En cierta ocasión, visitando a una chica que solía ver, la ví barriendo el suelo con una escoba rota y un recogedor de mano. Verla con la espalda tan doblada, en aquella posición tan incómoda, me dio un no se qué.
Algún tiempo después pude comprobar que no tenía nuevos utensilios, así que un día haciendo la compra me acordé y compré una escoba y un recogedor de esos con mango largo. Los llevé en el maletero del coche un buen montón de días hasta que tuvimos una nueva cita y se los regalé.
Me hizo mucha gracia la cara de su compañera cuando cuando con una gran sonrisa ella le dijo:"¡Mira lo que me ha regalado!".
Caso curioso también fue cuando una chica, al enterarse de que iba de viaje a cierta zona famosa por su cecina, me encargó que le trajera. Quiso pagármela pero se la regalé. Otra chica, al comentarle que me iba de viaje me pidió: "algo rico de comer". Así que como iba al mismo sito que la otra vez, también le llevé cecina.
También ha habido chicas que ocasionalmente me han hecho algún detalle.
Los dos más curiosos fueron un champú especial que por lo visto iba muy bien para mi tipo de pelo y otra chica que me hizo un bizcocho. Empezó como una broma sobre sus dotes de cocinera. La siguiente cita que tuvimos la fijamos con un día de antelación, y al llegar a su piso, me abrió la puerta con un bizcocho que me había preparado. Muy rico por cierto. Sobre todo cuando jugamos un poco con él...