La chica de la calle
Salí del metro y me aproximé a donde las chicas hacían la calle. La recorrí un par de veces y me aproximé a la chica que más me gustó, no sé si por su cara melancólica o por sus gestos de hastío, me recordaba a los míos y pensé que me daría lo que necesitaba. Le pregunté cuánto, "veinte y la cama", me dijo. Acepté y me llevó a un portal cercano. Subimos hasta la segunda planta por una escalera oscura y con peldaños de madera antigua que crujían al pisarlos. Entramos en la puerta abierta de un hostal y me dijo que pagara a la mujer que estaba en la entrada. Pasamos a una de las habitaciones del pasillo, no recuerdo si era la segunda o la tercera. Me pidió el dinero y me dijo que me fuera desnudando mientras ella se sentaba en el bidé. "Lávate tú ahora". Cuando terminé ella estaba desnuda y sentada al borde de la cama, yo me senté en una silla y le pedí que se sentara encima mío mientras señalaba mis muslos. Se quedó pensándolo un rato, puso cara de circunstancias, se levantó y se sentó encima mío, mirándome resignada. Le cogí suavemente sus manos cuando las puso en mi miembro y las dejé caídas a sus costados. Subí las mías a lo largo de sus brazos, lenta y suavemente mientras clavaba mis ojos en los suyos, cansados y con ojeras. Al llegar a sus hombros ella echó la cabeza hacia atrás y seguí con mi recorrido pausado por su espalda, bajando hasta su rabadilla y subiendo luego por sus costados hasta los hombros de nuevo, así un par de veces. Había apoyado su frente en la mía, notaba su respiración profunda. Me devolvió el abrazo que le dí, un abrazo que yo no quería que teminara. No sé cuánto tiempo estuvimos así, junto al calor de su cuerpo sólo recuerdo que me decía: "chico raro".
Última edición por Perillán; 12-08-2010 a las 00:00
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