzado, cada uno deberá luchar por conquistar o ceder al dominio, sin prisa, sin tregua. Hay tiempo para todo. La ternura y la pasión se disputan el tiempo. Asaltar y conquistar para después rendirse y claudicar a los besos más profundos que obligan a entregar como prenda el néctar contenido.
Como digo…todo fluye
Después los cuerpos exigen más contacto. Me enloquece sentir su peso sobre mi cuerpo, el vaivén de sus caderas.
O encontrar su pecho apoyado en mi espalda, mientras los brazos rodean mi cintura o abrazan mis caderas y su respiración agitada resuena en mis oídos, junto a mi cuello.
Él lo sabe y me busca. Me sujeta con firmeza cuando “bailo” sobre su cuerpo. A veces marca la pauta, otras sigue mi cadencia.
Experimentamos una y otra vez hasta caer rendidos, exhaustos. Entonces el uno junto al otro, abrazados, aparece la dulzura, la ternura, las atenciones, las risas. Deseo cubrirle de besos y agradecerle su dedicación, es muy receptivo y responde con la misma intensidad con que le llegan.
La tarde acaba, los juegos en el agua y como dos amigos en una tarde de piscina nos secamos mutuamente. Nos vestimos, besos de despedida, promesas de próximos encuentros, deseos de bienestar. Sale de la habitación, yo siempre me quedo unos minutos para recoger despacio. El sabor de su cuerpo permanece en mi boca.

Estoy llegando al Hotel, la llamada obligada para conocer el número de la habitación. Un buenas tardes al aire al cruzar la recepción. Ascensor, piso 8. Cuando se cierran las puertas me digo “esta vez será distinta, tendrá que confiar en mí…” Hoy quiero que disfrute de los cinco sentidos, de todos y cada uno antes de poseerme. Tendrá que saber esperar paladeando cada uno de ellos. Pero luego todas las sensaciones se multiplicarán y el placer nos desbordará sin control, como un llino.
Se abre la puerta, el pasillo es largo y está vacío. Es la última puerta. Camino ligera, la imaginación agitada.
Al fin y al cabo siempre le dije que había conseguido excitar mi órgano sexual más activo: el cerebro. Una máquina de vapor antigua a la que hay que subir la presión echando constantemente carbón en la caldera, pero que una vez que se pone en marcha es difícil de parar.
Me detengo frente a la puerta 827, toco con los nudillos y sonrío. Hoy será diferente, pero sé que le va a gustar…

No estoy detras de la puerta 827 pero sin duda espero con hambrienta avidez ...ese regalo....magnifico relato....

Que perfecta combinación de sensaciones: no saber lo que te espera y saber que puedes esperarlo todo.

¡Ay! (suspirito), me gustan los amantes como el que describes y tu disposición a sorprender.

sin artificios has dejado muy claro el nivel de complicidad en vuestra relación...muy lindo. Creo que contigo puedo congeniar...es cuestión de un par de encuentros, para vencer los primeros temores y curiosidades.

Sabes que esa posibilidad está en tu mano, la puerta 827 está reservada para aquellos que no teman sentir, experimentar, vivir, descubrir, complacer, disfrutar, entregarse... sin restricciones, sin condiciones.

Espero que mis nudillos golpeen suavemente la puerta tras la que me esperas solícito y complaciente.

Gracias por tu tiempo y tus palabras

Laura, que puedo decir...

Saber que he conseguido minimamente despertar tu interés con uno de mis relatos me deja sin palabras.

Tu que me enredas en tus Crónicas y me transportas a otros tiempos de sensaciones por descubrir y besos que recordar.

Gracias, es un verdadero placer recibir tu apoyo

Me alegra que lo sientas así, sin artificios, pero los temores y las curiosidades no necesitan vencerse sino compartirse.

La complicidad, sin embargo, resulta sencilla de encontrar cuando los amantes deciden explorarse y descubrirse, regalarse caricias, derrochar pasiones, disfrutar del tiempo por compartir...

