Por si a alguien le interesa, copio un artículo de "El Independiente", sobre la tributación de un local de alterne dedicado al alquiler de habitaciones y a servir consumiciones.
El autor es Félix Bornstein.
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De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. De este enigmático aforismo de Ludwig Wittgenstein existe una versión hispana que, en mi opinión, está destinada a hacer fortuna fuera de los cenáculos de la filosofía. El gemelo español del filósofo de Viena es –me crean o no- un anónimo funcionario de Hacienda que está adscrito a la Dirección General de Tributos (concretamente, a la división que analiza los diversos impuestos sobre el consumo). Dicho exégeta legal practica con suma devoción la beatería sin una necesidad imperiosa, aunque es de justicia exonerarle porque las confusas normas fiscales no le han ayudado, como sería deseable, a redactar sus escritos con sencillez. De lo que sí tiene la culpa es de su mojigatería al no denominar las cosas utilizando su verdadero nombre. Sea como fuere, lo cierto es que Wittgenstein no habría puesto reparo alguno en discurrir explícitamente sobre el asunto, haciéndolo con absoluta precisión y clavando la flecha en el centro de la diana que preside todos los salones de la Lógica.
¿O es que no se puede hablar (y además de forma llana y natural) de esa actividad, tan extendida en la calle como aludida con la niebla del disimulo por realizarse a hurtadillas, de ese ejercicio casi inmemorial que, generalmente, se conoce con el ambiguo y polisémico nombre de “alterne”? Incluso los que nunca hemos pisado un club donde los parroquianos sueltan unos billetes para satisfacer su demanda del juego “alegre” que se realiza allí sabemos que dichos establecimientos existen. Y nos imaginamos, creo que con bastante aproximación, lo que sucede en su interior. Deseo, para evitar dudas inoficiosas y a riesgo de parecer redundante, ser muy preciso. Les confieso que empleo la palabra “alterne” en su acepción de trato que, en ciertas salas de fiesta o lugares similares, mantienen con los clientes unas mujeres –llamadas chicas de alterne– contratadas por la empresa para estimular a los primeros a hacer gasto en su compañía. Aunque en el caso al que me voy a referir el alterne ofrezca al consumidor un plus, algo así como pasar de la caza menor a una verdadera montería. Lo veremos enseguida.
(continúa el artículo)
__________________ L'amour pour principe et l'ordre pour base, le progrès pour but Auguste Comte
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