Infracción para mprosta: Violacion filosofia del foro
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Infracción: Violacion filosofia del foro
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Violación filosofía del foro
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Al mandar saludos a las lumis violas la filosofía del foro, ya que demuestras escribir para agradar a la lumi, no informar a los foreros. Te recomiendo la lectura de este hilo, en donde vienen las normas y la filosofía de este foro
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Un saludo
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NOMBRE DE LA CHICA: Lydia
FECHA DE LA EXPERIENCIA: 30/07/2011 DIRECCIÓN: C/ Deyanira (Polígono de Las Mercedes) TELÉFONO: 692368427 HORA DEL SERVICIO: 18:00 WEB/ANUNCIO:[Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ] NACIONALIDAD: Española EDAD APROXIMADA: 20 TARIFAS APLICADAS: 100 €, 1hora (aplicada la oferta a foreros vigente). DESCRIPCION DE SU FÍSICO: Objetivamente guapa, pero no despampanante. Cara con un cierto aire, como dijo algún forero antes, a Miley Cyrus. Ojos miel/verdes. Dentadura perfecta. Delgada que no esquelética, 1,60 m de altura (cuando se baja de sus tacones), 85-58-90 (según declara en su web, cosa que creo que es cierta). De pelo rubio oscuro/castaño claro (probablemente teñido), alisado (por comodidad, según ella), piel morenita pero sin pasarse. Sin formas rotundas, pero muy proporcionada. Pechos de tamaño mediano, por sus formas y turgencia se diría que diseñados en el Paraíso. Vientre plano. Culito respingón, que no es grande pero que tampoco se queda pequeño. Ni un solo gramo de celulitis. Piel suave. Tono muscular en su punto, ni flácido ni de gimnasio, muy agradable de apretujar. VALORACIÓN DE SU FÍSICO: 9,75 /10. TIEMPO QUE DURÓ EL SERVICIO: 1 hora. VALORACIÓN DEL SERVICIO: 9,75 /10. FRANCÉS SIN: Sí, sublime. GRIEGO: Yo no quería, aún así creo que no lo hace. TATUAJES: Uno pequeño en la espalda. PIERCINGS: No, pero tenía agujerito en el ombligo. BESOS EN LA BOCA: Sí, a fondo, jugueteando con los labios y la lengua. Impresionantes. FUMA: Casi seguro que no. El sabor de su boca es muy agradable, te incita a volver una y otra vez. CHICA RECOMENDABLE: Sin la menor duda. REPETIRÍAS: Al menos 1.000.000 de veces, con el permiso del Fondo Monetario Internacional ;-)
INTROITO
Después de haber llegado en medio del aburrimiento a los comentarios sobre Lydia y sorprendido por lo buenos que eran, llamé a la casa a las 16H00 para reservar con ella para las 17H30. Me acicalé y cogí mi motillo de 50 para experimentar lo larga que es la calle Alcalá. Me pidieron que las llamara 20 minutos antes de llegar y así hice. Cuando estaba en la calle las llamé de nuevo para que me dieran el número y entonces me pidieron que fuera muy puntual. Más exacto que un reloj atómico, a las 17H30 llamaba a su puerta.
Me abre Caterine, la única que estaba en el piso junto a Lydia. Caterine es una de esas chicas que cuando las ves por la calle piensas: Mon Dieu! Ya no te digo si la ves en ropa interior. El efecto es embriagador. Pues bien, Caterine me dice que ha habido un problema de tiempos y que voy a tener que esperar 10 o 15 minutos (entiéndase una media horita), que Lydia está con un cliente. Me dejó un poco descolocado, pero como estas cosas pasan hasta en las mejores familias, me senté en el salón a ver la tele junto a Caterine, que me había ofrecido bebida, en plan familiar (salvo porque en mi familia nadie se pone a ver la tele en bragas, suje y botazas de tacón ). Caterine, además de guapa y con un cuerpazo que ojalá me lo trajeran a mí los Reyes Magos, es de trato agradable, culta y con conversación. Y ahí estaba yo, bajando la temperatura del calor madrileño con mi botellita de agua.
Casi media hora después de haber llegado se oye cómo se va el cliente anterior de Lydia, et voilà, Caterine me da mi toalla de rigor para que pase al...
