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Antiguo 03-06-2007, 22:08
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Trabajo, trabajo y más trabajo


Voy a narrar unos acontecimientos que me ocurrieron hace algunos años. Es completamente real y ya es los suficientemente surrealista como para necesitar de mi propia cosecha, totalmente innecesario, aunque ello va a implicar dar más pistas sobre mi persona de lo que me gustaría.…

Trabajaba como alto cargo directivo en una empresa perteneciente a un grupo de personas que en aquella época era la Jet Set de la economía española –algunos lo siguen siendo-. Ricos e influyentes que habían invertido en un sector que desconocían totalmente pero que apuntaba como emergente y super rentable. Ni os imagináis las juntas de accionistas. A mi cargo estaba un “noble” con apellidos monárquicos. Un putero empedernido.

Transcurridos tres meses de mi aterrizaje en aquella empresa, una multinacional del pelotazo se nos fusionó –nos compró, nos absorbió, vaya-.

La sede central estaba en Marbella. Desde entonces, me tocaba viajar todas las semanas al menos 3 o 4 días a dicha localidad donde mantenía una o dos reuniones de no más de 1 hora. El resto del tiempo… desmadre a costa de la empresa. Quisieras o no. Estaba en el sueldo y en la gente influyente con la que trabajaba.

El día que se hizo pública la “fusión” marketing organizó una gran fiesta. Los apellidos de los socios y trabajadores de alto nivel movían mucha prensa. La verdad es que algunos estábamos hasta el gorro y con demasiado alcohol en las venas como para aguantar tanto tiempo a ciertos ciudadanos/as empresarios/as, gentes del corazón, prensa y demás y sobre las 12 de la noche decidimos ir a otro sitio. Sobre todo los personajes públicos de la empresa ya que les faltaba aquella intimidad necesaria para estar a su rollo.

¿A dónde ir?. Estaba claro. A un club. ¿A cual?. Estaba claro. No voy a dar nombres lógicamente pero está en la carretera que une Marbella con Puerto Banus. ¿De quien fue la idea?, de los de siempre. Que no, no tuve nada que ver, que yo por aquella época era más que formal y huía de este tipo de sitios y aún más de las lumis. No voy a negar que por exigencias “del guión” hubiera estado con ellos en estos sitios pero de mero acompañante sin caer jamás en la tentación. Ni por asomo.

Llegamos al sitio en cuestión como nueve importantes personajes –unos más que otros-… y yo –que ni lo he sido ni tenido tal aspiración-. Algunos lo conoceréis. Tipo Estark pero las chicas… mucho mejor… y sobre todo… mucho más caras. Exceptuando que hay no hay camas. Hay que salir. Pero claro, nosotros ocupábamos el hotel Don Pepe. No era obstáculo. Quizás mejor.

El alcohol –y lo que no era alcohol- iba haciendo estragos. Tocábamos –o nos tocaban- como a cinco chicas por tío. En un momento dado, alguien se quedó sin tabaco. Y ahí comenzó todo. Al pedir tabaco en la barra le dijeron que no. Que la máquina de tabaco se encontraba en un piso superior y que ese piso estaba cerrado. Discusión con el “maitre”. Al oír las voces, alguien que ese momento charlaba conmigo, alguien muy importante que en ese momento quiso demostrar a todo el local que lo era, preguntó al maitre que cuanto valía la máquina de tabaco. A la contestación de que no estaba en venta, el consiguiente “Vd. no sabe quien soy yo” y petición del teléfono del dueño del local. Como lo consiguió, no lo sé muy bien, pero en diez minutos estaba hablando con el dueño del local por teléfono y a los quince, cuatro armarios de dos por dos abajaban la máquina de tabaco por las escaleras como si fuera una pluma. Le entregaron las llaves y abrió ofreciendo a todo Cristo que se sirvieran. Por cierto, esta persona no fuma.

A la pregunta de “cuanto te costó la broma?” solo pude observar su arrogante sonrisa en su cara de triunfador y niño mimado. Y de inmediato, tuve que abandonarle entre la nube de chicas que se le acercaron. Le quitaron la corbata, medio la camisa, masajitos y en plan marajá. Ese era él en su estado puro.

Observando ciertos ojos vidriosos de cólera, ira y envidia, me acerqué a otro de mis compañeros para intentar sosegarle. Al fin y al cabo, yo seguía trabajando. “Este hijo-de-.. no queda por encima de mi”, “será gilipollas”, “que se a creído”…