No olvides que te espero tras la puerta 827.

Coincidirás conmigo que el primer encuentro con un desconocido(a), encierra parte de misterio, unas gotas de curiosidad...
si por compartir...pero en fondo curiosidad sana.
A veces es complicado desnudar el alma hasta que no se genera una cierta confianza, un terreno común por compartir.
Coincido contigo que compartir todo ésto ayuda a generar un ambiente, cálido
y propicio para que se desaten miradas, caricias y besos...
lo demás nos llevará hasta donde tú y yo deseemos.

En la fantasía que ahora entreveo el maduro y desencantado putero elige su último cartucho en un foro de Internet. Y, por primera vez en toda su vida, se ha desentendido de las fotos colgadas y de las opiniones y de los aplausos de los foreros más asiduos y expertos. La escritura, se dice, sólo la escritura. El respeto a la sintaxis, el orden en la exposición de las ideas, la congruencia del discurso, la buena ortografía. Extinguida ya (tras múltiples fracasos y bastante dinero) la quimera de reconstruir y vivir las escenas del cine porno que inspiraban sus masturbaciones (tacones, posturas, artilugios, vestidos, palabras, etc.) ahora le obsesionaba un arrebato que casi le parecía ajeno: la prosa, sólo la prosa.

Eligió la buena redacción, la calidad de página, y se encontró con una prostituta madura, guapa y escéptica, con una mujer que manejaba una pequeña clientela propia y unas finanzas saneadas, que parecía haber conseguido vencer la amargura y el asco de tantos clientes merecedores del olvido. Sabia y hospitalaria, buena conversadora (aunque intermitente) generosa con su tiempo y maestra condescendiente para el sexo que ya no puede ser atlético, los años pesan, y tiene que hacerse refinado, caprichoso, personal, estético.

El putero maduro bebía su glenrothes, pensaba en ella y sonreía. Le hubiera gustado poder volver a fumar, para que todo fuera perfecto. Un ruido le despertó. El ordenador, medio encendido, era lo único que seguía allí.

Diez minutos todavía. Venga reloj, vamos, corre más deprisa. ¿Estará el champán frío?, claro que está frío, te lo acaban de traer y lo has mirado ya cuatro veces. Y que las copas estén brillantes, y que las cortinas no dejen pasar mucha luz, y que la música no esté muy alta, y que las toallas del baño estén al alcance. Todo mirado y comprobado. Espero que le guste la bata que le he comprado. Siete minutos aún para ponérsela y acariciarla. Pero antes le pediré que me deje ponerle un antifaz en los ojos, eso no se lo espera, no, que sorpresa se llevará. Luego la abrazaré por la espalda y acariciaré su pecho y su cadera bajo la seda suave. ¿Llevará hoy el perfume que le traje la última vez? Quiero oler y besar su cuello. Cinco, cinco, cinco minutos. No le gusta el olor a tabaco, llevo todo el mes sin fumar, ahora me fumaría un cigarrillo, pero no, aguanta muchacho, ya queda menos, le gustará que no ya no fumes y no huelas. Oigo pasos por el pasillo, no, no es ella, han pasado de largo. ¿Vendrá hoy con el body negro?, ojalá. ¿Y sus labios pintados de rojo intenso?. ¿Y su pelo suelto o recogido?, cómo me gusta verla cuando se lo suelta, cuando mueve la cabeza para soltárselo. ¿Y el antifaz?, ¿dónde está?, está aquí, bien, en el bolsillo donde lo dejaste, tonto, ¿dónde iba a estar? Pareces un niño esperando los regalos de su cumpleaños. Tres minutos, sólo tres minutos. Ella es puntual, nunca se retrasa. Ya, llama a la puerta, es ella, espera, no corras, si ya está aquí. Pon la música, espera a que suene. Sí, esta es su canción, le gusta. Ahora ya puedes abrir.

cuanta razón...

