Trans argentina Susana, Vanesa, Maia, Vere Nice....
Hay un vicio, cuyo origen y propósito no están del todo claros, que afecta especialmente a las transexuales escort. Se cree que lo adquieren en la facultad de “expertas en principiantes”, debido a la masificación y hacinamiento de alumnado en las aulas. Dicho trastorno consiste en cambiarse regularmente de nombre, a veces copiándoselo a otra trans (cuando por fin te aprendes ese pseudónimo de personaje de Stars Wars, resulta que esa misma tarde, en la misma página, te encuentras a tres trans en activo que se llaman así).
Las putas travestis deben representar el único sector de una actividad económica para el que antes de crearse una marca, interesa más el despiste. El sentido común nos dice que quien hace esto, lo que trata es de burlar los efectos de la nefasta reputación que allá donde va le precede (véase Burrita Lechera).
Otra reflexión. Rara es la transexual/travesti que entre sus servicios profesionales, no incluye el de la dominación/BDSM en el papel de Ama. Para algunas (no todas, pero sí unas cuantas) es un recurso comodísimo para reducir la implicación a su expresión mínima o eliminarla por completo (juro que he vivido casos, que sólo les faltaba roncar o ponerse a hablar por teléfono con una amiga), las exime de tener prácticamente contacto físico con el cliente, y en definitiva, permite estafar de manera eficaz y poco cantosa.
La trans que nos ocupa, renueva su gracia casi de manera compulsiva, y se anuncia principalmente como Ama Dominante, sin que nada en sus fotos/vídeo la muestre capaz de fingir de manera creíble que ese es su rollo. La acumulación de encuentros decepcionantes, me predispone ante un servicio que, anticipo insatisfactorio y un derroche de dinero. Aun así, algo me obliga a mantener, con escasa convicción, un residuo de fe. Por las fotos, se me antojaba una moza pequeñita, con una polla en consonancia. Ello me consolaba: aunque se entregase a follarme la garganta (o incluso el culo, que nunca quiero que me lo penetren), no la creí capaz de hacerme pasar un mal trago (nunca mejor dicho). Aún no me hacía una remota idea de cuan equivocado estaba, ni de lo pronto que lo iba a descubrir.
Todos mis pronósticos, resultaron erróneos. Y lo pagué caro. Sin derecho a articular el más lene reproche, además. Me estuvo al pelo, sí.
EXPERIENCIA CON TRANNY
NOMBRE: Dudo que ella misma lo sepa
PRECIO: 100/hora
MEDIDAS APROXIMADAS: 1,70 metros de altura con tacones. Polla gorda y robusta de unos 15 cm de larga y unos 14 de perímetro
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FECHA EXPERIENCIA: VIII/2020
TELEFONO: 632936768
DIRECCION: Cerca de Alonso Martínez
Nacionalidad: Argentina.
Edad: indeterminada, treinta y tantos
Besa: No lo sé. A mí no.
Francés: no lo probé.
Rol: Parece preferentemente activa.
Cuerpo: es exactamente como en las fotos, pero “mejor” (transmite un aura llena de autoritaria energía, y su mirada es cautivadora y mesmerizante).
Implicación: Llega y devasta, con sus cinco sentidos en lo que está haciendo. No da la impresión de estar fingiendo.
Erección: En apenas segundos, su polla pasa de ser un simpático e inofensivo pene, que a mí me daban ganas de metérmelo en la boca y chuparlo hasta que se me cayera la mandíbula, a convertirse en un martillo hidráulico que por poco no me taladra hasta asomar el glande por mi nuca, pulverizando realmente mi quijada (y todo lo demás) en el proceso
Higiene: Buena. Del piso y de ella
VALORACION FISICO (DE 1 A 5): Es TAL CUAL aparece en las fotos, que cada cual lo valore según gustos
VALORACION EXPERIENCIA (1 A 5): Merece un 4 o más, aunque yo la disfrutase 0
RELATO LIBRE: Quedé en su portal, frente al cual se bajó de un taxi justo al tiempo que yo llegaba. Primera predicción equivocada: Es más grande lo que esperaba. Sin tacones a lo mejor mide un metro sesenta y poco, pero no se quitaría los tacones y es de constitución “rotunda”. Segunda impresión inesperada: ya lo he dicho: sus ojos. En las fotos, rasgados y misteriosos se me antojaban atractivos. En vivo y en directo, me hicieron tartamudear y hasta ¡temblar! Nunca me había pasado, pero los segundos que compartimos en el ascensor, fui casi incapaz de mirarle a la cara y no estoy exagerando cuando digo que temblaba como un chiquillo y apenas podía articular palabra. Me sentí completamente subyugado ante ella. Y me abandone con gusto a esa sensación de inferioridad e indignidad ante el poder que irradiaba por cada poro. Entramos al piso, “¿cuánto te vas a quedar?”, “desnúdate”. Le pago, me quito la ropa, y ni ¿Qué trato desea el cliente?, ni límites pactados, ni ¿alguna práctica que no soportes? Nada. Y sí hay cosas que no soporto. Hay dos en concreto a las que sólo la “sodomización brutal” supera en mi ranking de sensaciones indeseables: NO SOPORTO que me follen la laringe con virulencia y salvajismo. Es que no puedo con ello. Empiezo a prorrumpir en arcadas, y lo que podría desarrollarse de manera exquisita y