PRIMER ACTO
Para que pase al baño a ducharme. Si me hubieran dado algo para los pies, aunque fueran unos patucos desechables... En fin, me lo quité todo menos los calcetines, guardé la ropa en el armario (¡sí, un detallazo, te ofrecen un armario para la ropa!) e intenté cruzar a toda velocidad el minúsculo pasillo de la casa para que nadie me viera con la toalla a la cintura y los calcetines, cual Mr. Bean. ¡Prueba superada! Me di una microducha, porque ya me había duchado en casa, más que nada para entrar al ruedo de purísima y oro.
SEGUNDO ACTO
Tras la ducha entré a la habitación (con los calcetines y la toalla, sí, sí, pero luego me quité los calcetines y me dejé la toalla, en plan hamam) y me puse a esperar a la ya más que ansiada Lydia.
A las 18H01, según el reloj de la mesilla, entra Lydia a la habitación toda apresurada, disculpándose por el retraso y se me lanza un poco atolondrada a empezar la faena. Nada de lo clásico de que qué servicio quiero y que pagase lo convenido. Debe de ser que me vio de confianza y pensó que no iba a huir con los calzoncillos en la mano sin saldar mi cuenta. Por si acaso, cuando nuestras narices estaban a 10 cm. le pregunté si no me iba a preguntar que qué servicio quería. Entonces, muy amablemente me preguntó que qué servicio quería y yo le dije que si me daba una hora. Ahí le cambia el gesto y me dice que un momento, que está ajetreadísima y que tiene que consultar la agenda a ver si es posible. Se va de la habitación y tarda unos minutos en volver.
En ese momento estuve a punto de tirar la toalla, literal y metafóricamente, vestirme y volver por donde había venido. Claro, que con lo pesado que había sido llegar hasta el Polígono de las Mercedes, volver de vacío sería aún más doloroso. Afortunadamente a su vuelta me dijo que sí, que me podía coger una hora. Entonces le pagué los 100 € de vellón que correspondían a la oferta para foreros y, naturalmente, volvió a esfumarse para guardarlos en la caja de caudales.
Cuando volvió se me empezó a aproximar y, viendo que yo no respondía, me preguntó que si estaba nervioso, a lo que le contesté que no, que sólo un poco desconcertado.
APOTEOSIS
El desencuentro inicial en seguida se pasó y empecé a dejarme acariciar con gusto, para dar paso al mejor encuentro de pago de mi no muy amplia pero sí variada experiencia (vamos, que me ha tocado de todo).
No sólo el plátano es la fruta del Paraíso. También lo es Lydia, canaria hermosa. Lydia es una fruta que vaya si se disfruta. Acaba de madurar y está en todo su esplendor. Guapa, de una belleza serena, sin provocar desmayos. A los que les atraigan las chicas con sus rasgos caerán rendidos. No era mi caso, pero eso no le resta belleza. Es el tipo de chica que le dibuja una sonrisa y algún inconfesable pero casi inocente deseo al panadero cuando va a por su barra diaria.
Ahí estábamos los dos, de pie, acariciándonos, cuerpo a cuerpo, ella con su picardías negro (o como quiera que se llame eso que llevaba) y yo con mi toalla blanca. Al poco de empezar sus labios se entrelazaron con los míos y al poco de sus labios su lengua, que entró cada vez más y más en mí. Ya se me había olvidado todo mi suplicio anterior. Esa piel suave, es buen olor en cualquier parte de su cuerpo, esa cálida humedad de su lengua... Mi pene ya no quería estar más bajo la toalla. Ella lo sintió y, aún con la toalla, le dio una suave bienvenida con su mano.
Empecé a bajar, cerca de su cuerpo, para quitarle los zapatos y cuando miré hacia arriba, según subía de nuevo, me encontré con la impresionante vista de sus pechos en contrapicado. Se había bajado la prenda negra que los cubría y se mostraban puntiagudos, desafiantes, con unas formas dignas del mejor tratado de dibujo al natural. Sus pezones, de color toffee, sobre una areola ni grande ni pequeña, totalmente lisa, tímidos al principio, según se inflamaban tomaron un aspecto rotundo, que le confería una forma magistral a cada una de sus estupendas tetas.