Elemental Watson, a muchos hombres nos altera la escueta belleza de Atenea, la inteligencia. ¿Serias tan amable de indicarnos los datos de tu descubrimiento?.¿ Quien se esconde en esa mujer madura , guapa y esceptica?. Al menos contesta por MP. Gracias, tú prosa tambien me ha gustado

Mi descubrimiento es que esa mujer de la fantasía no existe. Que si existiera yo no llegaría a conocerla. Que si la conociera ella no se fijaría en mí. Que aun consiguiendo su atención no lograría que me eligiera. Que si llegara a elegirme yo no tendría dinero para pagar su compañía. Que si tuviera esa dinero me sentiría cohibido ante su mirada. Y que, tal vez, me escaparía. Da igual.

Otro descubrimiento es que la misma fantasía de lo imposible incluye los molinos de vientos, que solo llegan a gigantes mientras lo decide la fantrasía de quien los mira. O sea las lumis a las que nosostros hacemos, por nuestra voluntad, interesantes, inteligentes, morbosas, complacientes y generosas ... hasta que se nos pasa el calentón y volvemos a ver la realidad, que no exactamente esa. También da igual.

Gracias por el piropo.

A todos los que aquí participais quiero deciros que me siento sorprendida y sobre todo agradecida.
Primero porque hayáis dedicado unos minutos de vuestro tiempo a leer uno de mis relatos. En segundo lugar porque reflexionéis en voz alta acerca de esta fantasía.

Emocionados, incrédulos, excépticos, reflexivos, agradecidos, todos imagináis a la chica y a su amante. Cada uno desde un prisma, siguiendo o cerrando esta historia, pero siempre aportando matices, algunos de ellos impensables para mi.

Sin ánimo de ser engreida, os agradezco cada letra y cada punto vertido sobre este "papel", deseando que mi historia haya conseguido por un momento estimular vuestro cortex.

Besos sinceros.

"Estoy impaciente, nervioso, taquicárdico, la tensión arterial aumenta llaman a la puerta de la habitación 827 abro la puerta y te encuentro ahí radiante. Te invito a pasar, mi frecuencia cardiaca aumenta a 135 lpm, tú me tranquilizas con tú voz agradable y sensual. Empezamos a sentir algo especial, de repente nuestros cuerpos se empiezan a fundir en uno solo, con caricias, besos apasionados y disfrutamos el uno del otro con muchísima pasión y ternura."


Me ha encantado mucho tú relato Alma.
Un beso

¿Sabes una cosa Watson...?

Ese viejo amante que describes aporta sabiduría al arte de disfrutar de una mujer y con una mujer?

Demuestra en todos sus "movimientos" que la vida le enseñó a saborear pequeños placeres que conforman grandes momentos.

Tal vez no hayas descubierto aún a esa mujer que en este momento golpea suavemente con los nudillos en tu puerta, mientrasse retira agitada para comprobar que efectivamente es la 827, dónde ese "viejo dinosaurio" la enseñará una vez más que los placeres degustados despacio, paladeando cada matiz, saboreando cada retazo, suelen ser mucho más satisfactorios, más placenteros que un atracón de sexo aeróbico.

A veces hay cosas cercanas que no percibimos por tener los sentidos saturados de excesos... déjate seducir sin condiciones ni restricciones cuando abras esa puerta y ella aparezca.

Gracias por tu tiempo y por lo que trasmites con tus palabras

Está claro que el instinto de ella funciona como un reloj, Perillán.

Leo el relato en el que desconocía que estaba pasando al otro lado de la puerta 827 mientras ella se encaminaba hacia ese lugar... y comprendo por que ambos son amantes y se sienten tan especiales.

Intuía que ella prepara con mimo sus citas, su ropa, su lencería, su perfume, cualquier detalle es importante y lo cuida al máximo. Siempre se repite cuando se enfrenta al espejo que desea complacerle y sorprenderle ...otra vez.