degeneradamente gozosa (mamarle lenta e intensamente la polla y, en general, colmar de atenciones orales toda la zona genital, besando, lamiendo, aspirando su fragancia, sorbiendo la verga, pajeando a la vez que succiono…) se torna un suplicio del que me veo totalmente incapaz de obtener el más insignificante atisbo de satisfacción. Y si hay una forma de que me resulte más irritante, es acompañando las embestidas a mi campanilla de fustazos. Con las manos esposadas a mi espalda, de rodillas ante la implacable fiera en la que se había convertido la otrora apetitosa y “manejable” trans, sufrí una despiadada trepanación esofágica de la que no pude zafarme, a pesar del torrente de saliva biliosa y toses que chorreaba mi boca, aderezada en todo momento por una incesante batería de “latigazos”. De pronto, mi Ama se quedó inmóvil, lo que me permitió adivinar (y esta vez, de manera acertada) lo que vendría a continuación. Que resultó ser una copiosa meada que alivió en mi boca y me obligó a trasegar en su totalidad, desde la primera hasta la última gota. Yo me concentré en tragármelo todo y no dejar que ni un lágrima de orina asomase la comisura de mis labios. Eso la dejó visiblemente complacida. Y a mí impresionado: hay que jugársela mucho para descargarle a alguien medio litro de pis en el estómago sin saber cómo va a reaccionar o si será capaz de tolerarlo. Juro que yo mismo no sabía si iba a ser capaz de tragarlo todo, sin atragantarme, tratar de zafarme o incluso vomitar. La riada agria y calentorra me erizó todo el vello corporal en una nausea que, afortunadamente, pude controlar, mientras su desagradable sabor reverberaba por mi paladar. Fue tan desagradable como excitante. Desde luego, la sensación de sometimiento y degradación era total. Nunca había experimentado la sumisión y el sadismo de una manera tan “de verdad”, como un trato vejatorio en el que mis deseos y reacciones no tenían carta de consideración, no como una serie de cochinadas fetichistas con las que enardecer mi depravada concupiscencia. Comprender esta situación y desear estar a la altura y adaptarme a ella, haciéndola “soportable”, es lo que me hizo aguantar más de lo que nunca me hubiera creído capaz. Recibí un bombardeo de martirizantes sensaciones de forma precipitada e ininterrumpida, sin hallar “placer” más que durante el intervalo que me obligó a adorarle el ano con mi boca y lengua, sentándose en mi cara, acuclillándose sobre mi boca, poniéndose a cuatro patas mientras se abría las nalgas de par en par con sus manos. Como si fuese una recompensa por todo lo padecido, esa breve pausa de limpieza lingual vejatoria de su tibio ano, supuso un instante de regocijo sicalíptico absolutamente sublime. Después de tan deleitosa pausa, me sabía incapaz de regresar a la perforación esofágica, pero es que encima empezó a colocarme para clavarme el pollón, imaginaba yo que de golpe y hasta el fondo. Con condón, sí, ojo. Pero sin lubricante, ni siquiera un triste salivazo. Fin. Conseguí zafarme, huir, y salir de allí con vida. Hay que decir que la Sublime Dómina estaba impresionada, como si no se lo esperase, preocupada por si se había pasado, y LO MEJOR DE TODO: suavizando su trato y aflojando la presión, sin que pareciese que estuviese arrepentida, y firme en su papel de Deidad inmisericorde. Pero dando a entender con su lenguaje corporal y algún comentario sutil que no recuerdo, “la próxima vez trataré de ser menos dura”.
Lo bueno: Esto es de verdad y en ningún momento parece poner el piloto automático ni aflojar la presión o la concentración
Lo malo: Me vi superado por una movida que no disfruté (salvo los instantes donde he puntualizado lo contrario)
Para repetir: Pues por absurdo que parezca, en un mercado en el que tantas veces se ve uno regalando una suma de dinero a alguien que se ha obstinado en cortarle el rollo (hasta conseguirlo, claro), con una implicación similar a la de la lumi de “¿Qué he hecho yo para mercer esto?” interpretada por Verónica Forqué…Encontrarme con este inapelable hostión de autenticidad en plena cara, no tiene precio. Ni comparación con nada. Y creo que volveré, sí
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Última edición por David_Darwin; 13-08-2020 a las 14:44
Los siguientes 10 Usuarios dan las gracias a David_Darwin por este Post:
En efecto, emplea diferentes nombres esta trans. En el enlace que adjunto, se anuncia como Susana. Y en el que hay en tu plantilla lo hace como Vanesa. También he localizado algunos anuncios con el nombre de Maia. Curioso. Emplear tantos nombres parece que indica que juega al despiste. Subo alguna foto más del anuncio que enlazo. [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ]
Última edición por pistro; 17-08-2020 a las 13:43
Razón: forochat
- Editado: Por favor detallemos las experiencias. Para orientarse en los datos relevantes y/o seguirla: [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ]. -
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