Relatos reales (casi): la web de Raquel

Conocí a Raquel hace más de dos años, a través de un anuncio en el que solicitaba alguien que pudiera realizarle un web a cambio de masajes.

Le escribí y enseguida me contestó, y acordamos una cita en su apartamento. Me recibió en el mismo sitio en que sigue ahora, al principio de la calle Princesa. No decía que sus masajes fueran eróticos, pero era fácil darse cuenta al ver el sitio y además me lo dijo muy pronto; yo le hubiera hecho la página igual, pero este aspecto le añadió bastante morbo, porque pienso, como muchos de vosotros entenderéis, que es incluso más excitante tener un trato personal y de confianza con una chica que da masajes eróticos, que recibir un masaje sin más de una desconocida.

Desde el primer momento me encantó como persona, simpática, natural, entusiasmada con su trabajo pero, sobre todo, inteligente y culta.

Le conté que me gustaría hacerle una web sencilla, en poco tiempo, y a cambio de muy pocos masajes, menos de lo que ella seguramente imaginaba y de lo que estaría dispuesta a ofrecer. Le dije que una web no es muy útil si no se genera tráfico y por eso es mejor empezar con algo rápido y luego, si hace falta, irlo mejorando. Entendió la idea, que mucha gente menos sensata me ha discutido otras veces, y me enseñó una página que a ella le gustaba. Mi miedo de que me mostrase una de esas webs llenas de complicaciones, musiquita, videos y cosas en flash que tardan años en descargarse se disipó nada más ver el ejemplo elegido. No por el esfuerzo de hacerla, sino que creo que esas complicaciones son inútiles, y lo importante es una información atractiva y legible. Le pedí que escribiera ella misma el texto y, con esa base, yo haría un esquema con dos o tres fotos.



No puedo recordar ya el orden de nuestros encuentros ni lo que pasó exactamente en cada uno, pero sí que disfruté mucho trabajando con ella. Al día siguiente ya me había mandado un texto perfecto, exactamente el mismo que figuró en la página mientras estuvo colgada, lo que simplificó mucho mi trabajo, ya que era fácil pensar en un diseño adecuado, con una zona para la foto de ella y otra para su apartamento.

Esto es lo que ella me mandó:

Me llamo Raquel

Masajista española
Soy alta, delgada,
morena, atractiva, dulce y cariñosa
Me encanta dar masajes
y pongo en ello el corazón

Mi masaje es sensual

Es un masaje extremadamente sensual
que trabaja todo tu cuerpo, incluyendo la zona genital
para alcanzar un estado de hipersensibilidad
en el que el orgasmo
sea muy intenso y placentero

Te lo doy en camilla, con música suave,
iluminación tenue, velas, incienso, aceites esenciales
y todo a tu servicio
para que disfrutes de la experiencia

Para que veáis su nivel, le dije que se me había olvidado el acento en una palabra, y me respondió: "Quieres decir que has olvidado poner la tilde, porque todas las palabras tienen acento". Le enseñé el diseño, que le gustó sin pedir muchos cambios, aunque eligió una combinación de colores demasiado oscura para mi gusto; todo ello siguió tal y como quedó en su momento, sin ningún cambio, hasta que Raquel prefirió no renovar la página el año pasado.

Quedamos otro día para las fotos, un puente en el que Madrid estaba muy vacío. He dibujado mucho del natural, por lo que le enseñé la técnica para posar, que consiste en forzar mucho las posiciones, ya que las posturas naturales quedan poco atractivas. Así que empecé a pedirle que girase el cuerpo o los brazos, y que adoptara posturas de las que salen en las revistas. Yo pensaba que la mejor forma de que no se viera su cara es que directamente no saliera en la foto, debido a la postura, en lugar de retocarla después en Photoshop, así que posó con la cabeza de lado, hacia arriba, mientras yo disfrutaba igual que los fotógrafos de las modelos.

Le pedi que se pusiera la ropa con la que diera habitualmente sus masajes, de manera que no hubiera engaño ni por exceso ni por defecto en los que vieran la página. Me dijo que los daba en lencería, por lo que se puso las braguitas y el suje negro de la foto que aparecía en la web desaparecida. Posó con esa ropa en distintas figuras y, como es costumbre en estos casos, hice muchas fotos en distintas actitudes, para luego elegir con calma la que nos gustase.

Fuimos a mi oficina, donde ese día, por el puente, no había nadie, y pasamos un rato descartando y eligiendo, hasta que llegamos a una, la definitiva, en que había hecho el ademán de tratar de tocar el techo, lo que daba una tensión especial a su cuerpo, que nos gustó mucho. Desgraciadamente, la lencería negra y lisa no destaca adecuadamente los volúmenes, por lo que quedó en la imagen un pecho mucho más plano del que Raquel tiene en realidad, pero ya no merecía la pena realizar una nueva sesión.