Pero descubrir que los nervios revolotean junto a los paseos inquietos de su amante... Qué el tambien desea complacer y sorprender... es algo nuevo para mí.

Ahora entiendo perfectamente porqué esa vez será distinta, diferente. Y por qué el empeño de ambos harán que los recuerdos del tiempo compartido perduren como el olor del cuerpo de él impregnado en la melena de ella, que al caminar se agita y emana ese aroma que solo ella reconoce y recuerda.

Después de esto no puedo más que envidiar ese encuentro y lo que de puertas a dentro compartirán ambos cuando las manos, los labios, la lengua y los sabores se busquen, se enreden, se mezclen....

Gracias por tu enriquecedora perspectiva, siempre es bueno que los más sabios "iluminen" a una novata.

Mi muy apreciada alma, comparto contigo ese apego a disfrutar cada detalle en un encuentro, saborear los instantes, paladear las sensaciones, ese camino de sentimientos compartidos que sin duda hará ganar en intensidad a cada gesto, a cada caricia compartida.
Sabes que ando buscando calor en las miradas, espontaneidad en las sonrisas, romper las distancias para poder componer una melodía entre dos cómplices ante el deseo. Ese sentir al otro cercano, inventando mareas, intuyendo sus deseos en el brillo de sus ojos. Tan solo en la medida que vayamos ganando la partida al juego en el que naturalidad nos guíe, conseguiremos alcanzar el mayor grado de satisfacción, de recreo conjunto. Porque al fin y al cabo esto es un juego entre dos, y si ambos recorren el mismo camino, con pisadas paralelas...Entonces las huellas se harán más valiosas en un rincón de nuestras memorias, en un pedazo de nuestras vidas y en la escena de nuestros sueños.

afectuosamente, sabes que te tengo muy presente, y estoy convencido que detrás
de esa puerta 827 hay mucho de lo que aquí comento.

Estimado Watson. Que seria de nosotros, pobres puteros, si no nos enamorasemos durante una hora de esa mujer ,inteligente, complaciente y generosa. Ese amor debe disiparse cuando , camino a casa , las preocupaciones empujan a los recuerdos. Eso es lo que nos diferencia de un animal arrebatado de instinto. Que no te quepa la menor duda esa mujer de la fantasia, puede existir , si tú quieres, cada vez que abras la puerta 827

Mientras esperaba en la habitación 827 el hombre recordaba por qué estaba ahora allí, esperando nervioso una llamada en la puerta. En uno de los parones de la negociación del nuevo contrato el proveedor de confianza le habló de una prostituta a la que había conocido hacía poco y que le tenía muy enganchado. Hablaron y volvieron al trabajo. La cosa no estaba fácil.

Días después, de una manera que pareció casual, volvió a salir la misma conversacón y sin casi darse cuenta acabó aceptando el plan que le ofrecían, en el que él solo tendría que pagar los servicios por un sexo de lujo. Sería un cliente recomendado y el proveedor se encargaba de todos los detalles de la cita, incluida la elección del hotel. Para mejorar la sorpresa no había visto fotos de la señora.

Por fin sonó el golpe en la puerta. Entró una mujer guapa, morbosa, con el pelo recogido, tacones altos, medias negras, falda estrecha y blusa blanca abrochada a medias.

Le miró a la cara y dijo:

- La empresa XXX quiere que estés contento cunado revises el nuevo contrato con ellos. Han pagado todo lo necesario para que este día conmigo sea inolvidable. Puedes pedir lo que quieras. Y, si me permites un consejo, te conviene atreverte a pedir.

Un magnífico texto Alma L.
He leído en el foro algunos comentarios sobre ti y me gustaría saber como contactar contigo.Dime como podemos ponernos en contacto.
Un beso
heinkel

Para mejorar la sorpresa no había visto fotos de la señora.

