Atendiendo las peticiones de los oyentes: Divino vallés
El piso de Divino Vallés sigue más o menos igual desde 1927: las mismas fotos pop porn star in the middle of the night del cretácico inferior, las mismas monedas de cobre acuñadas en tiempos de El Tempranillo sobre la mesa y junto al gato juguetón, la misma escalera destartalada, el mismo tono del timbre de la puerta que ya suena a algo pocho y, cómo no, las mismas chicas. O la misma chica, en este caso.
Fue hace un par de semanas, que, si es que la economía lo permite, y no siempre lo permite, me gusta confrontar las prestaciones que se ofertan en Doctora de Alcalá con las que se ofertan en Divino Vallés. Siempre pensando en el futuro, vaya.
Se presenta como Luci, la chinita que me atendió. Una pekinesa que se precia de serlo y delgada, con tetas vencidas pero aceptables y cuerpo de anguila. Abrió la puerta ella misma, y, tras los piropos de rigor, me llevó a la habitación que comporta menos riesgo de derrumbamiento.
Luci, con la que había compartido un rato a comienzos de la transición, bendita España, es teatrera en el ñaca-ñaca, muy manejable e, ignoro por qué, despierta mis instintos taberneros: follisqueo contra la pared, follisqueo de pie trabajando como Hércules, follisqueo a cuatro patas con embestidas de estibador. Ha aprendido latín desde la última vez, que rechaza dedos y no resulta tan excitable, pero para media hora de guarreridas tumultuosas sigue siendo algo medianamente admisible.
Definitivamente, por terminar, y siempre pensando en el futuro, vaya, casi mejor las prestaciones que se ofertan en Doctora de Alcalá, que luce unas fragas, desde luego, más extensas y más frondosas.
De cualquier forma Bogart también era bajo y feo y eso no le parecía importar a nadie.
|