Relato la historia que me contó mi amigo Roberto, íntimo del que suscribe. En ella pude observar la contradicción profunda que es la vida en sí misma. Igual solamente me narró lo que el quiso, creyendo que yo no me lo imaginaría; le conozco bien y sé con absoluta certeza que hubo más de lo que él me dijo.

Mi amigo Roberto es de esos tíos normales, mediocre en exceso, diría yo. A primera vista desprende esa sensación de persona que lleva pegado en la frente el cartel de “No Molesten”; pero luego, en esos momentos en que nos quitamos las caretas y los disfraces; le pasa como a todo el mundo, que acabamos siendo corazón y carne, y eso dice él que le hace mal; pero yo sé que miente, conoce de sobra la frase “una retirada a tiempo es una victoria”; lo que ocurre es que todo le gusta adornarlo con ese hálito de pasión que arrastra las relaciones humanas.

Me explicaba aceleradamente la historia de tres mujeres, de las cuales yo sólo conocí una; me decía- iguales y diferentes entre sí; pero con un solo nexo de unión, …la pasta.

- La primera, mi chica de toda la vida; más de diez años juntos y luego para acabar echandonos los trastos a la cabeza por el puto dinero, aquí aprendí la virtud de la paciencia y lo inútiles que son los abogados; después de un mogollón de años juntos a final casi nonos conociamos. Solamente sabiamos cuanto y como. Y al final, no se llevó ni un duro.

Cuando acabó se quedó pensando, como esperando alguna pregunta de esas que no tienen respuesta o que es difícil de encontrar sin quedar como un imbécil. Yo, por supuesto le escuchaba casí desde la letanía.

- La segunda, tío…- me dijo…
-¡Pero que cojones!, le corté inmediatamente; ¿Hubo segunda?, ¡joder!, me vuelves loco…
- No, dejame que te explique,- me replicó. Ésta era la amiga de un amigo, que conocí de casualidad. Aquí lo pague en especie, pero como nada es como parece, al final la tuve que mandar a tomar vientos porque equivocaba los razonamientos. Ésta te decía que te quería, pero claro, para creeselo debía de estar uno mismo desquiciado o haber perdido totalmente el conocimiento. Total, corto e intenso, que siempre te deja peor sabor de boca. Y, al final, dinero, pasta, parné, guita……es lo último que oí de su boca. Algunas hacen de la necesidad una virtud, eso debo reconocerlo… otra que se fué de vacio.

Sí hubo segunda, debió existir la tercera en discordia; pensé para mis adentros. Pero esto iba de mal en peor; yo, sinceramente, esperaba un culebrón de dimensiones bíblicas.

- La tercera…..- dudó. Era puta, pero puta puta - me dijó…..

Joder, yo me estaba descojonando por dentro. Pensé, fijo que esta historia sí que acabo mal por dinero; porque putas y dinero son el binomio quasi perfecto de la creación terrena.

-……una chica maja, guapa, muy atractiva; pero a estas las das la mano y se pillan el brazo hasta el sobaco. Tardó dos cenas en pedirme tela, parece ser que por solucionar temas familiares; y hay momentos en los que pienso que lo hubiera hecho. Hay que darle a la gente oportunidades, también lo querría para mí….un márgen de confianza…¿no?. Joder, ésta me resucitó del letargo, hasta a los que no pagan los polvos ahora los comprendo. Es la única a la que me gustaría volver a ver y hubiera reculado.

Aquí, yo ya no sabía si tirarme al metro o a la taquillera; pensaba enrollarse con una puta, éste tiene la inteligencia justa para pasar el día; debe pretender hacer la cuadratura del círculo, pensé. Putas y dinero, eso si que es el binomio perfecto. Las veces que le habré dicho yo que no va a sacar nada de dónde nada hay; pero el hombre es recurrente por no decir reiterativo. Tantas veces lo seguira haciendo como meses tiene el año u hojas caen de los árboles en otoño.

Ahora si, le debo reconocer que cuando se te juntan en un tiempo relativamente corto situaciones similares acabas creyendo, quizás errado, que es una sola situación; y en este delicado tema del dinero y las mujeres de vida desenfadada, al final siempre te acaban reclamando algo. Otra cosa diferente es que todas hayan sido como la voz que clama en el desierto, que no tiene respuesta.

Bohemio de afición, amigo de la parra,
de noche mi timón, navega sin amarra,
el antro de lo peor me atapa entre sus garras,
si hay vino si hay mujeres si hay guitarras.

Me gusta como has escrito.

Yo también conozco a tu amigo Roberto... y lo comprendo.

Y a tí también... y te comprendo

Pero ¿quien nos comprende a nosotros?


Un saludo compañero



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