Mi adorada vecina madura (Recuerdos de un paji-fetichi-sta / vol. 1) - Foro Spalumi

    
Foro Spalumi de información y opiniones sobre acompañantes  


Regresar   Foro Spalumi de información y opiniones sobre acompañantes
Registrarse Ayuda Comunidad Temas de Hoy Buscar
Live Girls SPALUMI TIEMPO REAL

Relatos Eróticos ¿Te sientes inspirado? Recreate!

Responder
 
LinkBack Herramientas Buscar en Tema Desplegado
  #1  
Antiguo 16-09-2011, 14:30
 Avatar de VERDI
Aprendiz de Lumis de Secundaria
 
Fecha de Ingreso: Jan 2010
Ubicación: Madrid
Género:
Mensajes: 207
Gracias: 9
Agradecido 5 Veces en 4 Posts
Predeterminado

Mi adorada vecina madura (Recuerdos de un paji-fetichi-sta / vol. 1)


ABRO, CON ESTE PRIMER VOLUMEN DE LA SERIE A LA QUE HE BAUTIZADO: RECUERDOS DE UN “PAJI-fetichi-STA”, UNA FORMA DE COMPARTIR UNA SERIE DE REMEMBRANZAS, VISIONES Y DESEOS MUY EXCITANTES PARA MÍ, ATESORADOS ÉSTOS A LO LARGO DE MI VIDA EXACERBADAMENTE FETICHISTA. ESPERO QUE OS GUSTEN.

[I]Nota: Aquí podría figurar perfectamente mi relato: “Tres caricias subrepticias” . De todos los que he colgado (en tanto en cuanto, relacionado con esta serie por compartir el tema masturbación-fetichismo), es el único en el que no juego en absoluto con la ficción, sino que es totalmente real [como pretendo que sea este primer (en ese caso ya segundo) relato “no inventado” de esta serie que ahora estreno]. Valga aquel como "volumen 0".[/I


RECUERDOS DE UN “PAJI-fetichi-STA” / Vol. 1: Mi adorada vecina madura.

Esa prenda a medio camino entre el calcetín y la media; la llamada minimedia (hablo de la que cubre la pantorrilla llegando hasta por debajo de la rodilla, ya que también existen otras más cortas, las tobilleras), es el elemento que trae a mi memoria, un episodio de gran excitación en mi extenso anecdotario paji-fetichi-sta.

Aun cuando las prendas de las que soy fetichista en grado superlativo, son las medias y los pantis; estas “pseudo-medias” llamadas “mini”, han tenido también su peculiar momento de gloria morbosa en alguna que otra ocasión de mi anecdotario del deseo, como en la que me dispongo a contar (aunque su carácter de prenda habitual llevada por las féminas cuando visten pantalones, en un uso análogo al de los calcetines por parte del hombre, la alejan por lo general del primer plano de la sensualidad inherente a esas otras mencionadas al comienzo del párrafo. Ésas sí, verdaderas “armas de seducción masiva” para fetichistas como yo).

Mi adorada vecina madura (durante mi adolescencia y primera juventud) vivía un piso más abajo del mío, y la podía espiar mirando abajo a la derecha, desde mi cuarto; ya que la visión de su terraza (más sobresaliente) estaba en la diagonal de mi ventana. Casi siempre llevaba falda (rara vez pantalones). Observaba sus maravillosas pantorrillas y pies (siempre calzando sandalias abiertas) enfundados en medias, cuando salía a tender la ropa y a regar las macetas (a los que os pueda dar morbo leer una detallada y más extensa recreación –en gran parte, autobiográfica; en parte inventada- de aquellos hechos y época, os remito a mi relato: “Actividad extraescolar”. Aquí, sin embargo, me referiré a un día en particular, y a un detalle muy concreto).

Solía lucir mi vecina en sus piernas, medias color carne; unos días más claras, otros más oscuras, pero siempre de ese color. Algún día me hubiera gustado verla, por variar, con medias negras o marrones (los otros dos colores que me vuelven loco, aparte del “carne”, en las medias y pantis), me habría puesto mogollón por lo excepcional, pero nunca fue así, no los estilaba.

No puedo olvidar, sin embargo, la grata novedad que me brindó un día. Me acuerdo que era domingo, y yo volvía de dar un paseo por el rastro. Mis padres no se encontraban en casa. Entonces, a través de la ventana de mi cuarto, pude oír el inequívoco ruido de arrastre de algo metálico, y mi oído entrenado, casi me aseguró que procedía de la terraza de mi vecina. Supuse que se trataba de ella “trasteando” en sus quehaceres habituales.

Me asomé, y en efecto, era ella; pero no estaba haciendo ninguna labor doméstica. Para mi fortuna (por lo estático de su posición para mejor observarla), estaba simplemente de pie, distraída, con la mirada perdida hacia la calle y el edificio de enfrente. Tenía los antebrazos apoyados en la barandilla de hierro pintada de verde, que recorría el frontal y laterales de la terraza a una altura algo inferior a la de su (generoso) pecho. Relacioné entonces al instante el ruido producido segundos antes, con la silla que se encontraba a sus espaldas, que, evidentemente, había apartado hacia el interior con el objeto de acceder, con comodidad, a su actual posición junto a la barandilla (la terraza no era pequeña, pero la profusión de macetas en el suelo, restringía el espacio de ésta).