Por fin sonó el golpe en la puerta. Entró una mujer guapa, morbosa, con el pelo recogido, tacones altos, medias negras, falda estrecha y blusa blanca abrochada a medias.

Le miró a la cara y dijo:

- La empresa XXX quiere que estés contento cunado revises el nuevo contrato con ellos. Han pagado todo lo necesario para que este día conmigo sea inolvidable. Puedes pedir lo que quieras. Y, si me permites un consejo, te conviene atreverte a pedir.

Watson, debo preguntarte algunas cosas que rondan por mi "inquieta cabecita": ¿qué sintió al oir golpear la puerta?, ¿y al abrirla?, ¿le gustó lo que vio ya que no había visto nada?, ¿acertó la meretriz en la elección de su indumentaria?, ¿se atrevió el caballero a pedir?,¿qué encontró cuando acabó de desenvolver su regalo?, ¿mereció la pena confiar en su instinto?, ¿volvería a llamarla si fuse el quien pagara los servicios?, ¿el sexo de pago le hastía tanto como dice?.

Por último y no por eso menos importante... ¿firmó el contrato que le proponían?, ¿lo hizo entre las sábanas?, ¿continuaba ella enredada en sus piernas?, ¿brindaron a la salud de la Empresa x antes de la despedida?, ¿guardaste su teléfono....?

[QUOTE=Watson;421477]Mi descubrimiento es que esa mujer de la fantasía no existe. Que si existiera yo no llegaría a conocerla. Que si la conociera ella...; ...O sea las lumis a las que nosostros hacemos, por nuestra voluntad, interesantes, inteligentes, morbosas, complacientes y generosas ... hasta que se nos pasa el calentón y volvemos a ver la realidad, que no exactamente esa...

Estimado Watson:

Así es la vida en general, o, al menos, así la vivimos algunos a los que bien se nos podrían tildar de "escépticos". "Humano, demasiado Humano" es pretender otra realidad cuando la que se vive ya hastía y, lamentablemente, esto siempre sucede pronto. Como Sísifo con su piedra, perseguimos otra realidad, hasta alcanzarla, y cuando esto sucede, vuelve a hundirnos con su peso: nueva búsqueda.

Hay gente que tiene asumida esa condición como parte de su ser. Y, sin embargo, son este tipo de personas las que se atreven volver a imaginar otra realidad; a fantasear; a dibujar quimeras. Aquellos que saben que la "realidad nunca supera a la ficción" pero fingen olvidarlo, o, aún más, necesitan olvidarlo.

Fantaseemos, pues, como Alma... y recreemos escenarios antes de vivirlos... Durante esos momentos, vivamos "otra" realidad y disfrutemos con la "materia de los sueños"...

Por cierto, creo que Alma nos debe una continuación de su relato... ¿Fue esta vez en realidad distinta?

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Alma, aquí mis respuestas, respetando el mismo orden en el que se hicieron las preguntas.

La llamada en la puerta de la habitación le hizo sentir inquietud, porque no podía dejar de pensar en que todo aquello podía ser una trampa de quien pagaba la habitación y recomendaba a la acompañante, para imponer luego sus condiciones. También sintió alivio, porque esperar desgasta y había llegado demasiado pronto al hotel.

Al abrirse la puerta sintió pudor. Aunque no era primerizo en aquellos negocios de sexo mercenario siempre tenía una sensación inicial de vergüenza, por el fracaso que representaba para él tener que pagar para poder estar con una mujer. En otras cosas de la vida le había ido un poco mejor.

Le gustó lo que vio, porque apenas podía verse nada. Una silueta bien definida, una ropa elegante, una sonrisa amable, una primera pincelada de perfume, una voz educada. El moño italiano fue una buena señal.

La prostituta acertó con la elección de la ropa, pero eso tampoco tenía mucho mérito. La parte contratante le había explicado los gustos del futuro cliente y eran tan convencionales que podían inspirarse en cualquiera de las páginas de escorts que llenan internet.

