Me descubrió en la calle Montera. A voz en grito, reprochándome que le debía 2.000 pesetas, 12 euros, poquita cosa. Había pasado la noche en casa hacía unos días, y desconozco si tenía esa deuda con ella, francamente. No supe donde meterme. Una lumi, con mucho caballo, y falta de un abrazo nocturno.
Salí casi corriendo. Volví a encontrármela semanas despúes. Se disculpó. Estuvimos toda la noche follando, y le resarcí de la posible deuda.
Cierto. No tengo remedio.