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Antiguo 08-07-2012, 20:21
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La perdiz


Esto es algo verídico que nos aconteció a un amigo y a mi hace ya más de 10 años. Protagonistas nosotros 2, artista invitado, la malograda perdiz.
Todos los amigos le dimos el mismo parecer: no te cases con esa chica. Le importas un pimiento y en realidad tú no eres el hombre que ella busca. Lo que pasa es que a ella le ha entrado el canguelo de quedarse para vestir santos. Pero no hubo manera. No sabía vivir sin pareja y desde la ruptura de su anterior relación, de muchos años y con cuernos por medio, vivía bastante desquiciado con el tema sexo-pareja.
Y un día los casamos por todo lo alto.
Como era de esperar, el matrimonio empezó a ir regulín al poco tiempo. Así pasaron algunos años hasta un día en el que yo estaba de visita en su casa. Ya tenían un hijo creo que de entre 1 y 2 años. Hablamos de diversos temas y terminamos con el asunto de las fiestas del pueblo de mi amigo que ya se acercaban. Al final mi amigo me propuso que yo fuera con él ese año a fiestas de su pueblo. Su mujer se quedaría en Madrid con el niño. Ella pareció acceder de buen grado.
Y llegada la fecha arrancamos los 2 camino de La Mancha. Al cabo de algo más de 2 horas llegamos a las tierras de la finca del señorito Samuel Flores . Samuel Flores tiene en Ciudad Real una finca llamada El Palomar. En ella cría reses bravas de prestigio y organiza cacerías. Todos los años pone a disposición de su majestad el rey de España un ciervo (no tiene elefantes) que Juan Carlos se acerca a matar gustosamente.
Aquel día parece que era víspera de tirada de perdices. Se veía que habían soltado cantidades ingentes de perdices de criadero que llenaban despistadas las cunetas. Y en un momento dado, a pesar de mi conducción cuidadosa, pasó lo inevitable y uno de los animales se terminó incrustando en la rejilla delantera de mi coche. Paramos, desincrustamos la desafortunada ave y, viendo que se encontraba en buen estado, decidimos llevárnosla para dar cuenta de ella en fecha futura y de esa manera resarcirnos en parte del estropicio de la rejilla (200 euros la broma). Nada más llegar a casa de mi amigo, ya en la Sierra de Alcaraz, fue a parar al congelador, haciendo compañía a otras perdices, conejos y liebres que el hermano de mi amigo, cazador en La Mancha, tenía en el mismo lugar.
Pasaron las fiestas entre bebida, comida y alguna visita inocente al lupanar de la carretera. Volvimos a Madrid, perdiz incluida, y deposité a mi amigo con la perdiz en su casa.
Unas semanas después mi amigo me llamó y me propuso comernos la perdiz ese sábado, acompañada de unas judías blancas. Y así lo hicimos. Pochas con perdiz para los 3, regada con buen vino de La Rioja. Luego vinieron los postres y los licores. Bien entrada la tarde mi amigo dijo de salir los 2 a tomar algo fuera. Su mujer accedió de nuevo y marchamos. Yo pensaba que tomaríamos algo por el barrio, pero mi amigo tenía otros planes. Los casados sois los peores.
Montamos en su coche y, antes de que me diera cuenta, estábamos maniobrando en el aparcamiento de un putódromo que había por aquellos tiempos en Valdemoro, de nombre La Herradura. Me dicen que cerró hace tiempo y que ahora el lupanar de referencia de los alrededores de Madrid está por la carretera de Toledo, pero muy hacia Toledo.
Entramos y la verdad es que el sitio estaba muy animado, tanto de chicas como de clientes. Y aunque había de todo, no había mal material. Nos apalancamos en la barra y pedimos un par de gintonics. Al poco empezaron a desfilar chicas. Mi amigo, más ducho en estas lides, se encargaba de interrogarlas y auscultarlas (magrearlas). Yo soy más cortado, y era la primera vez que entraba en un garito de estos con la intención de follar. Las otras veces había sido como copa de última hora en lo único que queda abierto.
Al de un rato le dije a mi amigo que a mi la que me gustaba era una rubia que había al fondo hablando con otra en plan como de pasar de los tíos. Luego más de cerca, mucho más, pude ver que se lo podía permitir porque estaba que se partía de buena. A mi amigo le faltó tiempo para arrancarse de la barra hacia donde estaban ellas y al poco ya estaba de vuelta con las dos. El trato fue rápido, 50 euros media hora, y poco después ya estábamos las 2 parejas camino de la habitación, yo con la rubia que para eso la había visto antes.
Limpieza de bajos y entonces la pude ver de cerca y con luz. La verdad es que era un pivón rubio de verdad. Preciosa. Era brasileña pero descendiente de los alemanes u holandeses que emigraron a Brasil tiempo a. Nada que ver con la clásica brasileña, pero con acento brasileño total. Nos pusimos a la faena y la verdad es que estaba para comérsela entera, aunque un poco fría “es que estoy tan buena”. Yo entonces ya apuntaba maneras y tuve que rematar la faena yo mismo fuera. Circuncisión, goma, pajas y chochos dilatados hacen estragos.
Volví a la barra del bar, otro gintónic, y al poco apareció mi amigo con la morena. Le preguntó a la rubia que qué tal funcionaba yo y ella le dijo que un semental. Son un cielo estas chicas, las mentiras van incluídas en el precio. Y entonces mi amigo me contó lo que le había pasado con la morena. Por lo visto en medio del bombeo la chica se debió de emocionar, o puede ser que mi amigo estaba tardando mucho en descargar. El caso es que la chica le hizo salirse, le quitó la goma y le dijo que volviese a entrar a seguir bombeando hasta rematar la faena. Mi amigo no razonó en el fragor del combate y cumplió fielmente los deseos de la lumi hasta que le descargó dentro hasta la última gota.
Yo le dije a mi amigo que cómo se le ocurre hacer esas cosas con una lumi. Pero tampoco le metí mucho miedo. El tampoco parecía muy acojonado en ese momento aunque ya rumiaba algo. Bueno, terminamos el gintonic y para casa sin hablar mucho más del tema.
Un par de días después me llamó mi amigo diciéndome que estaba acojonado con lo del SIDA. El problema que tenía es que la parienta le pedía guerra y el tenía miedo de pegarle algo, el SIDA en el peor de los casos. Ya había consultado y le habían dicho que con una sola relación sin protección las probabilidades eran pocas pero las había. También le habían dicho que para hacerse una prueba había que esperar.
Un par de semanas después me volvió a llamar. Estaba haciendo las maletas y, si yo tenía a bien, se venía a vivir a mi casa. Al final se lo había contado a su mujer y esta le había mandado a tomar por culo.
Moraleja: NO DEJES QUE EL CALENTÓN TE HAGA OLVIDAR EL CONDÓN.
Bueno, tampoco yo soy quien para dar lecciones a nadie. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra, y no digo más.
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