El caballero se atrevió a pedir. Se atrevió a exigir. Se atrevió a ceder. Y se atrevió a dejarse llevar, hacer, enredar, mordisquear, seducir, descubrir, acariciar, construir y abandonar.

El regalo era el cuerpo de aquella mujer, porque sin ese cuerpo nada sería posible en esta pequeña fábula. El regalo era también su experiencia, su atrevimiento, su inteligencia, su batuta en la batalla de la carne, sus voz, sus manos y sus labios. El regalo era una mujer que había decidido regalarse.

Su instinto funcionó tan mal como de costumbre. Porque sólo esperaba un polvo más. Tal vez, gracias la recomendación, un poco menos desdeñoso, menos indiferente, menos abreviado. Pero volvió a equivocarse.

Sí, si pudiera volvería a llamarla. Pero el dinero era un problema. Por dos motivos. Porque no lo sobraba, uno. Y, dos, porque le recordaba que en aquel laberinto de palabras y de cuerpos ni sus propias palabras ni su propio cuerpo llegaban a valer nada. Sólo pagaba él, sólo recibía ella. Su orgullo pedía un sitio en el escenario.

El sexo de pago que conocía le había hastiado. Y el que estaba descubriendo entonces acabaría por hacerlo. Era cuestión de tiempo. También en esto ella le llevaba ventaja, porque ya estaba irremediablemente hastiada de cualquiera que hiciera el papel de cliente, sin excepciones.

Por último, él no firmó el contrato, porque los abogados nunca firman los documentos que preparan. Asesoran al cliente y le asisten, mudos, en el protocolo de la rúbrica, con la otra parte, con el notario y con los asesores externos de unos y de otros. Ni siquiera hablaron de aquella empresa ni de aquel negocio. En realidad apenas hablaron de nada. Cada uno estaba muy entretenido descifrando al otro, y para eso no es imprescindible hablar.

Pero sí, el regalo fue agradecido y su revisión escrupulosa de los acuerdos con XXX fue amigable, sin dejar de ser profesional, experta, exigente y rigurosa. El recuerdo amable de aquella habitación fue una ayuda para encontrar equilibrios en los intereses de las partes.

Se despidieron con la misma clase de besos formales que se utilizaron unos días después en la ceremonia de la firma, nada más. Ella recogió el precio pactado y le arregló el nudo de la corbata, ya fuera de programa y gratis. Por cierto, ese día, el día de la firma, su memoria tropezó con el recuerdo de su escote, de su voz y de sus piernas mientras visaba unos de los ejemplares. Apartó el recuerdo y siguió trabajando.

No le pidió el teléfono, porque no lo necesitaba. Acababa de cumplir cincuenta años y tenía que volver a casa, a preparar la cena de su madre, con la que vivía, y que estaba a punto de cumplir 83 años. Luego vendría la hospitalidad del whisky a solas, el sueño y el olvido. No necesitaba más, no esperaba más.

Telón.

Alma L: Soy ya maduro y me gustaría conocerte en persona y tus condiciones económicas. ¿Qué edad tienes? ¿Cuáles son tus servicios? Las descripcionesdel foro me han encandilado. Besos. Juan.
P.S. Mándame un número de móvil y te llamaré.

¡Enhorabuena!,

Uno de los mejores hilos que he leído últimamente, lástima que la historia haya quedado tan finalizada... ¿O no?.

Esta historia está tan terminada como deseemos, o es tan nueva como queramos.

Detrás de cada puerta 827 ha quedado demostrado que hay un amante nuevo, un cliente distinto, un putero diferente....aunque ella, la meretriz, sea siempre la misma.

Creo que esa es la magia del buen hacer... sorprender siempre, intentar complacer, pero desde la escucha y si es posible, el conocimiento de la persona que espera al otro lado.

Lo más importante es que ella sea ella, siempre. Pero como un prisma de multiples facetas, pueda ofrecer la cara en la que mejor se pueda reflejar su amante.