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Los orgasmos vuelven al Kiss
El lavabo con piernas y pechos de mujer, en uno de los pasillos. | Foto: Antonio Heredia
Esther Alvarado | Madrid
Actualizado viernes 05/06/2009 05:22 horas
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En la humedad caliente del burdel resuenan los gemidos de una mujer en pleno orgasmo. Jadea como una loca desde el fondo del recinto y su grito continuo de guerra funciona como un reclamo que prácticamente arrastra en su búsqueda. Está en la habitación número 13 del antiguo club Kiss (Ballesta, 4). Pero al asomarse, el voyeur descubre que la voz no tiene cuerpo. Es un hallazgo de Coco Ortega (la artista), que la ha rescatado de la base de registros sonoros del Ministerio de Educación, epígrafe "sonidos de miedo".
Coco es una de las 19 creadoras que participan en Mujeres dos rombos, una muestra en la que las artistas reflexionan sobre el sexo utilizando como nexo de unión el Kiss, en el que durante muchos años los fluidos corporales fueron el pan y la sal y, a veces, hasta escatológicos objetos de decoración.
Con el compromiso recurrente de mantener el lavabo y el bidé de cada habitación, las creadoras se pusieron manos a la obra bajo el padrinazgo de la asociación de comerciantes Triball, que promueve la recuperación para la moda y el arte de la zona conocida como Triángulo Ballesta.
El resultado, que puede visitarse hoy y mañana y desde el próximo jueves (de 19.00 a 22.00 horas), es un feliz homenaje al sexo gozoso y consentido, una denuncia a la trata de mujeres y una crítica a la prostitución, todo ello (eso sí), con un inconfundible toque femenino.
En el recibidor del burdel, donde madame aguardaba a los clientes con sus chicas, hay ahora dos instalaciones, una de ellas una gran caja de bombones bajo el título El sustituto. Coquetería por los rincones
La coquetería reina en cada rincón y se hace evidente al final de un pasillo desde el que saluda un lavabo montado sobre dos piernas con medias de rejilla, con dos grifos de formas redondeadas apuntando desde la altura de los pechos.
El sexo denuncia aparece ya en la primera habitación, de la mano de la fotógrafa Nuria Yerro, que ha recurrido a un cartel de Se Vende y al retrato de una niña negra para denunciar el tráfico de menores.
Junto a las esculturas de la ceramista Beatriz de Alba y Te amaré hasta la muerte (un dibujo que muestra el coito de dos esqueletos) de la pintora María Colveé, se encuentra Cosmodopamina, una instalación-performance de Michiko Totoki, que muestra una visión entre onírica y sideral del sexo.
La escenógrafa Esmeralda Díaz aporta una visión "de ese momento concreto del orgasmo en el que sientes que te diluyes" a través de diversas partes del cuerpo humano escaneadas. A su lado, en la habitación 6, vive la muñeca Ivonne, un recortable a tamaño natural que los visitantes podrán vestir con diversos trajes.
La recopilación de anuncios de contactos de Isabel Altable, el baño (que Isabel Llobera dedica a quienes nunca estuvieron allí) y la cocina (obra de Carmen Collado) se suceden a lo largo del pasillo, con vistas a la instalación del patio (la mujer peluche, obra de Rocío Saura).
Al final del corredor se encuentra el homenaje de Puerto Collado a Irma la Dulce, en una habitación tan verde como su lencería; la visión dual de Mara Matey (el sexo gozoso frente al forzoso) y la mirilla indiscreta de Carmen Villarroel, justo antes de desembocar en el orgasmo sonoro de Coco Ortega, que rinde homenaje al sexo del siglo XXI: el que se practica en internet y se describe en conversaciones como ésta. Y: «Cómetela». X: «Tu leche se derrama entre mis piernas...»
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Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
El lavabo con piernas y pechos de mujer, en uno de los pasillos. | Foto: Antonio Heredia
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