Llevaba ese día una ajustada camiseta de punto de manga corta, a rayas blancas y negras (que ya le había visto alguna otra vez y que me gustaba por cómo marcaba sus libidinosos senos), falda azul oscura y las cómodas sandalias (también azul oscuras) que llevaba siempre en casa, de las que dejan ver los dedos de los pies y la mayor parte de éstos, gracias a una estrecha tira de piel en la zona del empeine como única sujeción.

Estaba como mirando al infinito. De vez en cuando subía unos segundos la cabeza hacia el cielo con los ojos cerrados, como embriagándose de la acogedora caricia solar sobre su cara. Era primavera temprana, probable razón para que ese día ya menos frío que los del abandonado invierno; mi querida vecina, al menos en casa, y por comodidad (o bien porque había salido con pantalones, por lo que optó por esa prenda alternativa, que se dejó al volver a casa), decidiera prescindir de la mayor protección climática proporcionada por los pantis, y hubiera optado por unas minimedias (de color carne, como era habitual en ella, en este caso de un tono muy claro, casi crema), para que al menos, sus deliciosos pies y pantorrillas sí estuvieran protegidas. Proporcionando así, un inconsciente novedoso deleite a su rendido paji-fetichi-sta.

Me llevé la mano al paquete ya abultado de excitación, bajé la cremallera del pantalón, y extraje el miembro anhelante de ser meneado. Entonces, empecé a masturbarme mientras me regodeaba embelesado en el seductor brillo que, la lycra de la media iluminada por el sol, le prestaba a sus libidinosas pantorrillas; en el delicioso detalle del par de centímetros de tejido, algo más oscuro, que las minimedias tenían en la parte superior (la del elástico que las sujetaba justo por debajo de las rodillas); y por último, en el perturbador jugueteo que me regaló a continuación: el de su pie derecho; que desplazaba hacia atrás, sacándolo totalmente del interior de la sandalia azul oscura y flexionando los deditos de éste, haciendo rotar el pie sobre ellos en la zona de la sandalia en que se apoya el talón; mostrándome de ese modo el estremecedor detalle de las arruguitas que se formaban en la media en la zona del puente.

¡Demasiado! Parecía un espectáculo realizado en mi honor; como si supiera que yo estaba ahí; un día más, adorando con la mirada (a falta de con otra cosa), sus divinas extremidades inferiores. Apéndices que ya hubiera deseado yo me permitiera olerlos, acariciarlos, lamerlos, chupetearlos…Que me pasara sus pies enfundados de seda, por mi lengua y fosas nasales anhelantes de recoger toda su gloriosa esencia.

Haciéndome con un kleenex que tenía en el bolsillo, ya que la ascensión del placer estaba a punto de alcanzar la cumbre, me cubrí la verga con él. Aceleré entonces, enloquecido, el vaivén masturbatorio. En unos electrizantes estertores, plenos de adoración suprema por mi diosa, alcancé el clímax con una eyaculación salvaje y desbordante; que, más allá de empapar casi en su totalidad, el pañuelo de celulosa, dejó un par de pegajosos lecharazos en la calefacción situada bajo la ventana. Pruebas incriminatorias que enseguida retiré con otro nuevo kleenex.

Gracias, mi querida vecina, por proporcionarme ese día especial de recuerdo inolvidable, en aquel lejano pasado.

FIN
__________________
Porgi amor,
qualche ristoro
al mio duolo, a miei sospir!
O mi rendi il mio tesoro,
o mi lascia almen morir!
(Le nozze di Figaro / Wolfgang A. Mozart)


Última edición por VERDI; 18-09-2011 a las 12:57 Razón: Matizaciones en el prólogo.
Citar
Responder

Barra de navegación inferior
Regresar   Foro Spalumi de información y opiniones sobre acompañantes

Etiquetas
adorada, madura, pajifetichista, recuerdos, vecina, vol


Usuarios viendo actualmente este hilo: 1 (0 miembros y 1 visitantes)
 




Somos el foro de información y opiniones sobre acompañantes más antiguo de España. Todas las experiencias y opiniones que aparecen en spalumi.com son realizadas por usuarios reales de acompañantes en España. Puedes ver todas las experiencias de nuestros foreros dentro de cada provincia de España en los siguientes enlaces: acompañantes Madrid, acompañantes Sevilla, acompañantes Coruña, acompañantes Alicante, acompañantes Barcelona, acompañantes Burgos, acompañantes Bilbao, acompañantes Cadiz, acompañantes Córdoba, acompañantes Salamanca, acompañantes San Sebastian, acompañantes Málaga, acompañantes Murcia, acompañantes Orense, acompañantes Pontevedra, acompañantes Santander, acompañantes Valencia, acompañantes Zaragoza

Powered by vBulletin®
Copyright ©2000 - 2024, vBulletin Solutions, Inc.
Search Engine Friendly URLs by vBSEO 3.6.0
Ad Management plugin by RedTygerNavbar with Avatar by Motorradforum