El día que fui a darme el masaje prometido fue el 18 de abril de 2007. Yo no soy muy de masajes eróticos, por lo que disfruté especialmente del suyo. Me gustó su sensualidad, por ejemplo, cómo te hace sentir su pubis contra tu cuerpo, y cómo recorría tu piel tratando todas las zonas por igual, sin dejarse ninguna, lo que siempre me ha parecido muy natural, porque todas son de Dios. Yo no quise tocarla, ni siquiera sabía si eso le hubiera parecido bien o mal, y me dejé hacer.

Al iniciar la masturbación me pareció demasiado suave. Para ese momento ya me había dicho que se estaba iniciando en el masaje, de hecho, su camilla llegó uno de los días que yo estaba allí con ella, por lo que me atreví a aconsejarla sobre la forma en que yo creo que se debía tratar una polla: alternando la fuerza, sin miedo a presionar fuerte de vez en cuando, recorriéndola entera, presionando bien abajo, en la base, aunque tire de la piel, y tirando bien hacia arriba, alternativamente. Y usar siempre las dos manos, por ejemplo, manteniendo con una la piel lo más baja posible y la otra frotando la parte descubierta, sin miedo de apretar el glande, siempre que el miembro esté perfectamente lubricado. No quiero decir que yo la enseñara, ni mucho menos, y quizás ella me dejó contarle estas cosas simplemente para que yo disfrutara, pero mi impresión es que tenía muchas ganas de empezar, una actitud muy positiva, pero quizás poca práctica.

Cuando estaba a mitad del masaje, justo a las doce de la mañana, su móvil empezó a sonar insistentemente. Era la primera vez que sonaba estando yo con ella, y no lo cogió; estaba en la otra habitación, pero tanto sonó que al final la vibración lo hizo caer desde la repisa hasta el suelo, lo que oímos perfectamente. Acabó el masaje y me disponía a trabajar en el portátil con ella, para subir la página web al dominio que habíamos comprado previamente, cuando sonó de nuevo el móvil y resultó ser un cliente que estaba allí al lado e insistía en quedar con ella. Así que me quedé solo trabajando en el ordenador y cerró la puerta de la sala.

El cliente se dio una ducha que me pareció muy larga y se metieron en el masaje. Recuerdo que no llegó a la hora, y a los tres cuartos o así, se corrió con tales jadeos que debieron oírlo hasta en la Plaza de España. Raquel salió y el chico se dio otra larga ducha, antes de irse. Yo le había dicho a Raquel que hablaría sobre ella en el foro, que ella no conocía en absoluto, pero justo en aquél momento comprobé que la primera entrada sobre ella ya había subido, exactamente ese dia, a las 11:35, entonces bajo el titulillo original de "Raquel, masajista española de Segunda Mano". Ese era justamente el mensaje que había despertado la avalancha de llamadas, que tiró el móvil al suelo y que ya no han cesado nunca, según compruebo de vez en cuando en el foro de masajes.

Bajamos a comer, con la página ya terminada, y tomamos algo en una terracita. Ese ratito volví a disfrutar de verdad, mientras me contaba alguna cosilla de su vida y me seguía demostrando su calidad humana y su forma de disfrutar de su trabajo y de todo lo que hacía. Ójala todo el mundo tuviera esta actitud abierta, sin realizar juicios de valor sobre lo que hacen las demás personas, haciendo simplemente lo que te gusta, sin molestar a nadie. Sin embargo, su móvil ya no paraba de sonar, tanto que decidió cogerlo y casi dejar la comida a medias para atender al siguiente cliente.

Desde ese momento no he vuelto a ver a Raquel, porque con ese masaje y esa sencilla relación me di por recompensado. De vez en cuando comprobaba la web, mirando el tráfico, hasta que vi que la habia cerrado. Alguna vez alguien comentó la web, criticando la foto y la sencillez del diseño, pero creo que era exactamente como le prometí y como tenía que ser, sencilla, rápida y económica: una web, un masaje. Lo que más me alegra es leer tantos mensajes sobre ella en el foro, tan positivos, y saber que otras masajistas que conozco le tienen cierta envidia. Para mí, conocerla esos días fue un placer, que revivo cada vez alguien hace un comentario elogioso sobre ella, y disfruto un poco morbosamente, al saber también algunos detalles sobre su vida, desconocidos quizás para sus clientes, y al pensar o imaginar que fui uno de los primeros en sentir sus caricias.