Lo debí de hacer muy mal porque ni me escuchaba. Como cinco chupitos de un trago después, viaje al servicio –!- y se dirige al maitre. “¿Cuánto vale cerrar este chiringuito de mierda?”. Este, mucho más suave que la primera vez y sabiendo con quien se las jugaba fue bastante amable. “Mire Sr. xxx, esto es un Club privado, no se puede cerrar, hay socios y tal y tal…”. A lo que mi acompañante contestó, “mire, no voy a discutir con Vd. ni tan siquiera voy a darle dos hostias como se merece, le he dicho que cuanto cuesta cerrar esta mierda, lo quiero solo para mi y mis amigos”. “Mire Vd. aquí hay concejales, políticos importantes, algún jeque y gente muy importante e influyente que vienen a menudo, no podemos echarles a patadas como si fueran chusma…”. Ante la mirada y el gesto de mi compañero, tomó el móvil y marcó. Le pasó el aparato. Luego nuevamente a él. Aunque lo intenté no pude escuchar gran cosa. Y al cabo de unos diez minutos, incomprensiblemente, todos los clientes excepto nosotros estaban en la puta calle. Madre de Dios, estábamos rodeados de una renta pert capita de unas 30 ó 40 tías por cabeza o más…

El despropósito fue aún mayor cuando un tercer compañero, contrató a todas las chicas “no por una hora, eso es una mierda, toda la noche!!!!!”. Casi me alegré de ser el pobre de la fiesta. O el menos gilipollas, según se mire.

Ni puta idea de lo que pudo costar aquello. Seguramente mucho más de lo que vale, claro está, porque las chicas se deshicieron en amabilidad. Es más, entraron en competencia entre ellas por procurar nuestro bienestar en todos los sentidos. Yo, repito, por aquel entonces más caballero que nunca y evitando que me violaran. Llegué hasta a pasarlo mal. Creedme.

El tema no termina aquí. Al cabo de cómo una hora, llaman a la puerta –que estaba cerrada a cal y canto- y observo como aparecen como tres buses grandes. ???. Todas las chicas a los buses. “Sígueme” -me dijo la persona de apellido monárquico-, vamos a uno de mis chales, este sitio no reúne condiciones…”

Caravana de coches -10-, seguidos de tres autocares llenos de putas hasta un enorme chalet donde el ¿propietario? da la noche libre al nutrido personal de servicio, “incluido seguridad”.

Y ahí es donde dimos la nota. Exceptuando un compañero, que se comprometió a “tirárselas a todas” –ese, era, es y será un gran putero de toda la vida, por cierto ¿qué habrá sido de él??, ¿me estas leyendo acaso???, pues MP al canto- y que si no lo hizo, anduvo muy cerca, porque de mañanita le vi. y seguía y seguía y seguía –como las Duracell-, el resto, todos borrachos como cubas, yo creo que ni se les empinó. Eso sí, su orgullo y pedantería en su estado máximo. Quizás esa es su lívido.

Y yo?, que contar de mi. Os vais a descojonar. Siempre he sido un tipo de principios. Me reí mucho con las chicas. Eso si. Pero no me comí un colín. Y os aseguro… que trabajo me costó. Por que ellas, ponían empeño. Mucho empeño. Y yo no sabía que hacer ya para evitarlo. Cuando ya fue imposible dilatar aquello, cuando todos dormían y tenía bastante más de un centenar dispuestas a comerme como fuera, se me ocurrió jugar al escondite. Contáis hasta cien y la primera que me encuentre, me folla. “Las diez primeras te follamos”, dijo una. Eran como las 7 de la mañana. Me perdí en aquel laberinto de chalet. Entré en alguna habitación de algún compañero que dormía sin haberse desvestido, rodeado de entre cinco o seis chicas. Solo conseguí despertarlas y que también me persiguieran. Al final, salté por una ventana, entré en el coche y me fui para el hotel. Ridículo si, pero fiel.

Mis compañeros de juerga hicieron comentarios jocosos de lo que hice. Pero no tardé en recordarles que al fin y al cabo yo fui el que más había disfrutado de la compañía y el otro colega el que más había amortizado la inversión mientras que ellos…

Por desgracia, tuve que volver a ese local en alguna ocasión más. Para mi sorpresa, me siguieron persiguiendo y tenía más éxito que los otros. Y es que… esta vida es muy rara. Y yo… más.

A los seis meses dimití de esta empresa. Al año… desapareció. Dieron un gran pelotazo. Me imagino que es así como se pagan estas juergas que para mi no son tales. Como que prefiero nuestras Kedadas. Más cutres, pero más auténticas. Con gente auténtica.

Y es que hay situaciones.. que cortan el rollo. A mí por lo menos. Que soy raro y gilipollas.

Durante más de un año tuve pesadillas de cientos de tías desnudas que me perseguían para follarme mientras mi mujer observaba todo aquello. Que mal lo pasaba, creedlo. La pesadilla desapareció la noche que una me atrapó. me folló, me gustó y comencé yo a perseguir a las otras que ahora, incomprensiblemente, huían de mí. Que mal lo pasé también, creedlo. Y es que siempre es fácil tener lo contrario de lo que se desea.


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  #2  
Antiguo 06-06-2007, 13:32
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Mensajes: 5
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....
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  #3  
Antiguo 06-06-2007, 19:50
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Predeterminado

Bravo, bravo


Bravo por la experiencia...y me remito al refranero español.... no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.

Salu2

¡Estan locos estos romanos!
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