Seguimos acariciándonos un poco más de pie. Ya no sé qué había hecho con la toalla. Y la bella Lydia se recostó en bragas en la cama. Detrás de ella fui yo. Y la besé y la besé y la besé. Y cuando paraba de besarla pensaba en volver a hacerlo. Pero había mucho cuerpo además de su boca. Le recorrí el cuello, los hombros, el pecho, la tripita, las piernas, los pies... Era bonito verla, aparentemente relajada, con los ojos cerrados, mientras le masajeaba uno a uno los dedos de los pies y las plantas suaves, como el resto de su piel. Repetí por aquí y por allá con mis labios, mi lengua, mis manos, mi abdomen. Le masajeé la espalda, tatuada con una florecilla en la parte superior. Hundí mi cara en sus tiernos glúteos y subí a besarla una vez más. Volví a la humedad de su boca para bajar a la humedad de su sexo. Poco a poco, lengüetazo a lengüetazo, mientras observaba sus pezones endurecerse, mientras veía cómo, de vez en cuando, me dedicaba alguna tímida mirada. Luego más rápido, mientras disfrutaba con los espasmos de sus músculos abdominales, mientras recorríamos sus pechos con nuestras manos entrelazadas. Mi boca y su sexo estaban llenos de humedad.
Algo cansado pero satisfecho (espero que a Lydia también le hubiera gustado, aunque fuera sólo un poquito) me tumbé boca arriba para experimentar una fellatio sublime. Fue tan buena que merece ser nombrada en latín. Nada de francés, señores, aquello fue una f.e.l.l.a.t.i.o., con todas sus letras.
Con la dedicación
de una novia entregada,
por primera vez me la pone dura
previo pago una mamada.
Disculpen la licencia literaria, pero harto de mamadas repugnantes, que sólo han conseguido sistemáticamente acabar con mi erección, encontré el contraejemplo ansiado en Lydia, que acarició mi pene con su boca con una maestría inaudita. Antes de llegar a mi zona púbica me recorrió el cuerpo con su lengua, sus labios y sus manos. Me acarició las piernas (algo muy infrecuente) y cuando se situó a la altura del pene lo recorrió de arriba a abajo con su lengua, cuidando con mimo al glande, me sorbió suavemente los testículos, se lo introdujo en la boca un poco, mucho, muchísimo. Me lo recorrió de extremo a extremo lateralmente con sus labios. La saliva caía. Humedad, mucha humedad. Como resultado, le tuve que pedir que parara para no eyacular en su boca, cosa que ella no hace ni a mí me apetecía hacerle, con mi pene erecto al máximo.
En esas condiciones me colocó el condón y me cabalgó. Primero poco a poco, después más rápido, mientras veía su cara inyectada en sangre, arremetiendo con dedicación, mientras amasaba sus maravillosas tetas que colgaban majestuosamente ofreciendo una visión que dirigía a mi mente al orgasmo. Y por fin el orgasmo llegó.
Quedaban unos minutitos y hablamos un rato de las cosas diarias de cada uno, recostados tranquilamente, mientras tiernamente me acariciaba los dedos de la mano con los de la suya. Le dije que ya era la hora y me dijo que ella no estaba mirando el reloj.
EPÍLOGO
Le dije a Lydia que publicaría un comentario positivo. Nunca he publicado ninguna experiencia, pero me gustaría que esta sirviese como agradecimiento a un servicio hecho con la máxima dedicación, procurando satisfacer en todo momento. Lydia sabe estar a la altura en cada momento, adaptándose a los gustos y ritmos del cliente.
Mi experiencia ha sido sumamente gratificante. Para ser la primera vez que estoy con Lydia se ha merecido un 9,75, pero sólo porque nadie es perfecto y el tema de atender a la hora, sobre todo cuando el cliente está puntual y avisa con antelación, todavía necesita mejorar.
). Caterine, además de guapa y con un cuerpazo que ojalá me lo trajeran a mí los Reyes Magos, es de trato agradable, culta y con conversación. Y ahí estaba yo, bajando la temperatura del calor madrileño con mi botellita de agua.
y el tema de atender a la hora, sobre todo cuando el cliente está puntual y avisa con antelación, todavía necesita mejorar.
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